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El pollón de la cenicienta

Tres cazadores furtivos de pollos de pardela cenicienta han sido sorprendidos por voluntarios desplegados en Alegranza por la ONG conservacionista que vigila la isla. No es nuevo, ni sorprende. Todos los años, a pesar de que está prohibido y penalizado con unos 9000 euros por ejemplar, son muchos los cazadores furtivos que se arriesgan y algunos son sorprendidos.

 Lanzarote, especialmente  el Archipiélago Chinijo, pero también otras zonas costeras, es elegida por esta ave migratoria para anidar. Aquí pone sus huevos, cría a sus polluelos y luego se va.  Es un ave vulnerable y por ello está protegida.

 

Los pollos de pardela fueron durante mucho tiempo un complemento a la pobre dieta alimenticia de Lanzarote, al igual que en otros lados de las islas cercanas e, incluso, del Mediterráneo. Las fijas y los hurones eran utilizados por los humanos depredadores para conseguir sus piezas en esta época, el verano,  antes de que abandonaran sus nidos a principios del otoño. Los hurones, mayores que los que se usan para la caza del conejo en paredes, se metían en la cueva amarrados para, cuando trincarán al pollo con sus afilados dientes, tirar por el hilo y sacar  unidos hurón y pollo. Aquellos nidos que están entre piedras, en plena superficie, como la mayoría en Alegranza, se cogen con fijas o las manos directamente. Ha sido una costumbre y son muchos los que se resisten a dejar de cogerlas y muchos más los que no renuncian a comérselas. Las consideran un manjar.

 

Me consta, porque así me lo han hecho saber a lo largo de estos años, que en está época se hacen bastantes asaderos con pardelas. Que los invitados agradecen el plato que consideran exquisito y rechazan que se ponga en riesgo la supervivencia de la especie, Apuntan que son miles las aves que anidan y muy pocas las sacrificadas. Que en España se prohíbe pero que, al ser aves migratorias, después se las comen en otro lado. Tan convencidos están y disfrutan tanto y temen tan poco al riesgo que corren que algunos restaurantes reservan este plato secreto para clientela conocida. Aunque quien firma, en este caso concreto, sí puede tirar la piedra sin esconder la mano, sí le consta también que sorprendería mucho a la opinión pública los nombres de  los “bocagolosas” que se han zampado unas cuántas “deliciosas” antes de salir en defensa del animal y criticar a los furtivos. Nada nuevo bajo el sol.

 

Esta denuncia no va  a hacer que se deje de cazar pollos de pardela. Desgraciadamente, es así. Este verano, seguirán haciéndose asaderos de pollos de pardela. Y muchos considerarán que están buenísimas y quedarán para seguir la comilona otro día. Así fue cuando cogieron a algún político pelando “pollos”  y cuando se ha sabido que otros han participado en esos asaderos. Hasta un forense, allá por el año 1988, decidió hacerse con unos cuantos cuerpos de pollo de pardela antes de que llegaran a su mesa de trabajo para saber de qué habían muerto. En ese caso, no le hacía falta. El sabía no sólo cómo sino de cuántos tiros, en pleno aleteo, habían muerto cada uno. Como sabe la sociedad de Lanzarote cómo mueren, para qué  y cómo se cocinan.       

 

 

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