Logo

Somos, ¿pero estamos?

Posiblemente, de los proyectos políticos que más me ilusionaron hace tres años, en los albores de la batalle electoral de las elecciones locales de 2015, fuera el nacimiento de Somos Lanzarote. Aunque algunos intentaron sabotearlo desde dentro, desde la propia Alternativa Ciudadana 25M, embrión principal del nuevo partido, en su apuesta por una izquierda más compacta en el seno del emergente y estatal Podemos, que aventuraba dicha segura para sus candidatos, se mantuvo viva la tesis de un partido de izquierdas, nacionalista y de espectro insular, abierto a presentes y futuras alianzas en el archipiélago. No parecía que hubiera mucho espacio para crecer, y todo barruntaba que sería difícil mantener, incluso, los resultados de AC-25M, que ya venía perdiendo fuelle, ante la poderosa marca de Pablo Iglesias. Aún así, la experiencia fue todo un éxito. Su electorado supo ver la diferencia entre un proyecto local y nacionalista de izquierda frente a otro, más poderoso, pero exógeno, franquiciado y estatal. Las diferencias parecían claras. También en la gente que encabezaba las candidaturas. Factor decisivo, por lo menos en mi caso, para creerme que podían aportar cosas distintas, desde la izquierda, sin renunciar a su apego a esta tierra y a sus señas de identidad.

Con un José Pérez Dorta, en Haría; con Ayoze Callero, en Teguise; Y muy especialmente con los también jóvenes Paula Corujo, en San Bartolomé, y Tomás López, al Cabildo, compañeros en  tareas periodísticas, de trazo claro, bien armados argumentalmente, formados, de procedencia popular y personas pragmáticas, veía un proyecto de solvencia, con diferencias claras con lo que había y con capacidad para crecer, entusiasmar y resolver problemas que la política rutinaria, adormecida en el poder, ni tan siquiera veía.  No conocía de nada, en cambio, a Borja Rubio, pero en los contactos personales que he tenido con él, me pareció un hombre en la misma línea que aquellos, afable y con capacidad discursiva y expositiva. En fin, que podría haber proyecto de futuro, con futuro, con mucha capacidad de crecimiento. Y, hay que reconocer, además, que los resultados electorales fueron todo un éxito, con dos consejeros en el Cabildo, tres concejales en Arrecife ( uno prestado por Vecinos Unidos, un foco de conflicto que no se solucionó bien), dos en San Bartolomé, dos en Teguise y dos en Haría. El resultado tiene todavía mucho más mérito si se ve que Podemos también alcanzó buena representación e, incluso, Ciudadanos metió su patita en el Cabildo y en el Ayuntamiento de Arrecife. La lectura es sencilla: Somos Lanzarote puede ser la oferta más local, con carga de izquierdas y nacionalista, de la isla, que no se arruga entre las marcas emergentes de la política española.

Pero, después de tres años en las instituciones, y a las puertas de unas nuevas elecciones, Somos ha sufrido sus propias mutaciones, no exentas de traumatismo ni de desventuras personales. Pero, sobre todo, sin demostrar a las claras, con Arrecife como punta de lanza, que puede ser parte de una solución inteligente a los problemas que crea la política del sueldo, del amiguismo, de la apatía de la ciudadanía y el enseñoramiento del cargo público frente a la demanda de servicios, de una población hastiada por falta de empatía política y el despilfarro sin acción.

Cuando se tiene la posibilidad de cambiar las cosas, no basta con desearlo ni tan siquiera con pedirlo, hay que hacerlo. Y Somos Lanzarote, con un Borja Rubio que crece todos los días un palmo en la demagogia y en el cuento retorcido y estéril, no puede limitarse a escenificar su historia y esperar cosechar en el futuro ( tácticas de la vieja política que han arruinado Arrecife), renunciando a sumarse, a poner el hombro y sus manos al servicio de la solución de Arrecife. Los ciudadanos de Arrecife no van a las urnas a elegir "piquitos de oro", ni a dar cátedras de expresión oral o de filosofía filantrópica. Lo que buscan, como en todos los sitios democráticos, son personas, como ellos, entre ellos, que estén dispuestos a gestionar lo público y a rentabilizar los tributos y transferencias de capital de la administración elegida en beneficio de la comunidad. Si quieren ver películas, van al cine, o al teatro, si prefieren una escenificación más cercana. Pero en Arrecife, donde ya no hay gobierno, porque no se gobierna, ni oposición porque no se actúa ante un fallo de esas características, no se puede estar más pendiente de la prosa que de la obra. No se puede estar tranquilo con la manutención de la liberación, cuando el municipio se cae a cachos mientras quienes tienen que solucionarlo compiten por ver quién lo cuenta de mejor manera y de forma más elocuente.

La diferencia que vale, más allá de las ideas, de la procedencia y de los objetivos, es la voluntad  de resolver los problemas de la ciudadanía. Si no se te encoge el estómago al ver cómo está Arrecife, al alba, puedes seguir durmiendo. Entonces no eres un político, simplemente eres uno más que quiere vivir del cuento, llevárselo a casa con el menor esfuerzo y riesgo. Y así no hay proyecto nuevo, no hay nacionalismo serio, no hay política de izquierdas. Simplemente se está actuando como el resto, como todos. Y así es en Arrecife mayoría la sinrazón, el desgobierno y la desilusión. ¡Así son las cosas, Rubio! Y los serán hasta que se cambien. Y no se cambian solas, por mucho que la poesía nos las hagas menos amargas.

       

elperiodicodelanzarote.com