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Excelentísima alcaldesa de Arrecife, dos puntos

Eso es lo que hay (Elecciones locales) (XXXIII)

Estimadísima alcaldesa de Arrecife:

La vi entrar nerviosa, de azul (de qué color si no), sonriente, en  el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Arrecife. Sabía usted que iba a hacer realidad un sueño muy arraigado en su ser, muy pretendido, pero también lleno de aristas. Es consciente de que no sólo había dejado al novio de toda la vida (CC), sino que había elegido como sustituto al que la ponía mal siempre, la que le cuestionaba y le acusaba de todo (PSOE). Desde la noche electoral, había cambiado radicalmente y caído rendido a sus encantos (y a sus cuatro consejeros del Cabildo que podrían dar estabilidad a la ahora su amiga Loli/Dolores/María Dolores, presidenta electa pero sin mayoría suficiente).

Estimadísima  alcaldesa, dos puntos, el problema de estas ceremonias de constitución de las corporaciones es que invitan a todo el mundo y sin lista de regalos. Así se presentan y abarrotan la sala los defensores y los contrarios, los familiares de los vencedores y de los vencidos, y se cuelan algunos libertinos de ladrido fácil e insulto viejo. Pero para esos ya están los forofos suyos, los hooligans propios, que aplauden a rabiar y se encaran con los del “Echedey”, “Echedey”, “fuera”, “fuera”. Es lo que tiene presentarse tan guapa, tan sonriente, (y tan nerviosa, que también) al acto en el que se escenifica  el nuevo acuerdo, su nueva vida, en presencia de familiares y amigos también del anterior novio, el amor de toda la vida, que, según usted, la tenía atrapada entre sus garras y con promesas de amor eterno, la mantenía secuestrada y alejada de sus propias expectativas electorales.

Excelentísima alcaldesa de Arrecife, dos orejas y un rabo para usted por la “faena” que le ha hecho a “Echedey/Echedey”, que dice el hombre que le engañó, que le dijo en el ascensor que el pacto estaba hecho con ellos y desde que tocó usted suelo en el garaje de su despacho profesional, cerquita de la vieja Casa Cabildo, puso tierra, PSOE, Somos Lanzarote y Nueva Canarias por medio.

La bancada nacionalista, la más numerosa del pleno, y eso que se presentó con uno menos, por baja temporal de un electo que sigue sin tomar posesión. Creo que son nueve concejales, de 25, aunque Echedey/ Echedey lo ha dicho mil veces ( ¡y las que restan todavía!): “Somos 9, somos 9, somos 9”, aunque se olvide después de que en el  pleno hay 25 y se queda a 4 de 13, la mayoría absoluta. Estuvo cerquita, hizo un enorme trabajo en la campaña, gracias a la manita que le echó el todavía presidente en funciones, Pedro San Ginés, pero no llegó ni la convenció a usted. Aunque, si nos atenemos a  su actitud antes, durante y después de las elecciones, se podría dudar hasta que no fuera una de las causas de su desafecto por su controlador novio político de toda la vida.

Aunque, seamos sinceros, estimadísima Astrid, “arrayase  un millo, y chico fuera”, usted desde que María Dolores Corujo le dijo ven, lo dejó todo. Y ya no volvió, la encandiló con su propuesta. Lo vio más claro que nunca, iba ser alcaldesa: “Vooooy a ser alcaldeeesaaaa”, se dijo. Se gritó. “Y sin tener que aguantarle las exigencias a mi amigo Pedro”, “Y sin tener que estar aguantando a que Echedey me esté tocando todo el día lo que no tengo”, “Si esto no es el cielo que venga Dios y lo vea”.  Y ya está.

Pasaron un día, una semana, dos semanas, veinte días y llegó el  15 de junio, entre marejadas, embates, insultos, invitaciones y amenazas. Pero allí estaba usted, vestida de azul, sonriente (y excelentísimamente nerviosa, es cierto). Contra viento y marea. Entre proclamas e insultos. Pero firme. Agradecida a su familia, dijo, con el recuerdo emocionado a su padre, el hombre que la animó a volar, que la quiso con ternura y la empujó a formarse para luchar en un mundo injustamente hecho para hombres de forma fría y calculadora (como ellos). Era su ojito derecho, como lo son todas las hijas inteligentes,  pizpiretas, de su padre. Los hombres (no todos, no vamos a marginar) siempre caen rendidos a los encantos femeninos (con más pasión si son los valores reservados a los hombres en el patriarcado social).

También tuvo palabras de agradecimiento para sus compañeros de partido y para los concejales socialistas (5) y de Nueva Canarias Somos Lanzarote (2) que tienen que luchar a su lado a brazo partido. No hay mucha madera, qué quiere que le diga, pero tiene un puntal con nombre de telenovela y formación económica, José Alfredo Mendoza, y una extranjera, Nova María Kirkpatrick, media italiana, media americana, pero con las cosas muy claras y muy bien explicadas. También me han dicho que está usted muy contenta con Roy Alfonso González (que aplaudía con una emoción como si no fuera haber un mañana; cuando prometió Cristina Duque sólo le faltó aplaudir también con los pies). Aunque también me dicen que es por aquello de que si estaba Roy no estaría Eva de Anta, la exalcaldesa, su víctima propiciatoria en la trinchera socialista.

Entre la crónica rosa que conlleva todo acto donde se reúnan más de dos personas, yo me quedó con su discurso realista, sin aspavientos, sin promesas exacerbadas, sin lista de milagros, que bastante lo parecía ya ver a socialistas históricos aplaudirle desde el patio de butacas y mirar con mala cara a los que le gritaban cosas feas, más propias de socialistas a populares, que de nacionalistas. Pero todo estaba como al revés, pero a su gusto. Me gustó que hablara del Plan General, de reorganizar el Ayuntamiento y de trabajar con ahínco por solucionar los problemas de la capital. Sé que lo va a intentar, que se va a dejar la piel, por el bien de los vecinos, sí, pero también por su futuro político. Sabe que yo, que soy socialdemócrata (Desde que mi padre me dijo que estaba el bando de los ricos y el bando de los pobres y me negó las perras para ir al cine porque tener diez hermanos exige lista de prioridades), pensaba que era mejor un pacto con CC. Lo veo más trillado, más fácil, más de enchufar la manguera del Cabildo a la capital y empezar a transformarla en cuatro años y dejarla bonita. Pero usted me empezó a hablar de maltrato, de trampas, de abuso de poder, de mirar por encima del hombre. Y entonces, como buen socialdemócrata, le dije que hiciera lo que quisiera, aunque fuera con los socialistas ( ¡qué contrariedad!). Que no sabía yo como iban a explicar ( los socialistas) a su electorado la cuestión esta de meter en la Casa de todos al PP con  mando en plaza. Pero María Dolores lo simplificó todo en echar al diablo, en desprenderse de los diez años de gobierno de Pedro San Ginés. Una pena que no tirara un poco más atrás, y se desprendiera también de los dos de gobierno de su asesor, en la época que era secretario insular del  PSOE, consejero de los CACT y alma mater de la presidenta Manuela  Armas. Seguro que querría, pero a Espino se le olvidaría metérselo en el argumentario.

Excelentísima señora alcaldesa de Arrecife, doña Astrid Pérez Batista, cómo son las cosas, toda la vida llamándome socialista a modo de insulto, sin tener yo carnet , ni parte, ni beneficio, (que conmigo son más puño que rosa) y ahora es usted la que se pasea  de su brazo por la capital y se abraza a Dolores con el entusiasmo de una colegiala. Pero todo sea por Arrecife y para reivindicarse como política. Quería el sillón y el cetro, y el bastón y la cola de gente saludándola y felicitándola. Ya la tiene. Tiene también la felicitación y mejores deseos de su amigo Pedro San Ginés, que, como un caballero, resistió sentado en primera fila, toda la sesión (aunque fuera enganchado al móvil siguiendo los resultados en el resto de ayuntamientos canarios) y fue el primero en felicitarla y darle dos besos nada más acabar su discurso.

 Ahora le toca convertir su sueño hecho realidad en el instrumento que necesitan los arrecifeños para mejorar su ciudad. Lo dijo Leti ( Podemos) y es verdad, los vecinos de Arrecife, la mayoría, se han instalado ya, desde hace tiempo, en la desilusión, Apenas vota el 46%, no creen en políticos ni en ayuntamientos ni en nada. Usted tendrá que cambiar esa realidad, dando buenas razones. No le bastará su sonrisa, su verbo fácil ni sus buenas intenciones. Tendrá que revertir esa situación. Y hacerla con todas las debilidades que tiene sobre la mesa, pero también con la fortaleza de alguien que, a las puertas de su medio siglo de existencia, ve como sus enemigos políticos naturales  (aunque Dolores sea, ahora, su “mejor amiga”) la encumbran a su sueño de  alcaldesa.

Me quedo con la sonrisa de su madre, feliz, al ver a su hija en la cima política. Y con la cara seria, y apesadumbrado, de su marido que es más consciente de lo que se le viene encima.

Suerte, alcaldesa.  Demuestre que su sueño no era probar el sillón y disfrutar de las prebendas y privilegios que lleva el cargo sino aportar sus conocimientos y experiencia a la causa pública de mejorar la calidad de vida de la ciudad. El tiempo dirá si acertó en su elección.

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