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Un voto muy particular

La contundencia del voto particular del presidente de la Sala de Los Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, Antonio Doreste Armas, en la sentencia del caso Stratvs, ha sorprendido a legos y duchos del Derecho en Canarias a partes iguales. Y, sobre todo, ha cabreado sobremanera a aquellos que esperaban que los diez acusados en la causa salieran completamente derrotados de este envite judicial. Y, la verdad, no es para menos. Digo, para aquellos, que estaban la mar de contentos con la sentencia condenatoria, esperando que este fuera el cierre definitivo, no solo del empresario Juan Francisco Rosa (que todavía tiene caso Stratvs en el juzgado para rato) sino también para la política Gladys Acuña Machín.

Aunque la sentencia, respaldada por los votos a favor de las dos magistradas del Tribunal, Margarita Varona Faus y Carla Vallejo Torres, condena a 14 años de inhabilitación para cargo público municipal a Gladys Acuña por dos delitos, prevaricación administrativa y contra el ordenamiento del territorio, que le ha dejado sin alcaldía de Yaiza, desde el pasado lunes, día 29 de enero, no ha acabado del todo con ella.  Es verdad que se cae de la Alcaldía, a pesar de que la sentencia no es firme y recurre al Supremo, por lo que prevé la reforma de Ley Orgánica de Régimen Electoral General (LOREG), publicada en el BOE precisamente otro 29 de enero, el de 2011, que tiene sus primeras consecuencias en Lanzarote, siete años justos después. O sea, que Gladys se va de la Alcaldía pero mantiene su acta de diputada por NC, con muy poco ruido mediático y partidista, por ese contundente y pormenorizado voto particular del que, a la sazón, es presidente del Tribunal Superior de Justica de Canarias (TSJC) y de la Sala de lo Civil y Penal del mismo. Sin ese voto, sin esos desgarradores 37 folios de desmonte, pieza por pieza, de las argumentaciones del fiscal que hacen suyas las dos magistradas para condenar a Gladys y a siete más de los diez acusados, a pesar de que es una sentencia en primera instancia, recurrible, no firme y sólo para cargo municipal, a Gladys se la hubiesen chascado los chacales de aquí y de allí en un santiamén. No hubiese durado un asalto, y, menos dejar a su marido Blas, le hubiesen exigido que dejara todo los demás.

Pero, la entrada en escena de Antonio Doreste, el presidente del TSJC desde 2014, con más de 24 años de magistrado, cambió radicalmente la percepción de la sentencia. Leído su voto particular, su profundo disentimiento con la argumentación de sus compañeras magistradas y lo armónico de su exposición exculpatoria, se tiende más a pensar que estamos ante una sentencia abocada a ser derribada por el Tribunal Supremo que ante un monolítico planteamiento jurídico sin corrosión posible en el análisis de los magistrados en la segunda vuelta. Todo lo contrario, la  pormenorizada y didáctica exposición del magistrado presidente barrunta cambio de tercio en el TS, del que saldrá beneficiada la que salva desde ya el acta de diputada regional y maquilla, desde ya también, la bofetada judicial.

Para un lego en temas judiciales, como quien firma, una lectura de estas características, a pesar de estar acostumbrado a pasar horas y horas entre lecturas varias, es como una sopa con tropiezos. Cuando más absorto estás en la lectura de la sentencia, te aparece la referencia a la doctrina con la cita de aquella o la otra sentencia y ya te frenas en seco. A veces acudes, pero la mayoría das por hecho que esa referencia se ajusta a lo que pretende el ponente y poco más. Desde esa visión, el voto particular de Doreste Armas no sólo me parece demoledor, con un exhaustivo barrido por todas y cada una de las piezas que mueven las magistradas para colocar la dura sentencia, sino que atisbo un convencimiento jurídico absoluto en lo que está haciendo y una determinación apasionada de colocar en el Supremo una exposición jurídica con la que cerrar su trayectoria profesional, tiene 64 años, con una magistral victoria de sus tesis en el Alto Tribunal.

A su edad, desde su puesto, después de una larga experiencia de docente universitario en la rama del Derecho, presidente del Consejo Consultivo, 24 años de magistrado, no parece que sea el momento para significarse en un caso de estas características si no se tuviera el absoluto convencimiento de que se va a ganar, en la segunda vuelta. Que el convencimiento que tiene que esta sentencia está "ayuna de probanza", porque no hay un "atropello del ordenamiento jurídico" de forma "grosera" e intencionada, imprescindible para que se dé  estos ilícitos penales es total y sincero y busca el respaldo, mayoritario, ahora sí, en Madrid, en el Tribunal Supremo. Si no es así, no entiendo nada. Porque si condenan a Gladys en Madrid, la sapiencia jurídica de Doreste, con lo  bien que lo ha explicado y la forma contundente con la que ha atacado los cimientos de la sentencia, quedan también seriamente dañada.

Por el momento, dicho con absoluta sinceridad, después de leer el voto muy particular y descriptivo del señor presidente del TSJ de Canarias, el magistrado don Antonio Doreste, yo creo más en la inocencia de Gladys Acuña que cuando estaba imputada. Hasta ahora, solo veía a una política con problemas judiciales buscando argumentación para zafarse de la justicia. Ahora, bajo palabra de Doreste, veo a una mujer atrapada en una época en la que ser política y alcaldesa de Yaiza es una ventaja para pisar el cadalso político. Ahora, Doreste me ha convencido de que con cinco informes técnicos favorables, todos, un alcalde o una junta de gobierno solo pueden hacer una cosa si no quiere prevaricar: aprobarlo. Que fue lo que hizo Gladys. Salvo, claro, que se demuestre que los técnicos informantes y políticos estuvieran confabulados para alterar la realidad. Pero eso ni se demuestra ni se sugiere en la sentencia, por muy grosera que pueda parecer esa forma de actuar.

Me muero de ganas de conocer la sentencia del Tribunal Supremo. De saber cuál será la sentencia firme de este caso. De ver ese segundo partido, de segunda vuelta, en el que Gladys Acuña, la que perdió la Alcaldía de Yaiza en el primero, tiene depositada toda su confianza para recuperar la dignidad puesta en entredicho y su libertad para elegir si vuelve o no a presentarse por un acta de concejal en el Ayuntamiento de Yaiza.

Sinceramente, han conseguido que me despierte un interés extra esa sentencia que se espera para dar firmeza a la cuestión, que ha quedado en el aire, no solo porque no es firme, sino porque da la impresión también de que es muy débil.  

           

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