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¿Todavía por correo?

Al final, los políticos van a conseguir cambiar algo. No es, precisamente, en una cosa buena, pero todo no se puede pedir a la vez. Van a conseguir, de nuevo por su incapacidad para adaptar la cosa pública a la realidad y a los intereses del ciudadano contribuyente elector, que correos se conozca como aquel sitio al que vamos a votar cuando no podemos ir a nuestro colegio electoral. Y no se explica que a estas alturas de la tecnología de la información, internet, redes sociales, compra a distancia y pago desde más lejos todavía, siga teniéndose que ir a la oficina de Correos y hasta el colegio electoral para votar. Y no lo entiendo.

 

¿Por qué un sistema que es seguro y da garantías para que la Agencia Tributaria me dé por comunicada una notificación que me puede dejar sin nada si no la contesto en tiempo y forma no sirve para votar? ¿Por qué el sistema que se dice seguro para pagar y cargar gastos en mi cuenta corriente no es suficiente para votar? ¿Por qué un sistema que me permite desde mi casa o mi oficina, o desde la plaza del pueblo o desde la guagua, con mi móvil, renovar mi certificado digital de identificación no me permite decirle "sí quiero" a uno de estos partidos y candidatos que después hacen lo que quieren? ¿Por qué puedo hacerlo casi todo por internet y no puedo votar? ¿Por qué la gente tiene cibersexo, ciberlectura, ciberescritura y cirbersueños y no tiene cibervoto? ¡No será, precisamente, porque los políticos estén en la realidad!

Estoy seguro que no lo hacen porque no quieren, porque saben que hay medios al alcance para hacerlo viable de forma segura y barata.  Y estoy por pensar que no lo hacen por miedo. No por miedo a las rejillas ( ¡de rejas, no de rejos!) de internet, ni a los hacker ni al gran hermano que todo lo ve. ¡No, qué va! Le tienen miedo a  usted, a mí, a los vecinos, al elector. El pensar que podemos votar solitos, sin que nos salude con mirada amenazante el pagador de turno de los empleados precarios de la administración o su rival aspirante que nos lleva dando la lata hace unos meses para quedarse con nuestro voto les pone de los nervios.

Eso de poder votar sin testigos, activando unas claves muy personales, a solas, les suena a masturbación electoral.  A que en esas circunstancias, el elector sólo busca su satisfacción personal. Que el muy jodido se encasquilla en sus necesidades primitivas y sociales y se olvida de compartir los réditos del placentero encuentro con el señor del bastón y el presupuesto. ¡Vete tú a saber  lo que sale de un elector cabreado delante de un monitor! ¡Es que así es capaz que votan hasta los que nos votan por no verles la cara a los políticos! En fin, están convencidos de que es mejor seguir yendo al colegio electoral o, en su defecto, a la Oficina de Correos, donde las pachorras de algún funcionario les anime, a la próxima, a quedarse en casa y sin voto definitivamente.  Tampoco íbamos a esperar que quienes no consiguen que el paro baje del 30% en Canarias, consigan de la noche a la mañana el pleno ejercicio electoral, metiendo en la urna un voto por cada elector.

No queda otra, hay que ir al colegio electoral o a correos. En esto hay muchos jugándose el trigo como para dejarlo en las manos solitarias de los ciudadanos  y sus pajitas electorales.

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