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¿Líderes? ¡Mueh! (2)

Recorrido electoral  (9)

Ser un líder político no es tarea fácil. Y no depende sólo de la voluntad que pongamos en ello. Hace falta madera de líder, que tiene ver con atributos innatos y acumulación de experiencias y actitudes. También una formación adecuada ayuda. El saber qué es lo que se busca, desmenuzar de forma consciente qué se necesita  y ser capaz de proyectar las fortalezas y debilidades de uno mismo ayuda un montón. Pero después están las personas que nacen predestinadas a ser líderes, como por ejemplo lo reyes, que se le reservan la plaza desde la cuna, acceden sin oposición y la mantienen toda la vida y encima, tienen el derecho de renunciar si no les apetece. En Lanzarote, no hay reyes pero sí han habido algunos que durante un tiempo han vivido como tales y que han querido crear sus dinastías.  Eso "de los hijos de " se usa mucho en Lanzarote  y sirve igual para enchufar al hijo de funcionario donde ejercía o ejerce el padre, como si las plazas públicas se heredasen como las licencias de taxis (otra cosa que n entiendo) o para que entren a formar parte de las listas electorales en las que estaban antes sus progenitores por algo parecido a lo que en la dictadura franquista (que no franciscana) llamaban tercio familiar. Eso puede ser también tema de un artículo en este recorrido electoral.

"El hijo de" más conocido en Lanzarote lleva años liderando el PIL. Fabián Martín ha creado en estos años su imagen política dándonos a entender, sin decirlo, claro, que él es el buen Dimas. Que él, además de ser un melómano sensible y un farmacéutico bien formado, leyó los diez mandamientos  y se grabó a fuego lento el "no robarás" pero "sin nombrar en vano" al padre, del que no reniega por un montón de cosas, comprensibles como hijo pero también como beneficiario del hacedor.

Ser el hijo de Dimas, además de avergonzar por su situación actual y todo lo que se escucha, debe imponer sobremanera.  Dicen que los hijos matan, de forma figurada, al padre en la adolescencia pero en este caso podría ser al revés. La avalancha de información de su padre, unas buenas y otras realmente malas, con la que ha tenido que crecer Fabián, marcan para toda la vida. Quizás por eso, es un hombre fuerte, que ha apostado claramente por estar al lado de su padre y seguir su obra sin demasiado cuestionamiento. Convive con esa realidad y la sobrelleva con dignidad. Pero no se puede ser un líder si se está encorsetado dentro de otro líder.

Fabián Martín, por sus genes, por su formación, por su experiencia vital es carne de líder, tiene discurso de líder y tiene puesto de líder. Pero ejerce por mandato superior, y eso lo inhabilita para ejercer de líder. El líder es el líder o no lo es. Y, en estos momentos, Fabián actúa como si fuera el representante de su padre en la calle, como si su función fuera conservar el PIL como si fuera el mausoleo de Dimas y no una organización viva que interactúa con la sociedad y adapta su mensaje a la realidad de la gente. Eso le falta.

Le falta libertad para actuar, vocación de interactuar y no esperar que la inspiración le vaya venir de un vis a vis con su padre y señor.

Fabián es joven todavía y tiene todos los elementos para ser un líder. Si fuera capaz de escaparse de ese cascarón que lo encorseta y representar y hacer lo que realmente tiene que hacer estaría llamado a ser el líder natural del insularismo y del nacionalismo lanzaroteños. Pero si sigue pegado a los barrotes de su padre, políticamente, posiblemente esté escribiendo el epitafio de un PIL que ha perdido la confianza mayoritaria del pueblo de Lanzarote y el olfato para detectar carnaza con la que estimular a la población local.

Líderes pequeños

Hablar de liderazgo en los partidos emergentes es muy arriesgado. Pero tienen la ventaja de que se desplazan en una ola que ejerce, por sí, una fuerte atracción en la población. Se podría hablar de un liderazgo colectivo, que goza de predicamento sin cara y que avisa de que pueden triunfar. Pero no podemos hablar, todavía, de una persona en concreto. Ni en Podemos ni en Ciudadanos.  De Alternativa Ciudadana tampoco hablaré, aunque hay un hombre analizable por sus experiencia vital, profesional y política que podría prestarse como es Andrés Barreto, pero considero que en estos momentos no ejerce ese liderazgo ni lo va a ejercer a corto plazo. En Nueva Canarias, la labor de Alejandro Díaz tampoco es la de una persona con alma de líder y sus experiencias anteriores lo encasillarían más en un "no líder".

  Astrid Pérez

A lo largo de todos estos años de democracia local, AP y después PP han sido los grandes ausentes en la isla, a pesar de ser uno de los dos grandes partidos que sustentan el bipartidismo que ahora se tambalea en España.  La aparición del fenómeno Dimas Martín desde muy pronto, en las segundas elecciones democráticas locales y su brutal enfrentamiento con el PSOE en su primera etapa, dejó sin cancha al PP. Dimas se escarranchó con su desparpajo y atrevimiento conocidos y se comió todo el centro derecha, incluido el nacionalista, que había en Lanzarote. El PP ha sido un partido testimonial, con una representación menor en las instituciones lanzaroteñas, hasta que llegó a la Presidencia Astrid Pérez y la mala gestión de la crisis de Zapatero se unió en Lanzarote con el catastrófico liderazgo de Carlos Espino del PSOE  permitió que llegará a Lanzarote un tsunami de votos populares provenientes del PIL y de descontentos con las políticas del PSOE, que para castigarles le dieron donde más duele.

Astrid llegó y besó el santo. Y eso está muy bien en la derecha. Triunfó  en las elecciones internas  de su partido, a pesar de contar con la oposición de los mandamases del momento, incluido José Manuel Soria, que apostaba por su rival, Yolanda Perdomo. Pero ganó Astrid y activó al partido en unas elecciones internas que permitieron visualizar sus capacidades de líder también fuera de la organización. De ahí, se presentó a las locales, después de participar en una moción de censura para hacer presidente a quien después sería su peor enemigo político, Pedro San Ginés, y consiguió unos resultados históricos. El PP supera los play off de la política insular, y se ponía a la altura de CC y PSOE.  Vienen las generales, y el PP barre y se queda con senador y mete también diputado lanzaroteño por la provincia.

 Astrid estaba feliz sobre la ola del PP, hasta que llegó el debate de las prospecciones, hasta que empezaron los recortes del PP, hasta que Pedro San Ginés se mosqueó y rompió el pacto en el Cabildo, hasta que el PSOE dejará caer a Cándido Reguera de la Alcaldía, hasta que una enfermedad acabó con Cándido Reguera, uno de sus principales baluartes para afrontar estos comicios de mayo.  Negro y nubarrones, el futuro del PP lo podrían dar en la información del tiempo en lugar de los analistas políticos.

Astrid tenía dos caminos ante la nueva realidad: replegarse y esperar a ver lo que pasa o saltar al ruedo y dar la cara. E hizo lo segundo. Analizó la situación, buscó dónde había quedado el mayor boquete, el que podría desangrar al PP, y se propuso candidata a la Alcaldía del Ayuntamiento de Arrecife. Sabe que aquí se está jugando su liderazgo popular pero también sabe que si no hubiese dado el paso, el PP se caía por su propio peso, y las consecuencias serían las mismas. Valiente, pero fría. Su decisión es fruto de una larga y difícil reflexión. Pero si le sale bien, medianamente bien, gana enteros entre los líderes políticos y la sociedad en general.  Si le sale mal, seguirá de parlamentaria cuatro años, que hará doblete, y dios proveerá.

Astrid ejerce un liderazgo importante en su partido. No hay en su partido nadie que le haga sombre, aunque sí algunas personas que esperan poder cobrarle unas determinadas facturas.  Tiene madera de líder y se lo trabaja. Y transmite firmeza  y conocimiento.  Además,  conecta con esa nueva línea de mujeres del PP que quieren comerse un mundo que hasta ahora estaba reservado para hombres. Está ante su mayor reto en el peor momento del PP, si lo supera, líder habemus .

Mañana seguiré, para cerrar el capítulo de líderes, con el análisis de protagonistas municipales que ejercen de líderes allí y que, en poco tiempo, podrían estar tocando las teclas insulares. Buenas noches, perdón, buenos días, que ya casi amanece.

  

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