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Ciudad a ¡N0!

No lo entiendo. Oigo a Delia Hernández, la concejala portavoz de los dos que tiene Ciudadanos en Arrecife, y me parece que se va comer a toda la alcaldesa y a todo su grupo en un santiamén. Con crudeza, critica sin contemplaciones lo que le parece que funciona mal en Arrecife. Que, por lo que también le oigo decir, es todo o casi todo. Que no trabajan, que no arreglan nada, que no ponen a trabajar a los empleados públicos, que el plan no sale, que si la basura no se recoge, que si abandonan a los mayores, que no atienden a los más necesitados, que se les apagan los semáforos, que si se creen que sólo con tapas se mantiene una familia. Y así, todo el tiempo. Es cañera, vamos. Y también su compañero, el otro concejal de Ciudadanos, Víctor Duque, que, aunque él tiene de segundo apellido Medrano, los que medran, al parecer, son todos los que cobran del ayuntamiento para conformar un grupo de gobierno inoperante. Y ahí están los dos. Con el chacachá del tren.

Todo eso me parece normal. Si se está en la oposición es para ser implacable. Se saca el palo y a todo el que no se mueve se le arrequinta un saludo de madero. Pero eso deja de servir, de ser útil, de ser una medida eficiente socialmente, si se presenta otra con más posibilidades de cambiar esa realidad que por oscura ya es negra y por negra ya se ha vuelto insostenible.

 El grupo de gobierno de Arrecife no sólo no es eficiente (que no es otra cosa que ser eficaz con la restricción presupuestaria marcada) ni tan siquiera es eficaz. Las cosas no se hacen más caras despilfarrando recursos, simplemente no se hacen y se despilfarran igualmente los recursos, no se consiguen los objetivos marcados. No voy a hacer la relación. Que cada uno apunte y valore. Por no ser, no son ni ellos. No son un grupo, son más una banda del tipo del ejército de Pancho Villa. Seis disparan para allí, cinco para acá y dos para donde les manden. Eso sí, todos cobran puntualmente y la basura sin recoger, el PGO sin aprobar, las ratas sueltas, los semáforos apagados y la gente de los Barrios y del centro harta de tanta ranchera. ¡Jaliscoooo!

Ante eso, el objetivo ya no puede ser gritar. Ante eso, ya no vale jugar a hacer más ruidos que los otros. La ciudadanía ya está cansada de tanto ruido y todo le sabe a jalapeño fuertón. Ya pica y molesta. Venga pagar impuestos, para ver sólo corridos. Arrecife no puede seguir así hasta dentro de casi dos años. Desangrándose institucionalmente, con empleados públicos que aborrecen las mañas de estos políticos y gobierno que se pierde en sus tretas personales antes, durante y después de llegar al Ayuntamiento.

Me da igual que el PSOE construya otra mayoría que le ponga las pilas a los seis concejales socialistas o que el PP, el grupo más numeroso de la oposición, con cinco ediles, se embarque en una operación de censura y derribo de aquellos. También cabe que populares y socialistas se enreden con sus once y sumen los dos del PIL para sumar trece, la mayoría absoluta de los 25 concejales y se lleven por delante en el Cabildo de Lanzarote a Pedro San Ginés, el único líder  que hay en la Primera Corporación, a pesar de sus conocidos errores. Esta última, de la que se habla mucho, no me la creo porque Astrid Pérez piensa más de lo que habla. ¡Y mira si habla!

En estas circunstancias, con dos cazadoras buscando piezas para su puzzle, Ciudadanos no puede quedarse en el gritito ya inofensivo ante el cariz que ha tomado el paño municipal. Si se quiere jugar, si se quiere cambiar algo, hay que moverse en el tablero. O estigmatizo al PSOE como el gran malo/malito/malote y me sumo a la operación 5PP, más 5CC, más 2 PIL o, en cambio, pongo la proa frente a CC  y me meto en la operación de 6PSOE, 2PIL, 2SOMOS, 2 GANEMOS. Ahora, ser duro ya no es cuestión de verbo ni de verborrea. Ser es estar dispuesto a moverse, a entrar en acción y quemarse si hace falta por esta ciudad. La hora de los cuentos se ha quedado en la Biblioteca para horario infantil. La cuestión es sencilla, ¿Quieres cambiar algo sí o no? ¿En caso de ser sí, lo quieres hacer con Astrid en la Alcaldía o con Eva de Anta?. Todo lo demás es decirle no a la ciudad esta nuestra. Es reducir la presencia de cada uno de ustedes a ciudad a ¡NO! En definitiva, en el juego chamuscado que ya teníamos por estos lares antes de inventarse la nueva política, los Albert y el color amarillo que tanto me gusta a mí en los huevos fritos. En la yema, claro. La clarita, blanquita, como la casilla de Ciudad a ¡No!s.   

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