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Los grandes se hacen chicos, ¿los chicos se hacen grandes?

¡Comienza el baile! (III)

Las matemáticas, la lengua y la política son tres temáticas que me han gustado desde pequeño. Hay otras que también me  han gustado desde mi ¿tierna? infancia, aunque cada vez disfruto menos, pero no vienen al caso. Por eso, se me pasan las horas volando cuando me pongo a fisgonear entre estadísticas electorales, comportamientos políticos y textos varios. Son pautas ( y prácticas) enormemente adictivas que, además, me aíslan con suma facilidad de ese montón de problemas que esperan para resolverse por no corresponder a este mismo nivel de apasionamiento personal y profesional. Y en eso estoy ahora, cuando la mayoría de mis lectores ( y casi todos los electores) duermen sus últimas horas antes de incorporarse a sus funciones diarias un lunes que amanece mojado en Arrecife, una ciudad donde llueve sobre mojado también en la política.

Ayer, al mismo tiempo que intentaba descifrar la encuesta publicada por el C7 en su versión lanzaroteña, que me parece que está hecha con menos fundamento que intencionalidad, aunque se guarde las formas para encontrar credibilidad, repasaba los datos de todos los partidos en las elecciones locales y autonómicas de 2015. No encuentro, sinceramente, explicación alguna a la aproximación de un futuro resultado con un PSOE como primera fuerza insular. Salvo, claro, que se haga desde la desinformación del electorado, que todavía desconozca las opciones entre las que va a elegir dentro de trece meses y medio, el 9 de junio de 2019. Pero no quiero salirme de mi ¡Comienza la fiesta! para entrar en la juerga de otros. Así que me quedo en Arrecife.

En estos análisis es importante que conozcamos las reglas. Que sepamos por una parte qué es la ley D'hont, instrumento de transformación de votos en actas, y que conozcamos también que sólo entran en el reparto aquellos partidos que obtienen más del 5% de los votos válidos emitidos. Así las cosas, el partido que en Arrecife no saca más de mil votos, por ahí estará la frontera, se queda como "outsider", o sea, sin actas y con dos pares de narices. Pero si supera esa barrera puede tener dos concejales con apenas 1055 votos como le pasó a Ciudadanos en las elecciones pasadas, que consiguió la misma representación que Ganemos (Podemos) y  el PIL, a pesar de que estos obtuvieron 1559 y 1575 respectivamente, o sea más del 50% de los votos no significa más representación. En cambio, Somos Lanzarote ( "bichado" con Vecinos Unidos dentro) con 1769 votos, apenas 200 más que el PIL, sacó tres. 

Por seguir jugando con los números y evidenciar singularidades del sistema de representación proporcional, tenemos que los partidos pequeños, Somos Lanzarote ( con Vecinos Unidos), PIL, Ganemos y Ciudadanos con una suma total de 5.958 votos obtienen 9 concejales mientras que la suma de los grandes, del PSOE (3.450 votos, 6 concejales), CC (3.046, 5 concejales) y el PP ( 2.687, 5 concejales)  suman 9183 votos y 16 concejales. En definitiva, que una diferencia de 3.225 votos entre grandes y chicos significa una diferencia de 7 concejales. Lo que nos viene a decir, que es lo que nos interesa ahora y aquí, que si se estrecha un poquito más, en estas elecciones de 2019, como todo apunta, la diferencia entre grandes y chicos, quedándose todos en medianos, alrededor de los 2.500 votos, la realidad plenaria cambia de forma importante sin necesidad de que haya grandes caídas ni grandes subidas. Con variaciones de 500 votos entre quienes bajan y quienes suben, la cosa será completamente distinta y distante.

Tan importante como los "insider", los que entraron en el reparto, son los "outsider", los que se presentaron y se quedaron a las puertas del corte del 5%. Por ejemplo, NC sacó 859 votos, que no le sirvieron de nada yendo sola, pero acompañando a otro puede ser determinante para dar un salto importante. Lo mismo puede decirse de los 566 votos de IU que acabaron en el cubo de "los restos" y que sumados a Ganemos (Podemos) le pueden duplicar su representación. Y mucho más importante todavía es la correlación esperada entre partidos del mismo espectro ideológico. Por ejemplo, el debilitamiento del PIL y su posible desaparición como partido a quién beneficia. Si va en alianza electoral, parece que podría sumar al elegido, pero si no concurre o participa con sus siglas exclusivamente, la pérdida de fuelle beneficiaría a Ciudadanos (el partido omnívoro, que come de todos, aunque la rama más nacionalista huiría del naranja como gato escaldado), a Nueva Canarias y a la propia CC, dependiendo mucho adónde vayan a parar sus principales líderes, a pesar de la poca monta de todos ellos.

 La correlación entre Somos y Podemos puede ser más que probable, en beneficio del partido de Leti Padilla, que se ha mostrado más de izquierdas y sensible con las necesidades populares que el Somos Lanzarote de Borja Rubio, más amigo de predicar en el altar que a dar trigo. Y ese trasvase, por si mismo, puede significar una subida más que interesante para un Podemos que resiste como marca nacional y que en Arrecife tiene su protagonismo, a pesar de pertenecer al grupo de los partidos chicos. En estos juegos, al margen de lo que se gane del desgaste de los tres grandes, esta parte de la lucha, por una mayor representación, esperando también la llegada de la Agrupación Socialista por Lanzarote, llamado a deteriorar las expectativas del PSOE, porque en Arrecife nada apunta a que mejorará su exigua participación electoral, que no llega al 50% del censo.

Seguimos mañana, con los tres grandes, que apuntan a ser más chicos.

Comentarios

#1 Ansina 26-04-2018 10:21
"Borja Rubio, más amigo de predicar en el altar que a dar trigo". Se puede escribir en negrita, pero no más claro. Cuando los políticos, esos seres casi caídos del cielo, con afán de protagonismo, entran en las instituciones, se olvidan de la vida y problemas de los terrestres.

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