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100 días (y algunas noches)

De forma tan modesta como decidida, los consejeros del PP en el Cabildo de Lanzarote han "sacado pecho" de su contribución al gobierno insular. Lejos de esconderse, amilanarse o avergonzarse del paso que han dado, que les ha llevado desde la oposición al gobierno, los tres juntos, con el apoyo logístico del partido, se han presentado ante la prensa, con unos canapés, cafés con leche y donuts de chocolate, en un discreto desayuno informativo.

Bajo la batuta de Saray Rodríguez, que fue la candidata, aunque primero dejara la portavocía en manos de Angel Vázquez, por sus compromisos como concejala de Tías, y ahora la Vicepresidencia II, antes la I, por los mismos motivos, el propio Angel y Maite Corujo desgranaron su actuación política de estos cien días y los proyectos que quieren afrontar en el año que les queda hasta las próximas elecciones, si antes no saltan por los cielos en este gobierno de nacionalistas, populares e insularistas.

Se les notaba algo nerviosas, menos a Angel, que saca su metralleta gallega y en un santiamén te resume cinco o seis folios por delante y por detrás. Es verdad que no hay quien le entienda nada, pero eso parece ser lo menos importante. Aunque el hombre sí quiso destacar su pragmatismo, con una defensa a ultranza de una gestión realista y acorde a los tiempos. Puso sobre la mesa la necesidad de no perder de vista que están allí para gestionar durante un año y no para iniciar proyectos inacabables o darle más carrete a los inacabados. Quiere afrontar cosas que se puedan hacer, en tiempo y forma, en un año. Y en eso parece que está, según dice. Aunque, también si quiero ser sincero, debo reconocer que en mi impresión personal de estos cien días, me parece más que quiere emular la vuelta al mundo de Willy Fog que dedicarse en cuerpo y alma, y aquí y ahora, a solucionar problemas de esas muchas consejerías que lleva. Y por llevarlas, que no sea, porque ya han estado en estos cien días en Madrid varias ocasiones, en Berlín, Menorca, La Palma y suma y sigue. Y, claro, en la política todo suma pero no hay que empeñarse exclusivamente en conseguir la Iberia Oro, porque corre uno el riesgo de que lo manden para casa sin sala VIP ni embarque preferente, por mucho empleado de Aena que se sea. En fin, que no es bueno dormir tantas noches fuera de casa, porque ya se sabe que para tratar ciertas cosas no hay nada mejor que la almohada de siempre.

Para Maite Corujo, el otro (u otra) ariete popular de Saray en su campaña en el Cabildo, Bienestar Social es una experiencia tan deseada como exigente. Es una persona compleja, del PP pero muy sensible con los tema sociales, muy de no complicarse en exceso pero profunda en sus planteamientos, sin experiencia política pero con mucho aplomo. Era de las que estaban convencidas de que el PP tenía que aprovechar la huida del gobierno del PSOE para ocupar sus asientos y relanzar el proyecto. Que con casi tres años en la oposición es suficiente para darse cuenta de que el PP, ante la jauría de la izquierda, y su persistente ataque al presidente, con exhaustivo apoyo en sus medios, nada podría rentabilizar. Que si fallaba Pedro San Ginés, los beneficiados eran los Podemos, los Somos, los Ciudadanos e, incluso, el PSOE. O sea, todos menos el PP. Y que si la cosa le salía bien a Coalición Canaria y a San Ginés, los perjudicados eran todos, incluido el PP. Ante esa tesitura, el soportar parte del desgaste de los desaforados y voraces ataques de la izquierda por gobernar al lado del L'enfant terrible no era sino un mal menor. Y daba la opción de rentabilizar parte de la gestión que pudiera hacerse en un Cabildo que disfruta ahora de una muy buena salud financiera y de un impresionante presupuesto inversor, aunque sufre de visibles perversiones a la hora de afrontar su ejecución.

Precisamente, esa parte de inversiones y proyectos se la ha quedado la propia Saray Rodríguez, que es la que más experiencia tiene en gestión, con sus siete años de gobierno en Tías, y la que más recorrido electoral parece que tiene también. Decidida en su enfoque, llamando la atención de la prensa, la abogada que subió de La Tiñosa para mandar en Tías, puso sobre la mesa los más de 24 millones de euros que tiene a su alcance para gestionar este año su consejería. Y ya entusiasmada, con tanto dinero y obras, anunció su intención de repartir juego a los ayuntamientos, para que las maquinarias de estos ayudaran a ejecutar las inversiones en sus municipios y ganar en eficacia. Sobre todo, quiere hacerle un quiebro de entrada a las limitaciones descubiertas en el Cabildo, tanto en las oficinas de Contratación como en las de Vías y Obras para darle salida al gran mogollón de obras en el tiempo que es vital para los políticos, que ya sólo tienen en la cabeza, como fecha de referencia, un tal nueve de junio de 2019. Y Saray es política. Y sabe que si quiere sumar, no basta con poner los sumandos sino que hay que poner "más" también.

En esto de la política, como en tantas cosas en la vida, no hay mal que por bien no venga, que tan bien refleja el refranero español. Ese ruido de sables en los sillones cabildicios, que empezó a sonar con insistencia desde la salida del gobierno del PSOE a finales del pasado agosto, le puso en guardia. Esos movimientos que llevaron a los cinco consejeros del PSOE, a los tres de Podemos, a los dos de Somos, al de Ciudadanos e, incluso, a Manuel Cabrera ( que puede creerse que él es todo el PIL, al tiempo que declara que ni tan siquiera está afiliado al partido) a empezar a redactar una moción de censura bajo la estricta coordinación de Carlos Espino, entre tertulias y cafés, les vino como una enunciación.

Se convencieron, después de unas cuantas noches rumiando la idea, que en esta política insular, donde ya no caben mayorías absolutas monocolor, hay que empezar a saber quiénes son tus enemigos y quiénes tus amigos. Y si quienes amenazan con "levantarse en armas" contra el poder establecido en el Cabildo no parecían muy de contar con ellos, hasta el punto de que no acaban con un gobierno en Arrecife agotado y ineficaz por el solo hecho de no aupar a su líder a la Alcaldía, no queda más remedio que pensar que los tuyos son los otros. Por poco que te gusten y por mucho que te hayan fastidiado, los hechos demuestran que Coalición Canaria y el PP se necesitan mutuamente hasta el punto que ni uno ni otro quiere reconocer. Pero que ya empiezan aceptar. Y en eso consiste la cosa ahora, en ayudarse a crecer, en dejar hacer al otro, para ver si entre estos y aquellos se suma doce el próximo año. Sin olvidar tampoco, claro, que en el Cabildo hay que ser el más votado uno para que baste con el apoyo del otro y las dudas de terceros. Al presidente, como se sabe, lo eligen de forma directa los ciudadanos, pero sólo para que sea proclamado en el primer pleno del mandato. Lo que pase después ya es cosa de las sumas, restas y multiplicaciones de 23 consejeros y sus posibles, a veces hasta insospechadas, combinaciones.

 Así que quedan todavía días de gestión  y noches de reflexión, porque lo que se haga durante este año que queda puede marcar también los cuatro siguientes. Y el PP lo sabe, y su trío de consejeros lo han vivido en primera persona durante tres duros años. Aunque ahora solo se acuerden de los últimos cien días ( y algunas noches).

   

   

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