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El pregón del maestro Pedro Hernández Cerdeña rememora el pasado marinero de arrecife y su transformación

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Tanto el alcalde de Arrecife, Cándido Reguera, como el concejal de Festejos, Eduardo Lasso, tuvieron palabras de agradecimiento al maestro, a la vez que el primer edil capitalino, alumno de Pedro Hernández Cerdeña, recordó algunas vivencias de su paso por las clases de este admirado profesor.

 

Durante el pregón de este reconocido maestro de varias generaciones de jóvenes y fundador del Club de Orientación Marítima, Pedro Hernández Cerdeña, a través de su hija Rosalía, encargada de dar lectura al mismo, el maestro rememoró el pasado marinero de Arrecife, recordando la importancia que en su momento tuvo el puerto natural de la ciudad. Arrecife es un puerto natural, el mejor de Canarias, de enorme belleza, resguardado y protegido de los vientos y del mar de fondo, con ensenadas e islotes… El trazado urbanístico de sus calles deja mucho que desear y así hay quien ha llegado a decir: los ingenieros autores de este pueblo han sido las mismas cabras que a su paso iban trazando las calles (…)”.

 

El apreciado maestro resaltó durante su intervención la diferencia existente por aquel entonces entre las distintas clases sociales de la capital reflejada en la infraestructura de sus viviendas…“Contrasta con la belleza actual de esta ciudad porteña el que sus primeras casas eran sencillas, en palabras de Agustín Espinosa: “casas bajas, como aplastadas contra la tierra como hato ovejil bajo la tempestad”, que nada tienen que ver con las ricas casonas, almacenes de grano, bodegas, destilerías o lonjas que se levantan en la calle Real y su entorno durante los siglos XVII y XVIII, fecha en que surge una amplia burguesía favorecida por el florecimiento de un próspero comercio…”, así como el florecimiento del comercio autóctono “A lomos de camellos, por el Camino Real, productos tan nuestros como la sal, la cochinilla, la cebolla y el vino llegaban a nuestro puerto en busca de otros mercados que ya entonces  los codiciaban (…)”.

 

Pedro Hernández hizo alusión en su Pregón también a nombres que forman parte de la historia de la capital como Agustín Espinosa, Lamberti, LLoret y Linares, Ojeda, Afersa y Garavilla, los hermanos Díaz Rijo, León y Castillo o Ruperto González Negrín, protagonistas también del impulso que dio a la ciudad de Arrecife la incipiente actividad pesquera que se había iniciado en torno a su puerto… También contribuyó a este auge la actividad pesquera en el Banco Canario-Sahariano, especialmente de corvina y sardina, que propiciaron las instalaciones de las factorías de Lamberti, LLoret y Linares, Ojeda, Afersa y Garavilla que tanto trabajo y riqueza ofrecieron. Hito importante en esta evolución fue la instalación de la primera desaladora canaria por los hermanos Díaz Rijo…(…)”.

 

El pregonero de este año de las fiestas de San Ginés citó igualmente a un referente en el mundo de la cultura de aquellos tiempos en Lanzarote, como fue Agustín Espinosa. “Agustín Espinosa, quien me impartió clases de Lengua y Literatura y quien, como insigne escritor que fue, nos dejó una pieza maestra en el ámbito de la literatura surrealista con su obra: “Lancelot 28º-7º”.

     

El Charco de San Ginés y sus barrios

 

Hernández Cerdeña disertó, además, sobre el origen de Arrecife en torno al Charco de San Ginés y sus barrios “Haré ahora un esbozo, una intrahistoria, del devenir de aquel Arrecife desde los años 40-60 con sus añejos barrios de La Puntilla, El Lomo, La Destila y La Vega, hasta nuestros días: La población que era de siete mil setecientos habitantes en 1940 ha pasado a ser de más de 59.000 vecinos que habitan hoy la nueva ciudad, distribuidos en los barrios ya citados y los de Argana, Titerroy, Valterra, Maneje, Altavista y San Francisco Javier, entre otros (…)”.

 

Como no podía ser de otra manera el pregón del fundador del Club de Orientación Marítima no dejó de lado al deporte. “Muy comentadas eran también las regatas de balandros y de jolateros, pero más sorprendentes las peleas de gallos, a las que era tan aficionado mi amigo Emilio Sáenz (…)”.  

 

 “Hay algo que, a mis 95 años, no puedo o no quiero olvidar: Aquellos Carnavales que conocí de pequeño y que están tan arraigados en nuestras costumbres, aunque no tengan que ver exactamente con las Fiestas que nos congregan hoy aquí”, dijo el pregonero, aludiendo a las Fiestas de San Ginés, de las que señaló que “la tradición continúa y espero que por muchos años”.

 

“Siempre se ha dicho que el arrecifeño es abierto y jovial, muy dado a la cháchara y al comentario jocoso,  sabía disfrutar y participar de la fiesta a pesar de la escasez de medios que había en aquella época y que, lamentablemente, también tenemos en el momento presente. Por eso, en estos días les invito al jolgorio y al goce y también me permito aconsejarles la participación en los actos religiosos en honor a San Ginés para rogarle por la salud y el bienestar de todos”.

 

Arrecife, a 12 de agosto de 2010

GABINETE DE PRENSA

 

 

*Pregón íntegro de Pedro Hernández Cerdeña:

 

Pregón de las Fiestas de San Ginés 2010

 

       Excmo. Sr Alcalde, señor Concejal de Festejos, Miembros de la Corporación Municipal, vecinas y vecinos de Arrecife, visitantes y amigos. Muy buenas tardes a todos.

 

       Es para mí un placer estar hoy aquí con ustedes y le doy las gracias al Sr. Alcalde, Don Cándido Reguera, por brindarme la oportunidad este año de dar el Pregón de las Fiestas de San Ginés, Patrón de esta Ciudad en la que he nacido y en la que tanto he vivido.

 

       La protohistoria de esta clara y alegre ciudad se remonta, tras la exploración fenicia y romana por Canarias, a la época de los majos, como lo atestiguan los restos de anzuelos encontrados en el Charco, muy similares a los utilizados por los berebere del norte de África. Pero su historia amanece en el s. XV en el barrio de La Puntilla, junto al Charco de San Ginés. Allí fue donde, según se cuenta, desembarcó en 1630 el comerciante francés Francisco García Santaella, que comerciaba con este puerto y, seguidamente, erige una ermita bajo la advocación de S. Ginés, tras haber arribado a sus aguas una pintura del santo, el obispo francés de Clermont. Es aquí, en torno a la ermita, donde se creó el primer burgo que constituyó el embrión de la ciudad. En el Charco, caldera volcánica llena de las aguas del Atlántico y hermana gemela del Charco de los Clicos, en este mar interior y refugio pesquero es donde se instalan los primeros pescadores y marinos que han de enfrentarse a la mar.

 

        Arrecife es un puerto natural, el mejor de Canarias, de enorme belleza, resguardado y protegido de los vientos y del mar de fondo, con ensenadas e islotes.. El trazado urbanístico de sus calles deja mucho que desear y así hay quien ha llegado a decir:”los ingenieros autores de este pueblo han sido las mismas cabras que a su paso iban trazando las calles”

 

         Contrasta con la belleza actual de esta ciudad porteña el que sus primeras casas eran sencillas, en palabras de Agustín Espinosa: “casas bajas, como aplastadas contra la tierra como hato ovejil bajo la tempestad”, que nada tienen que ver con las ricas casonas, almacenes de grano, bodegas, destilerías o lonjas que se levantan en la calle Real y su entorno durante los siglos XVII y XVIII, fecha en que surge una amplia burguesía favorecida por el florecimiento de un próspero comercio. A lomos de camellos, por el Camino Real, productos tan nuestros como la sal, la cochinilla, la cebolla y el vino llegaban a nuestro puerto en busca de otros mercados que ya entonces  los codiciaban.

 

        La fisonomía de Arrecife queda reflejada en su incomparable bahía y resaltada por una serie de construcciones de ingeniería, tales como el Puente de las Bolas, el Castillo de San Gabriel, o el de San José. Atrás quedan los ataques y las razzias del corsario moro Calafat de El Turquillo o del Morato Arráez. Mención especial merecen los muelles y puertos, no en vano Arrecife fue antes puerto que ciudad. El Muelle Chico se construye a principios del siglo XVIII cuando la barrilla estaba en su etapa álgida, y, a finales del siglo XIX, se convierte en el Muelle de Las Cebollas. Al resultar éste insuficiente para la flota pesquera, la alternativa estaba en la Bahía de Naos, verdadero puerto natural de nuestro litoral, en la que se construye el Muelle de Naos que iba a albergar la flota pesquera más importante de Canarias. Más adelante los pescadores financian el Muelle de la Pescadería para barquillos de vela y botes de remo.

 

         El patrimonio arquitectónico de Arrecife es muy rico, así tenemos la Iglesia de San Gines (1630), la Casa de la Aduana., del s XVII (conocida como Casa Arroyo), La Recova,  la Casa de la Cultura (1850), el Mercadillo (Sede de la Antigua Democracia) (1850),  La Casa de Pereyra (1916), el Cabildo Insular (1927) y muchos otro inmuebles. Son también patrimonio Las Salinas de Puerto Naos con sus molinas y cocederos y , cómo no, los puentes: ¡ Cómo me gustaría que éstos también nos unieran en las ideas y proyectos de futuro!.

 

        Un especial recuerdo guardo del Instituto, primer Centro de Enseñanzas Medias de la Isla, pues fue en él donde me formé, cursando estudios desde el año 1928. Tengo pues el orgullo de haber sido uno de sus primero alumnos ya que éste fue el año de su creación, teniendo entonces como Director a D. Agustín Espinosa, quien me impartió clases de Lengua y Literatura y quien, como insigne escritor que fue, nos dejó una pieza maestra en el ámbito de la literatura surrealista con su obra: “Lancelot 28º-7º”. El edificio no era más que una casa terrera situada en Las Cuatro Esquinas, que más tarde fue derribada y hoy forma parte de un recodo del Charco de San Ginés.

 

       Haré ahora un esbozo, una intrahistoria, del devenir de aquel Arrecife desde los años 40-60 con sus añejos barrios de La Puntilla, El Lomo, La Destila y La Vega, hasta nuestros días: La población que era de siete mil setecientos habitantes en 1940 ha pasado a ser de más de 59.000 vecinos que habitan hoy la nueva ciudad, distribuidos en los barrios ya citados y los de Argana, Titerroy, Valterra, Maneje, Altavista y San Francisco Javier, entre otros. Espectacular crecimiento urbanístico se produce con la amplia Vía Medular, verdadero pulmón de la ciudad. Fue también el Parador de Turismo un componente destacado en el avance de este proceso. Pero este desarrollo no ha sido ni fácil ni cómodo, sino logrado por el entusiasmo y contumaz esfuerzo de sus vecinos. También contribuyó a este auge la actividad pesquera en el Banco Canario- Sahariano, especialmente de corvina y sardina, que propiciaron las instalaciones de las factorías de Lamberti, LLoret y Linares, Ojeda, Afersa y Garavilla que tanto trabajo y riqueza ofrecieron. Hito importante en esta evolución fue la instalación de la primera desaladora canaria por los hermanos Díaz Rijo, la cual impulsará todos los sectores económicos insulares. Anteriormente nos ayudaban al suministro del agua los correíllos “La Palma”, “León y Castillo” y “Viera y Clavijo”, agua que después se repartía a través de barricas cargadas en camellos y carros con bidones y latas. Por último, el nuevo muelle de “Los Mármoles”, obra del ingeniero D. Ruperto González Negrín, le dio el impulso definitivo a la actividad económica. Actualmente arriban a nuestro puerto grandes transatlánticos en sus rutas de Crucero, que constituyen una importante fuente de ingresos para Lanzarote.

 

       Echo en falta, sin embargo, más Centros Culturales y de Recreo donde disfrutar de una sesión de teatro, una ópera , un concierto, un ballet…, espero y deseo que nuestro querido y estimado Alcalde y la Corporación lo logren.

 

       Si atendemos al aspecto social, existían entonces las sociedades de recreo: El Casino, con sus bailes de disfraces, La Democracia, El Culantro (escindido de la Sociedad Democracia por divergencias entre sus socios) y, con posterioridad, la sociedad “.Torrelavega”,. La Democracia y el Culantro se disputaban el éxito y la duración de sus festejos, plasmando su rivalidad también en los partidos de fútbol. Y así, el “Culantro” que contaba con figuras como: Manuel Garrido, Narciso Fábregas, Jaime Marrero, Pepe Toledo, Caraballo, Nicolás Martín, Guillermo Toledo competía con el equipo de La Democracia, llamado el ” Fénix” formado por: Gregorio Armas, Modesto Armas, Pepito Miranda, Emilio Cabrera, Pepe Prats, Carlos Díaz, Rafael Clares, Daniel Cabrera, Paco Fierro, Juan Pérez y Justiniano Perdomo. con D. Manuel Camejo de entrenador.

 

        Había conejeros que preferían entretenerse con el deporte cinegético. Se cazaba especialmente en el Volcán de Tahiche y, para perseguir a los conejos, D. José Saavedra se ayudaba de su perro “Colón” y D. Rafael Ramírez de  “Tigre”. Muy comentadas eran también las regatas de balandros y de jolateros, pero más sorprendentes las peleas de gallos, a las que era tan aficionado mi amigo Emilio Sáenz. El bando Norte, capitaneado por D. Francisco Delgado, con Miguel Gopar de corredor, se enfrentaba al bando Sur con D. Andrés Fajardo y D. Fernando Rocha. Los gallos mejor cuidados eran los del primero, que salieron victoriosos en la mayor parte de las riñas. El “Pollo”, de Perico Fierro, tuvo también destacadas intervenciones.

 

       Hay algo que, a mis 95 años, no puedo o no quiero olvidar: Aquellos Carnavales que conocí de pequeño y que están tan arraigados en nuestras costumbres, aunque no tengan que ver exactamente con las Fiestas que nos congregan hoy aquí.

 

      Para la gente de mar este festejo era un imperativo vital como refleja la copla:

 

Desde que llega febrero

 

Los marinos van llegando

 

Y para carnaval

 

Los buches inflando

 

        En Las Cuatro Esquinas confluían las animadas máscaras y las nutridas parrandas amenizadas con acordeones, timples y guitarras. Desde El Lomo descendían hacia La Calle Real, allí se encontraban gran número de enmascarados con sus buches (vejiga de pescado curtida e inflada) y solían producirse los primeros saludos, bromas y combates:

 

Pleito en Las Cuatro Esquinas

 

La salsa del carnaval

 

Ya se oyen los buchazos

 

Por” toíta” la ciudad

 

 

      Pero la Fiesta por excelencia siempre fue “San Ginés”. Todos los arrecifeños esperaban esos días con especial ilusión. El día grande amanecía con el baile de Gigantes y Cabezudos, y hacia las doce se celebraba la misa solemne, a la que se asistía con las mejores galas recién estrenadas.

 

      Ya por la tarde, la zona marítima comenzaba a animarse con la afluencia masiva de personas de toda la isla, además de otros visitantes de diferentes zonas de Canarias. La visita a la Feria era imprescindible, ¿Quién no sufrió el vértigo del tobogán, o sintió el vaivén de la ola marina? ¿Quién no se emocionó alguna vez al acertar al tiro al blanco o al ganar en la ruidosa ruleta?

 

       Todo era un continuo ir y venir. A partir de las nueve de la noche se encontraban los amigos en los ventorrillos para “jincarse”  un ron,  tomarse unas carajacas y hablar de lo divino y lo humano.

 

       Aparte de la verbena a cielo raso y los bailes en las diferentes sociedades, un capítulo muy importante en las fiestas era la elección de las Mises. Las Mises de antes tenían la misma ilusión que las de ahora. Como ven, la tradición continúa y espero que por muchos años. Todos estos son los elementos que, para mí, conforman la Fiesta de San Ginés. Siempre se ha dicho que el arrecifeño es abierto y jovial, muy dado a la cháchara y al comentario jocoso,  sabía disfrutar y participar de la fiesta a pesar de la escasez de medios que había en aquella época y que, lamentablemente, también tenemos en el momento presente. Por eso, en estos días les invito al jolgorio y al goce y también me permito aconsejarles la participación en los actos religiosos en honor a San Ginés para rogarle por la salud y el bienestar de todos.

 

   Gracias por acompañar este acto con tan amable presencia. ¡Felices Fiestas!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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