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Editorial del domingo… Dame más, papá

Año tras año, se repite la misma historia. Como si después de un año de letargo, los políticos despertasen y descubrieran la realidad de sus circunscripciones. En el último trimestre del año, se tramita la redacción y aprobación de los Presupuestos de la Comunidad Autónoma. También en las restantes administraciones, pero concretemos en una situación con demasiadas escenificaciones viciadas y expuestas con reiteración.

El Gobierno de Canarias ha presentado el presupuesto  de 2011 y lo ha llevado, para su consideración, al Parlamento, donde ya se ha puesto en marcha su tramitación y se negocian apoyos para su aprobación. Un año, además, difícil. Al hecho de que estamos en periodo electoral, época para pedir más de lo que se puede recibir, y que el gobierno se ha quedado en minoría, se une la lamentable situación económica que obliga a recortes dolorosísimos. Esa es la realidad.

 

Pero en una situación como esta los comportamientos son iguales a otros años. Pedir y dar, sin equilibrio posible. Se pide sin sentido y se da sin consideración. El clásico campo de cultivo para que brille la arbitrariedad, para que se den gratificaciones al peso y se deforme el mapa de necesidades y prioridades hasta límites intolerables e irrisorios.

 

A Lanzarote le tocan en inversiones poco más de 30 millones de euros. ¿Es mucho, es poco? ¿Nos parece mucho, nos parece poco? Esas son las dos únicas preguntas recurrentes que surgen en las cabezas de la mayoría de los políticos, que, a pesar de lo que cobran están amuebladas con neuronas de colores de Ikea. Pero para qué es mucho y para qué es poco. Nos merecemos más, nos merecemos más, se grita con tanto desparpajo como inconciencia. ¿Más que quién? ¿Más para qué? ¿Más que cuándo?

 

Efectivamente, 30 millones de euros para Lanzarote parecen poco para tratar poco. Todavía parecen mucho menos para atender la alegría con la que se gasta en esta isla y roza el ridículo si analizamos los porcentajes de inversión aprobada y ejecutada. Pero la cuestión no es ver sólo lo que nosotros necesitamos y lo que nos merecemos sino también lo que se merecen y necesitan los otros, los que viven en las otras islas. Sin solidaridad, no hay futuro, ni principios democráticos,  ni tan siquiera derechos que reivindicar de forma justa socialmente para islas menores donde casi el 90%  de la población está concentrado en dos islas y el 80% del territorio en tres.

La cuestión es ver por qué nuestros parlamentarios hablan de unirse contra estos presupuestos porque sí,  porque esa cantidad no suena bien y no se han puesto de acuerdo para, a lo largo de todo el año, elaborar conjuntamente un listado de necesidades que poner sobre la mesa. Consensuar qué necesitamos en Lanzarote, qué es prioritario, y escribir una carta a los presidentes magos canarios con responsabilidad, seriedad, que pueda ser asumida sin crear estridencias y presionando lo necesario para que no pueda ser desatendida de forma insolidaria y torticera. Pero no se hace porque estos 8 parlamentarios sean unos vagos, que también,  o porque les importa poco, que también, o porque mientras tienen capacidad para cobrar como excelentísimos señores y compatibilizar actividades privadas y públicas con tanto descaro como buena remuneración, que también, sino fundamentalmente por la misma razón que ahora gritan como cornudos concientes cuando el hecho lo descubre el vecino, por electoralismo, por política barriobajera, por garantizar que su culo siga presionando ese sillón en el Parlamento.

 

Chillan ahora porque quieren el sillón y no quieren que se sepa que son unos consentidores anuales que se acuerdan de donde son un mes al año pero ni  tan siquiera sin olvidar que es el partido el que les pone en el sillón. Gritan más cuanto más cerca están las elecciones. Por eso berrean como venados este año. Saben que el próximo, los presupuestos postelectores del 2012, sus gargantas pueden respirar tranquilas. Pero sólo las de quienes más y mejor han gritado porque los otros tendrán que volver a trabajar, a madrugar y recibir, fuera de sede parlamentaria,  lo que realmente se merecen en sus trabajos.

 Con una lista de necesidades, con un consenso responsable, con una postura de isla, contando con ayuntamientos y cabildo, Lanzarote estaría más cerca de conseguir lo que realmente se merece para lo que realmente necesita. Pero para eso habría que pensar con la cabeza fría. Y los políticos lanzaroteños piensan con el culo caliente. Lo que quieren es el sillón y en eso están. Y nos darán lo que esos traseros consideren necesario para no poner en riesgo sus intereses. Ni lo que nos merecemos, ni lo que necesitamos.

 

       

 

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