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La mochila de Pedro

¿Pero qué pasa en el Cabildo, muchacho? (II)

Los enemigos acérrimos de Pedro lo tienen un tanto complicado para darle un zarpazo de forma certera e inmediata. Ya hemos visto que los consejeros más radicales, más dispuestos a acabar con su estrella política, que tienen como principal objetivo político y social hacer hincar la rodilla al machote de Titerroy, lo tienen difícil.

 Meter en el mismo gobierno, aunque sea para derribar a Pedro, al Podemos de Meca, o a Meca el de Podemos y al PIL de Manuel Cabrera, o a Manuel Cabrera el del PIL, es bastante difícil. No porque no quepan, que ellos por estar en el gobierno están dispuestos hasta a apretarse un poquito, sino porque si ya se encuentran en los pasillos, estando uno en el gobierno y otro en la oposición, y se quedan pensando si no lo estará siguiendo el uno al otro, imagínate si están los dos juntos en el gobierno.

Esa es una, la otra es que al PSOE, aunque le gusta la idea de mandar para su casa a José Juan Cruz y promocionar a Arroyo Ariagona González de presidenta unos meses antes de las elecciones ( es el ojito derecho de Loli) sabe que cómo le dé un margen de apoyo o gobierno a Podemos se los come vivos. Ya las encuestas dicen algo de eso ( ¡ y los sabes, Loli!), más todavía si están los de la Alternativa de Barreto queriendo crear la cosa común de la izquierda al socaire del inigualable Pablo Iglesias (II).  

En fin, que ni el PIL ni el PSOE están mucho, o nada, por mezclarse con los agitados podemitas, aunque si Somos y Tomás se ponen morrudos, y no van si no los llevan con ellos, no tiene el PSOE ni salida con el PP. ¿Que por qué lo digo? Elemental, querido Watson. Los cinco del PSOE más los tres del PP, ocho son. Más el del PIL, ya tenemos nueve y con el ciudadano Benjamín son diez. Faltan los dos de Somos para tener doce. Sin Somos, esa alternativa no es nada. Con los cinco de Somos más Podemos, como explicamos ayer, no son quince sino once porque se caen los tres del PP y el uno del PIL, ¡y otra vez en minoría! La cosa está dura.

Pero esta alternativa, con Somos pero sin Podemos, es la que tiene a José Juan Cruz yendo de madrugada, en sueños, a la iglesia de la Candelaria en Tías ( Por la de Mácher, que le queda más cerca, no quiere pasar porque el santo es San Pedro, ¡vaya casualidad!) a rezar para que la virgencita o le dé luz verde a esta opción o deje las cosas como están. Las dos que le salvarían a él. ¡Este chico siempre pensando en el bien de los demás!

Manuel Cabrera estaría encantado de tener de presidente a José Juan, sabe que no ejerce ningún control sobre los consejeros por su experiencia en Tías, donde no sólo hacía lo que le daba la gana en sus áreas sino que obligó, incluso, a Pepe a cesarle el asesor de uno de los concejales socialistas de cuyo nombre tampoco quiero acordarme precisamente. Sabe que Pepe prefiere maltratar a los suyos para garantizar que no se enfaden los otros que lo pueden dejar sin cargo. Y esa situación no tendría ni color con las exigencias de Pedro San Ginés. También el PP prefiere a Pepe en lugar de Ariagona, porque sabe que harán lo que quieran y, además, el PSOE estaría dándole de comer a un político ya amortizado mientras que con Ariagona estarían preparando una candidata y le quitarían a Loli la obligación de encabezar la lista al Cabildo. Cosa que tendrá que hacer de llegarse en la actual situación a las elecciones. Y llevaría de dos a Ariagona, por si tuviera que irse a mayores batallas. Al que tienen medio apartado los socialistas en el Cabildo es a Marcos Bergaz, del que no se fían para sus tejemanejes, aunque el chico, con bastante valía y pasión política, sigue sin despegarse del grupo de los vencedores porque sabe que para pasar frío ya viene ahorita el invierno.

La solución fácil, y seguramente sea la que saldrá, es que el PP se arrime a CC y sus dos refuerzos, el puntal venido de la costa de Tías con la bandera insularista y el palmero que va por libre, pero que tiene muy claro lo que quiere a sus años. El Pollo de Tías y el Palmero, que dos grandes luchadores aquellos en los años cuarenta y cincuenta. Sí eran también los años en los que luchaba el Pollo de Arrecife, en las Palmas, pero la capital lanzaroteña ahora no da ni luchadores ni líderes políticos.

Pero para precipitar eso cuanto antes, que es lo que dicta la lógica, las afinidades políticas, la propia praxis de ellos y los números, hace falta que Pedro San Ginés empiece a sacar de su mochila todos lo que no sea imprescindible. No me refiero sólo a sus malos modos y calenturas varias, sino también a que suelte lastre de asesores quemados y compañías curiosas. Puede ser también la oportunidad para que Pedro se reinvente y pueda ver más allá en su vida política, si los juzgados se lo permiten. Toca transitar por las montañas. O se quita de arriba todo lo que no sea imprescindible, y hace señales a sus posibles socios con franqueza y decisión o se acabó Pedro. No sé si vale la pena que se salve, pero sí debería valorarlo él. Si su proyecto no admite cambios ni regeneración, quizás Oswaldo tenga la respuesta preparada. Eso es cosa de ellos.

La mochila, Pedro, siempre es necesaria. Al principio, nos hace grande llevar una mochila grandísima. A la mitad del camino, empezamos a llevar sólo lo necesario y pesa casi tanto como al principio; al final, si se quiere llegar, sólo se podrá mantener lo imprescindible. ¿Qué es lo imprescindible? Cada uno debe saber qué cosas son las suyas, pero todos tienen que tener claro que son las que, por su aportación neta, su peso no hará zozobrar la aventura.

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