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¿Concierto o atraco al amanecer?

Todavía oigo los gritos de mi vecina. Es uno de los problemas de que una viva en un segundo (me refiero al piso no al tiempo), que se oye todo. Había que oír a aquella cuarentona, gritando a cuentas del concierto de Juan Magán, con repertorio más propio para adolescentes. Era un grito desesperado, de abreo, a la una de la mañana y detrás del portazo y del “déjalo ya, mamá”, de dos niñas apenadas. “Que lo deje, que lo deje, se van a enterar”. Y así estuvieron su tiempo, madre e hijas, el viernes día San Bartolomé.

 Por la mañana, a eso de las diez, me pillo a la Paca en el rellano de la escalera y le pregunto por el alboroto, pero le dejo claro, desde el principio, que no es que me queje sino que tenía interés en saber qué la puso así (Bueno es el carácter de ella para tocarle el embrague cuando ya está acelerada). Hizo amago de grito pero se controló y me contó. Y razón no le faltaba a la vecina. Por lo visto ( mejor, por lo oído), se fue a Playa Honda a las nueve de la noche a llevar a sus dos hijas, una de 11 y otra de 17 años, al concierto de Juan Magán que tenía previsto empezar a esa hora. Pues nada, la mujer estuvo hasta las once en una cola sin poder entrar el recinto a resultas de no sé que problema y cuando entran, después de semejante espera, le mandan tres teloneros antes que al “dichoso Magán de los c-o-j-o-n-e-s”, como dice ella. En definitiva, que la una de la mañana y todavía no se sabía nada del “Magán y su cosas” y sus niñas ya estaban durmiéndose y cansadas de esperar cuatro horas de pie y oír a grupos que se las traía floja. Se volvió a casa sin los cuarenta euros (20+20) que le costó darles este gusto/disgusto a sus hijas y sin ver al de los c-o-j-on-e-s ese. Para ella fue un atraco, para los que se quedaron hasta las tres de la madrugada, un concierto de c-o-j-o-n-e-s. Y, a mí, como a mi querida amiga y, sin embargo, vecina, me parece un abuso que un concierto para teenager les obligue a estar hasta las tantas de la madrugada en la calle. Algo tendría que decir el Ayuntamiento, ¿o no?      

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