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Integración del Hospital Insular en el SCS

En primer lugar, me gustaría felicitar a los sindicatos que integran el Comité de Empresa del Hospital Insular por haber sido capaces –a pesar de las muchas diferencias que han tenido- de llegar a un acuerdo de mínimos acerca de cómo celebrar la asamblea del próximo martes día 21 que habrá de decidir si la plantilla acepta las condiciones ofertadas por el Servicio Canario de Salud (SCS) para la integración o si, por el contrario, se mantiene la negativa adoptada en su día.

Dicho esto, vaya por delante que me hago cargo de la preocupación generalizada de la plantilla ante la incertidumbre que genera todo proceso de integración y, en especial, en el personal interino. No obstante, lo que no tiene mucho sentido es que la máxima preocupación alimentada por una parte sindical sea que les ocurra precisamente lo que dicen venir reclamando hace años que suceda, esto es, que se saquen esas plazas a concurso para “darles estabilidad“. A menos que estuvieran pensando en que las plazas las habría sacado el Cabildo para adjudicarlas a dedo a los actuales interinos, no se entiende por qué hoy temen tanto lo que hasta ayer pedían.

En cualquier caso, lo extraordinario para los interinos es que el SCS no va sacar a concurso esas plazas y no solo porque sea un compromiso, sino porque hacerlo supondría consolidar una “modalidad contractual” a extinguir en el SCS, y por tanto un soberano despropósito que no va a tener lugar.

Claro que una administración pública no puede plasmar eso en un convenio porque sería contra natura, o sea, que un gobierno certifique en “público convenio” que va a mantener hasta la jubilación una situación de interinidad, cuando el deber de toda administración es, a priori, hacer lo contrario. A buen entendedor pocas palabras bastan, y no han sido precisamente pocas.

Tampoco voy a profundizar en exceso en las múltiples ventajas negociadas y ofertadas que beneficiarían a todos sin excepción, ya sean fijos, interinos o sustitutos (paga adicional, carrera profesional, incentivos, listas, cómputo del tiempo trabajado, excedencias, etc.), pero la plantilla debe saber que todo esto puede quedar en nada si no hay acuerdo y, a día de hoy, no lo hay. Lo que sí puedo asegurar es que -si soy presidente del Cabildo- habrá integración. Y la habrá, en primer lugar, porque tengo la convicción de que es bueno no solo para los interinos, sino para toda la plantilla. Por su parte, los fijos deben reconocer lo ventajoso que para ellos resulta poder optar por aquella opción de integración que más les interese y beneficie; estatutarios o bajo su régimen actual, incluidos aquellos que se encuentran en excedencia. Del mismo modo, el comité de empresa debe admitir que han logrado para los sustitutos exactamente lo que nos pedían en relación con la vigencia de las listas.

Y, en segundo lugar, habrá integración porque siendo bueno para la plantilla, no vamos a cometer la grave irresponsabilidad de perder la oportunidad de ahorrarnos millones de euros en una sanidad que no es responsabilidad del Cabildo y debe asumir el Gobierno de Canarias, lo que se traducirá en millones de euros que podemos destinar a reforzar el sistema de atención a nuestros mayores que sí es responsabilidad de la primera corporación insular. Eso es lo que llevamos décadas reclamando y eso es lo que vamos a lograr, esta vez sí.

Pero sobre todo conviene recordar a todos los que tienen que decidir su futuro, que el SCS ya ha advertido que el único argumento de peso que tiene para sostener tan ventajosas condiciones para ellos, es justamente “la paz social”, siempre que ésta sea refrendada en acuerdo de la asamblea de trabajadores y que, de no ser así, se caerá la negociación y todas las ventajas en ella contenidas para remitirnos al Estatuto Básico de los Trabajadores.   

Por todo ello, confío en que el próximo día 21 impere la cordura y el sentido común, en lugar de intereses ajenos a los de los trabajadores como ha ocurrido en tantas ocasiones. Sin ir más lejos, recientemente hemos tenido el enésimo ejemplo en los Centros de Arte, Cultura y Turismo, donde la politización sindical arrastró a la plantilla a la peor decisión. Ojalá que este no sea el caso y los trabajadores sepan discernir entre lo que más les conviene a ellos y los intereses políticos que mueven a otros.

 

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