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El gallego y su dos mujeres

¿Pero qué pasa en el Cabildo, muchacho? (IX)

Los últimos movimientos del presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, buscan blindar su posición sin darse la mayoría absoluta que necesita para vivir con tranquilidad numérica el último año y medio  que queda del mandato. El dejar que Juan Manuel Sosa actúe con absoluta libertad en sus áreas y el reforzar la posición estratégica de Manuel Cabrera como vicepresidente primero le da una tranquilidad relativa, que parece garantizarle finalizar el mandato como presidente aunque sea en minoría.

También le ayuda el saber que el PP y Podemos, suma necesaria para desbancarlo sin la participación de los nueve que tiene en el gobierno, siguen entendiendo que sus diferencias ideológicas y de praxis política son todavía insalvables e indisolubles en un proyecto común de gobierno o de acción censuradora. Además, vive con entusiasmo el enfrentamiento entre Podemos y el PSOE por elegir entre sus filas a un candidato que le sustituya y que, incluso, esa pelea entre parecidos ( que no iguales) tenga a Carlos Meca entretenido en cosas orgánicas, alejado de su puesto de bombardeo permanente.

En esta situación actual, se presta al estudio la ficha que sí podría hacer cambiar algo en el tablero. Me refiero al PP y sus tres consejeros, suficientes para sellar una mayoría estable del gobierno de San Ginés hasta final de mandato y necesarios para derribarle si Manuel Cabrera se mosquea en el algún momento con Pedro y apuesta por una censura en la que no quiere ver, ni por asomo al Podemos de Carlos Meca.

Por cierto, hablando de Podemos y su portavoz cabildicio, tengo que reconocerle que sí es capaz de poner a su tocayo Espino en su sitio. Según me cuentan, el pasado viernes, al mediodía, en el programa de Alberto Acosta en Radio Lanzarote, La Destiladera, donde coinciden de tertulianos el consejero del PIL, Manuel Cabrera, el coordinador profesional de NC, Armando Santana, el secretario general insular de Podemos y portavoz de esta formación en el Cabildo, Carlos Meca, y el espadachín principal del reino de Loli Corujo, Carlos Espino (que yo sepa, no tiene cargo alguno en el PSOE y se codea con los altos cargos de otras formaciones por encargo de la reverenciada Señora), le puso, por primera vez, los puntos sobre las íes al ínclito afiliado socialista. Después de defender que, en caso de que su partido apoyara a Pepe Juan Cruz, como candidato a la Presidencia del Cabildo, en esa cada vez más incierta moción de censura, él se plantearía dimitir de sus cargos. Cuestión que a mí, personalmente, me parece de una lógica aplastante. No le parece, por lo oído, lo mismo a su tocayo, instructor de promesas socialistas, y se desató en dar explicaciones de por qué no era necesaria su dimisión y la necesidad de mantenerse en las organizaciones y en los puestos al margen de lo que pensara la mayoría.

Meca, lejos de callarse o sólo reírse de las interpretaciones de Espino, le entró con tanto acierto como decisión: "Yo tengo principios, Carlos. Esa es la diferencia entre usted y yo. Los que tenemos principios sabemos que esto no es para toda la vida y yo no puedo apoyar a alguien que he estado criticando durante años por su forma de gestionar". Pronunció, más o menos, el líder del partido de izquierda.

- Por favor, Carlos, me duele mucho que digas eso. Yo tengo principios y bla, bla, bla - respondió Espino con una voz afectada, entre incrédulo y haciéndose la víctima, mientras Armando hacía verdaderos esfuerzos para que no siguiera la discusión por esos derroteros que entendía que su amigo Espino tenía perdida. Pero Meca ya no estaba dispuesto a seguir callando, a seguir tolerando la "pavonería" típica del director de orquesta en la sombra del PSOE de Loli.

- Mira Carlos, estás imputado por delitos de corrupción en tu gestión al frente de los CACT.

Espino, que no salía de su asombro, ni se esperaba que el Podemita entrara a matar de esa manera, cuando el presume en su partido y alrededores de tenerlo subyugado, volvió a clamar clemencia.

- Por favor, Carlos, sabes que eso es una denuncia política, que se presentó por denunciar yo la corrupción precisamente.

Pero la suerte ya estaba echada y Meca dispuesto a cumplir su propio encargar: Soltar amarras con Espino.

- Sí, claro, política, por comprarle cocinas para los Centros con sobreprecio a un compañero del partido. Es que...

- Carlos, pero Carlos, Carlos - Balbuceaba Espino, noqueado, mientras Armando y Alberto le echaban un capote para sacarlo de la zona en la que estaba siendo fuertemente golpeado y daban por finalizada la tertulia ante la mirada incomprensible de Manuel Cabrera que, ante el espectáculo, se alegraba más que nunca de disfrutar de su recién conquistada vicepresidenta al lado de unos compañeros menos incisivos que aquellos de la tertulia.

Después del recordatorio, que entiendo obligado, y tan ajustado a la realidad como me lo contaron a mí, sigo con el PP y sus posibilidades en esta situación. Es verdad, que su presidenta, Astrid Pérez, que vive fuera del Cabildo por voluntad propia, ha perdido interés en la jugada cuando ha visto que la parte más rica del botín, la Alcaldía de Arrecife, se resiste a sus pretensiones en un pacto con San Ginés y, por el otro lado, con una moción de censura en Cabildo y Ayuntamiento, el PSOE no está todavía dispuesto a dársela para quedarse con la Presidencia del Cabildo. Le sorprende que el PSOE le exija a Podemos que trague carretas y carretones, incluida la candidatura del veteranísimo y cuestionado Pepe Juan, porque hay que hacer todo lo posible para evitar que San Ginés esté un día más en el Cabildo, y, después, ellos, hacen los esfuerzo justitos. Y siempre para salir como ganadores. Astrid, con tanta ida y venida, está cansada de la operación que provocó ella como una gran oportunidad al darle alas a los sueños del PSOE de quitar a Pedro.

Pero, ahora, las cosas están donde están. Pedro ya vende que el pacto con el PP no es para salvar su culo ni el de CC, que entiende salvado con la lealtad de Manuel Cabrera y Juan Manuel Sosa. Sino para gobernar con más tranquilidad y sacar las cosas importantes, incluido el presupuesto, necesario más que nunca en año preelectoral, que pueden ser hasta dos si se aligeran, y eso exige más tranquilidad a la hora de repartir. Conclusión en la que creo que se equivoca, a pesar de que la descripción del paño es certera.

Los tres consejeros del PP, Saray Rodríguez, Ángel Vázquez y María Matilde Corujo han pasado sin pena ni gloria en el debate político de estos años, en un mandato bipolarizado entre CC y Podemos, o lo que es lo mismo, entre Pedro y Carlos, con sus ataques, denuncias, acusaciones, defensas y más charangas. No sorprende por ellos que las encuestas pronostiquen una subida de la representación de Podemos en las próximas elecciones mientras que el PSOE, que se ha dedicado a bailar la yenka al más puro estilo de Pepe Juan, y el PP, que no arranca, apuntan a mantenerse como objetivo máximo.

En este tiempo, a lo único que han llegado, es a contagiarse todos del pesimismo histórico de Vázquez, que no quiere ver ni en pintura a Pedro desde que fue consejero de los Centros y rompió el pacto con el PP para meter a los socialistas en el mandato pasado. Lejos de aminorar sus críticas, las exacerba sin disimulo, no pareciendo en ello tan gallego como define su inconfundible acento. Que, por otra parte, es sorprendente, que cuanto más años lleva en Lanzarote más profundo e inconfundible es su acento galego. Una de las razones por las que se le hace poco caso en sus intervenciones en el pleno y fuera de él. El lleva como un activo ser un hombre de confianza de Astrid, a la que es leal por encima de todas las cosas. Incluido su malestar con Pedro. Si Astrid grita "Chicos, dentro"Angel se tira de cabeza, aunque sepa que en esa piscina hay muy poca agua para un PP que está pidiendo un balde ( cubo, para Vázquez y resto de residentes peninsulares) por señas.

Tampoco se explica que Saray Rodríguez no haya tenido un poco más de protagonismo ni aproveche la coyuntura para ganar popularidad insular. Después de todo, el Ayuntamiento de Tías no será popular toda la vida y si tiene dudas que le pregunte a su amigo Pepe Juan. Además, en Tías sigue metida debajo de las "faldas" de Pancho, a pesar de que ella es revoltosa como el diablo y tiene al alcalde en un permanente sinvivir, hasta el punto que este no vería mal que ganara protagonismo y se quedara en el Cabildo, para ver si en el próximo mandato, al que se vuelve a presentar como candidato, si los vecinos le dan la mayoría, puede vivirlo con más tranquilidad.

Saray, que es de la Tiñosa, prefiere pájaro en mano que cientos volando. Y, aunque es una treintañera osada, quiere dedicarle más tiempo a los expedientes y esas cosas de Tías que embarcarse en batallas inciertas con tanto malos vientos. También Maite Corujo, a la que le pesa su falta de experiencia política, es de un barrio populoso y marino, de Valterra, con lo que entiende a la primera cuando Saray le dice gira a estribor o a babor y deja al gallego que vaya proa al marisco, que a este no le quiere nadie. Ni los nuestros, sólo Astrid. Que lo quiere así, sin amores ni sentimientos, para que cumpla sus órdenes como buen templario.

Saray y Maite tienen mucho más recorrido del que han demostrado todavía. Sencillamente, no han demostrado nada. Además de chicas apegadas a sus pequeños terruños marineros, han sabido hacer de la necesidad virtud y convertirse en referentes en sus zonas, por ser capaces de formarse y pelear por prosperar con honestidad. Una es abogada y la otra técnica de Turismo, pero por el momento sólo son las chicas que se sientan al lado de Angel Vázquez en el pleno. Y eso que Saray es la secretaria general del partido, concejala en Tías y fue la candidata, la que dio la cara en unas elecciones manchadas de petróleo y abierta a las formaciones de la nueva política, donde especialmente Ciudadanos estaba llamada a hacerles algo de daño.

Quizás sea el momento, a poco más de un año de las elecciones, de hacer inventario y colocar cada cosa en su sitio. Por el momento, todo apunta a que seguirá igual. El PP en la oposición y con un profundo acento gallego en sus intervenciones. Como si quisiera mantener vivo, permanentemente, el recuerdo del chapapote (piche, petróleo, para los naturales de la isla).

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