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Perfil de senador

Sorteo Nacional de Escaños (VI)

La elección de un senador en un lugar como Lanzarote debería ser la perfecta para elegir a una persona con características concretas. Que fuese  el perfil  de la persona,  por encima de otro montón de cosas, el que decidiera su elección. Lo digo porque se trata de una elección directa, mayoritaria, el que saca un voto más tiene los gastos pagados, estancia y sueldo (lo de trabajo está por ver)  en Madrid. Además, es un cargo de representación territorial, Lanzarote tiene derecho a un representante popular en el Senado español porque así  se prevé en la Ley electoral para todas las islas menores pobladas con andamiaje administrativo del Estado. O sea, que lo que hacemos es decidir quién queremos que ocupe ese escaño que tiene Lanzarote reservado en la calle Bailén, 3, en Madrid. A partir de ahí, empezamos a decidir. Evidentemente, el Senado ya no es lo que era y los partidos en ámbitos locales como Lanzarote han dejado de considerar al senador como un objetivo prioritario. Querer comparar los previos de estas elecciones, con las de 1989, por ejemplo, cuando Dimas Martín desplegaba toda su maquinaria electoral, mediática y económica para convertir el sueño de Juan Ramírez de revalidar puesto en la Cámara en una frustración es absurdo. Allí estaba un alcalde de Teguise y consejero del Cabildo sin partido (se presentó como Independiente de Lanzarote) que quería aglutinar a su alrededor toda la derecha de Lanzarote para devolver al PSOE el golpe que le había asestado a esta misma derecha tres años antes cuando Juan Ramírez ganó al histórico y primer senador Rafael Stinga. La operación, además, era la apertura de Dimas para saltar a la política insular, después de seis años de alcalde en Teguise. No había mejor forma de ponerse en valor que demostrar su inmensa superioridad en un cara a cara.

En la actualidad, no hay ni un líder claro, ni maquinarias electorales suficientemente engrasadas ni interés en hacerlo. También en las elecciones de este siglo, la correlación con los partidos ha sido más fuerte, tanto que han ganado candidatos desconocidos y recién llegados la plaza en Madrid. De hecho, los resultados han ido parejos tanto al Senado como al Congreso de los Diputados, donde Lanzarote es un mero invitado en una lista provincial condicionada por el peso poblacional de Gran Canaria.

Partido, no persona

Precisamente esa pérdida de peso de la persona frente a la organización en una elección tan personal es lo que da alas a los candidatos de los partidos emergentes. Si Juan Ramírez ganó en 1986 gracias al tirón del PSOE, aunque en ese momento era también alcalde y parlamentario regional,  y Marcos Hernández (PSOE) en 2004 y 2008 y Oscar Luzardo (PP) en 2011 con niveles de popularidad bajísimos,  los candidatos de Podemos y Ciudadanos, peninsulares residentes en la isla, pueden tener posibilidades de ser elegidos si sus  partidos tiran lo suficiente. Me imagino  que tanto José Ramón Galindo (Podemos), 36 años, natural de Valladolid y residente en Tías  desde hace 28 años como Carmen Pellón (Ciudadanos), cántabra, residente también aquí desde hace muchos años, tengan su corazón en un puño ante la posibilidad de que las elecciones del 20D les traiga el regalo que nunca les ha dado ni la Lotería Nacional ni Los reyes Magos, que este año vienen todos juntos. Da  igual que Galindo sea maestro albañil y Pellón profesora de Instituto y filósofa.

Batir al que repite

Está claro que en estas elecciones no hay un líder desbordante. Aunque también es cierto que el que más experiencia tiene y ha cosechado el éxito más reciente es el cuarentón de Marciano Acuña (CC) , que con sus recientes conquistas de acta de parlamentario y alcaldía se presenta al ruedo con las mismas credencias políticas que Juan Ramírez en 1986, aunque con mejor currículo académico y pasado político más trillado. También es verdad que Ramírez tenía apenas 33 años, que por unos meses le quitó Marcos Hernández lo de ser el senador lanzaroteño más joven, y él iba agazapado en la siglas del PSOE con la foto de Felipe González al lado y el aliento de Agustín Torres, su gran protector en su etapa socialista.

No hay que olvidar tampoco que el candidato a batir es el actual senador Oscar Luzardo que, con 37 añitos, se plantó en Madrid en 2011 apenas unos meses después tener protagonismo interno en el PP, aunque estaba afiliado desde el 2004. Fue llegar y besar el salto. Es verdad que la ola del PP fue casi un tsunami pero cuatro años después ya sabe qué se está jugando  y qué bonito es lo que puede perder.  Oscar vive con la ilusión  de no meterse en la lista de los senadores Ramírez, que sólo estuvieron una legislatura. José Ramírez Cerdá porque sólo se presentó en 1982 y Juan Ramírez porque se llevó el peor costalazo que se ha sufrido un aspirante senatorial en Lanzarote, al llevárselo por delante Dimas casi triplicándole los votos, quedando 17.767 sufragios a 6.985 de 26.469 votos emitidos. Y eso que Felipe González consiguió su tercera mayoría absoluta.  Seguro que ese revolcón,  no se lo lleva Oscar, en una selecciones que estarán, claramente,  más reñidas.

De los ocho senadores que han salido electoralmente de Lanzarote, ( María Dolores Luzardo (PP) fue senadora pero por representación de la Comunidad Autónoma y elegida en el Parlamento de Canarias) todavía no ha habido una mujer. Tampoco ha habido  muchas candidatas y, en este momento, apenas recuerdo que lo hiciera la popular  Astrid Pérez en el 2008 y fue ampliamente superada por los dos gallitos de Tinajo, Marcos Hernández y Jesús Machín en una contienda en la que se impuso claramente el PSOE.

 En esta ocasión, además de Ciudadanos, el PSOE apuesta en femenino y la candidata Ariagona González quiere poner esa carencia de mujeres como valor. Me imagino que un partido socialista liderado por una mujer en la isla es la mejor garantía para que esta treintañera cuente con la fuerza de todo el PSOE para optar a la victoria. A su favor tiene que la base del PSOE en unas elecciones generales es la más sólida. Y si no hay marejadas con olas grandes ni azul, ni verde, ni tsunamis morados ni naranja eso es bastante importante.

¿Cuál es el perfil adecuado para presentarse a la elección de un cargo que no se sabe exactamente a qué se dedican, que no se tiene la certeza de que sea útil y se plantean incluso suprimirlo, que se conoce al candidato casi más cuando se presenta que cuando acaba y que encima algunos han sido elegidos sin ser conocidos por el 90% de la población gracias al arrastre de sus partidos?  Efectivamente, ninguno.

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