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Jovial Elisa, R.I.P

- Pepa vente, alguien quiere conocerte.

- ¿Alguien? ¿Quién?

- Otra de las artistas que participan en la exposición que organizamos. Ven conmigo, te la presentaré.

 Así me habló Mercedes Crespo, alma mater  y presidenta de la Asociación de ayuda a los enfermos oncológicos PerpetuArte (http://www.perpetuarte.com/), la noche en que inauguramos la Exposición de Arte en la Casa Benito Pérez Armas de Yaiza, allá por el 2012. Nos habíamos juntado un grupo de soñadores de distintas disciplinas artísticas con el objetivo de conseguir fondos para PerpetuArte. Y allí estaba yo, entre muchos otros. Y allí estaba Ella, entre el gentío, los focos y los clicks de las cámaras fotográficas. Allí los medios de comunicación insulares y los políticos responsables del  municipio sureño. Allí la ilusión por formar parte de un corazón único que latía por una causa llena de humanidad, de vida, de esperanza por y para la calidad de vida. - Elisa, te presento a Pepa González, ¿querías conocerla no es cierto? - pregunta Mercedes Crespo.

- Claro que sí, qué bien. Por fin te pongo cara. Tú eres Pepa González, tenía muchas ganas de conocerte. Tienes unas fotografías que me encantan. Mucha sensibilidad. ¡Qué alegría, por fin!  - contesta Elisa Betancort

-Por Dios, cuánto elogio. Estoy abrumada. Muchísimas gracias. ¿Y tu nombre es? - interroga la que escribe.

- Yo soy Elisa Betancort.

 Y la sala se llenó con una sonrisa inundada de luz, brillante, hermosa, que daba más realce aún a unos ojos limpios, del color de la marea de la costa de Órzola. Era ella, Elisa Betancort. Magnífica pintora cuya obra yo llevaba años siguiendo de cerca. Elisa Betancort. Por momentos volcanes furiosos parientes de los de Manrique, por momentos terroríficas tormentas al más puro estilo Turner. Adoraba sus pinturas y yo, ignorante, desconocía su semblante. Elisa Betancort, conmigo, queriendo que nos presentaran, admirando mi trabajo fotográfico como yo admiraba sus pinceladas de ocres terrosos, de negro lapilli, de rojo lava.

- ¿Elisa Betancort? pregunté llena de asombro, abrumada, excitada y feliz. ¿Y te gustan mis fotografías?. Yo soy una enamorada de tus pinturas. ¡Qué alegría, por fin!

 Y reímos las dos mirándonos fijamente a los ojos, charlamos por un rato de nuestras aficiones y nuestros orígenes, degustamos vino local mientras me relataba la forma en que había pintado las obras que exponía esa noche, nos enganchamos del brazo como amigas que recién se encontraran tras un lapsus de tiempo carente de enjundia, como dos mujeres que caminaban por la misma vereda disfrutando de los mismos gustos, masticando los mismos aires y respirando las mismas letras.

¡Qué alegría, por fin!

 Elisa, donde ahora estés, vete haciendo un hueco a tu vera para cuando me toque el turno. No imagino recepción más gustosa, mejor conversación o carcajadas más llenas de verdad, que las que puedas tú regalarme.

 R.I.P mi querida Elisa.

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