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Noda sí da


Creo que ya lo he escrito alguna vez. Lo he dicho muchas veces y creo que también lo he escrito en alguno de los muchos artículos que publico. Para mí, los dos grupos de gobierno más equilibrados y que mejor dinámica de trabajo tienen en Lanzarote, en estos momentos, son los de los Ayuntamientos de Yaiza y Teguise. Son, y lo digo abiertamente, los dos que más me gustan.

Me gustan por dos cosas básicas. Lo explico. Por una parte, estamos ante dos equipos de personas que saben trabajar en grupo, que aceptan el liderazgo del alcalde/esa y que priorizan la gestión por encima de las disquisiciones partidistas. Y, por otra parte, me hacen recordar el equipo de gobierno que tuvo Tías en el mandato 1995-1999, el primero de Pepe Juan Cruz como alcalde, que conocí muy bien (quizás demasiado bien, para aceptar lo que vino luego) y que consiguió en las urnas, al finalizar ese periodo, un resultado tan increíble como el 72% de los votos emitidos, 13 de los 17 concejales que estaban en liza. Además, puedo decir que de forma merecida, con un trabajo ilusionado/or, de equipo, reforzando la figura del que debería de ser el líder y afrontando y solucionando problemas. Estaban juntos los siete concejales a todas horas, ganaron las elecciones por poca diferencia frente al PIL, después de cambiar de candidato a la Alcaldía y mandar a Florencio Suárez (q.e.p.d.) al Cabildo, donde hizo una buena gestión en Servicios Sociales. Se trabajó tan bien y con tanto reconocimiento que Pepe Juan, veinte años después sigue viviendo de las rentas de aquel mandato ejemplar. Pero ese no es el tema de hoy.

Oscar Noda con Gladys Acuña.

Tanto en Yaiza como en Teguise, hay equipo. En la antigua capital de la isla, formado por un sólo partido, doce de veintiún concejales de Coalición Canaria, y el municipio donde empezó la historia de la isla y del primer Obispado de Canarias, el de Rubicón, con dos partidos, con ocho concejales de Unidos por Yaiza  (UPY) y uno del PIL de diecisiete. Tienen mayorías estables y la relación entre los concejales es buena. Entienden, en ambos, la gestión pública como un trabajo de todos, donde las divisiones de áreas no son más que demarcaciones imaginarias para que cada uno responda ante el resto, y la sociedad, del trabajo realizado. Pero todos guardan una preocupación casi enfermiza porque salgan los temas suyos y del compañero, porque el éxito de ellos es el éxito de todos y viceversa. Además, todos trabajan como hormiguitas en nombre y para la hormiga reina que es la que llena de miel el rico panal. Para sus alcaldes, en quienes delegan todo protagonismo público y revisten con todos sus éxitos. Calcado en uno y otro lado. Calcado a lo que vi en Tías hace más de veinte años ya. El riesgo es que acaben como en Tías, o que quieran vivir el resto de sus vidas con el cuento de lo que hicieron ayer. Que esos alcaldes que son receptores universales del trabajo impagable de su equipo se apropien de por vida de ese éxito y  quieran sacrificar el objetivo común en beneficio propio exclusivo. Y ahora ya no digo quién está haciendo eso.

Tanto Gladys Acuña ( casi siempre que voy a escribir el apellido pongo Machín porque su sangrilla me hace recordar a su abuelo materno) como Oswaldo Betancort ( de este no conozco al padre y a la madre ni en pintura) están mejor formados, los dos son licenciados en Derecho, que José Juan Cruz (administrativo) en aquello tiempos y tienen también más dotes de liderazgo que este, que recibió la Alcaldía casi como una imposición del secretario del Comité Local del PSOE de Tías, José Alberto Reyes, que priorizó el recambio del alcalde del momento, que ya salía mal en la foto de las encuestas, al candidato, descansando el posible éxito en la lista equilibrada que llevaba.   Hasta en esto, los dos amigos, que se demuestran respeto y complicidad allí donde van después de compartir mil batallas en esa ciudad de las Palmas donde se formaron como abogados y soñaron ser alcaldes, han sido más atrevidos. Los dos "asaltaron" el Ayuntamiento con sus organizaciones políticas ya controladas. Y eran los que decían y muñían para que las cosas se produjeran a su antojo y semejanza.

Son dos políticos natos. A su manera, sin vergüenza, sin complejos, dispuestos a todo por conseguir sus objetivos. Incluso a trabajar, verbo de difícil conjugación en la política actual. No son, ninguno de los dos, amigos de enfrentamientos innecesarios y, ambos, se entregan con pasión inusitada en la búsqueda de la empatía de cualquier vecino. He sido testigo en ambos casos, de su complacencia con el vecino y de su vehemencia a la hora de resaltar la queja del otro pero, aún así, poner por encima su voluntad de arreglar el tema en tiempo corto. Cuanto más sencillo es el tema, más energía ponen en resaltar la razón del sufrido ciudadano. Al caer la tarde, en casa del afectado, no es raro que suene el teléfono y, ante el sorprendido anónimo, la voz del mismísimo/a alcalde/esa le salve de su mal y le dé la buena nueva como si fuera la hostia liberadora. También lo hacía Pepe Juan veinte años atrás.

El problema de estos líderes y de sus equipos es la gestión de la sucesión. A veces porque ninguno de los miembros del equipo destaca lo suficiente u otras veces porque todos se creen herederos universales de los valores y derechos del líder adorado. Y está la tercera, la peor de todas: que el líder se eternice en el cargo hasta llevarlos a todos a la oposición, no atendiendo sugerencias de idoneidad de refrescar la oferta política, y que, incluso en la oposición se dedique, desde donde esté, a sabotear cualquier salto generacional que cierre su etapa y abra otro periodo que pueda ser igual de exitoso para sus correligionarios y vecinos del lugar. No pondré ejemplos en este caso tampoco.

En el caso de Oswaldo, que parece que no tiene voluntad de eternizarse en Teguise, y que deja ver su voluntad, cuando las circunstancias y sus rivales dentro de CC se lo permiten, de desembarcar en el Cabildo, sorprende que no haya un número dos claro de perfil político alto que pudiera garantizar la victoria en el feudo conquistado al PIL, después de tanto años de sequía primero y de pacto después, y de respaldo electoral a él mismo  en su objetivo insular. Tanto él, Oswaldo, como ella, Gladys, tienen a su ojito derecho vigilando la caja de las perras. A pesar de la excelente relación y cariño con todos los concejales, incluido José Daniel Medina Déniz, del PIL,  que tienen los dos con sus ediles, a la hora de llegar a los concejales de Economía y Hacienda los dos no dicen sino maravillas. Y no les falta razón a ninguno, los dos son excelentes personales, trabajadores incansables y vasallos de su señor/a. Pero hay una diferencia a favor del concejal sureño frente al "villano" ( suena mal, pero trompetero no me queda mejor y, encima, él es de Tahíche).

Si a Gladys le diera por volar más alto o por causa mayor tuviera que abandonar el Ayuntamiento, lo tiene más fácil que Oswaldo para depositar su confianza en Oscar Manuel Noda González que este en Miguel Angel Jiménez. El perfil político de Noda, querido y respetado a partes iguales por sus compañeros, llega con más facilidad a los vecinos donde su cara de buena persona, su hablar tranquilo y su hasta media timidez gana empatía en la ciudadanía. Además, en su meritorio trabajo para reflotar las maltrechas cuentas municipales se ha ganado fama de duro con los incumplidores y de colaborar con los que, queriendo pagar, necesitan una flexibilización en el trámite. En ese Playa Blanca, lleno de negocios, negociantes y vividores, casi nadie pagaba impuestos municipales. Pero Noda, sin hacer ruido, calladito, sin despegarse del lado de Gladys, pero afrontando la parte dura de la cuestión, promovió primero la actualización catastral y luego puso en cola a todos los deudores. Aguantó gritos y amenazas pero no cedió un ápice. Ahora, Yaiza es otra cosa.

En la parte técnica y de gestión, Jiménez ha hecho un trabajo parecido a Noda. Siempre con la mirada complaciente del alcalde, que lo ha estimulado a base de mimo y reconocimiento. Pero lo ha hecho sin buscar más protagonismo político del que tiene. Y él estará encantado de seguir ocupado en los números y las cuentas municipales cuando se produzca el recambio, si ha de producirse. Para él, lo que quiera Oswaldo es lo que le hace feliz. Sabe que ha tenido su confianza absoluta y que otros compañeros son mejores relaciones públicas y cultivan con más apasionamiento y ambición las artes del poder.

Son dos ejemplos de equipos y alcaldes muy parecidos. Y no de forma casual. Se educaron juntos y se profesan una amistad inquebrantable, que va más allá de partidos porque, en ideas, los dos apoyan su gestión en un posicionamiento nacionalista de centro derecha pero se esfuerzan en que el estado del Bienestar llegue bien a los rincones de sus pueblos. Pero, sinceramente, la sucesión o el recambio lo tiene mucho más elaborado, quizás sin necesitarlo tanto, Gladys.  

No es una declaración de afectos, siento un enorme respeto tanto por Miguel Angel como por Oscar Manuel. Pero toca también decir las cosas buenas que tienen dos caballeros de la política. Por un lado, el primer Teniente de Alcalde, concejal de Economía y Hacienda, Nuevas Tecnologías y Régimen Interior, Catastro, Contratación, Patrimonio y Medio Ambiente de Yaiza, Oscar Noda González  (Unidos por Yaiza). Por otro, Miguel Ángel Jiménez Cabrera, concejal de Oficina Técnica, Economía, Hacienda, Policía Local, Sanciones y Medio Ambiente de Teguise.

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