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La energía que nos hará crecer

Gracias a un compromiso firme y responsable con su propia tierra, los herreños y herreñas planificaron su futuro con una visión que hoy, muchos años después, les ha situado como un referente mundial en autosuficiencia energética. La central hidroeólica “Gorona del Viento”, un sueño que tejieron con paciencia y sabiduría, liderados por el entonces presidente del Cabildo, Tomás Padrón, es ahora mismo un ejemplo para el resto del Archipiélago sobre la senda que se debe seguir para afrontar el tránsito hacia la definitiva implantación de las energías renovables. Como decía otro herreño, nuestro parlamentario Javier Morales, uno de los principales expertos que existen en las Islas en el desarrollo de energías limpias, debemos ser constantes en el desarrollo de todas aquellas iniciativas que existen a nuestro alcance, aprovechando las posibilidades que nos concede la propia naturaleza, para dejar que las energías fósiles descansen en paz en Canarias.

 El Hierro ha optado por la vía más sostenible, menos costosa y menos dependiente. Una vía que en pocos años les permitirá ahorrar su factura energética y, sobre todo, contribuir con su ejemplo a apaciguar el dolor que sufre un planeta enfermo que exterioriza su sufrimiento a través de las huellas del cambio climático.

 De nada sirve ahora lamentarnos por los errores que se han ido acumulando en la definición de un programa de implantación de las energías renovables que ha estado plagado de decisiones desafortunadas y enfrentamientos entre los intereses de unos y las aspiraciones de otros. Tenemos que impulsar los cambios legislativos y las decisiones que sean necesarias para configurar una agenda de trabajo con unos plazos y unos objetivos perfectamente definidos.

 El sol, el viento, las olas y el calor geotérmico son fuentes de energía inagotables. Fuentes que no se han explorado pese a los efectos perversos de una política energética que está contribuyendo a la defunción de un territorio que, en nuestro caso, alberga una biodiversidad y un ecosistema de una riqueza extraordinaria.

 “De ilusiones no se vive, pero por ellas se lucha”, escribe el consultor político Antoni Gutiérrez-Rubí en un interesante artículo sobre la necesidad de alentar la esperanza como el mejor antídoto contra “el fatalismo, el determinismo y la parálisis”. Y esa es la máxima que ha de guiar la política que nos permitirá avanzar hacia un nuevo modelo económico en el que tengamos siempre presente las fortalezas a las que debemos aferrarnos para que las Islas se autoabastezcan con sus propios elementos (tierra, mar y aire) y seamos menos dependientes.

 Me resisto a aceptar que en Canarias hayamos asumido como una realidad inamovible las consecuencias de una crisis que, lejos de alentar el pesimismo, debemos transformar en nuevas oportunidades de progreso. Soy optimista con respecto al futuro. Y lo soy porque en nuestro Archipiélago existen miles de alternativas que nos concede la propia naturaleza para ser autosuficientes en materia energética, pero también en agua y alimentos. Alternativas que debemos fomentar, sin más dilación, en un camino que nos permitirá crecer como pueblo.

 Pese a que España se ha bajado del tren de las renovables en esta última legislatura, con decisiones desacertadas por parte del Ministerio de Industria, existen otros países europeos que continúan adelante con un propósito al que debemos sumarnos en este nuevo ciclo social y económico. De ahí la importancia de que, además del desarrollo de una estrategia autonómica y estatal, busquemos aliados en Europa para lograr la implantación en Canarias de energías no contaminantes que favorezcan la conservación del entorno y la implantación de un modelo de desarrollo sostenible. Un modelo que nos aportaría significativos beneficios económicos como la creación de miles de puestos de trabajo vinculados a las nuevas energías, la contribución a la lucha contra el cambio climático  y la disminución de la dependencia de energías contaminantes excesivamente caras.

 No podemos seguir cometiendo los mismos errores que se desencadenaron a raíz de la búsqueda rápida del desarrollo económico en las Islas sin tener en cuenta su fuerte impacto sobre la naturaleza. Todos somos responsables, nosotros también, de actuaciones inoportunas que nunca debieron haberse realizado, probablemente por deficiente planificación o por no haber contrastado debidamente sus efectos.

 Las energías renovables reducen en gran medida nuestra dependencia exterior del petróleo, que actualmente es del 94 por ciento. Contamos con parques tecnológicos en tres islas para desarrollar su implantación y contamos también en Canarias con experiencias de éxito mundial para la generación como para el almacenamiento de energías limpias. Y nuestro compromiso, como así se refleja en nuestro programa, es la aplicación de un plan específico adaptado a las cualidades de cada una de las islas o grupos de islas conectadas de acuerdo con las posibilidades técnicas y financieras. Un plan que nos permita alcanzar el nivel más próximo a la autosuficiencia, pasando del 6% actual a un modelo energético de transición que nos acerque a un 60% de renovables en veinte años.

 Decía el esloveno Janez Potocnik, actual comisario de Medio Ambiente de la Unión Europea, que “si crees que la economía es más importante que el medio ambiente, intenta aguantar la respiración mientras cuentas tu dinero”. Y en nuestro caso, en Canarias, será el medio ambiente el que aportará oxígeno a nuestra economía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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