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¿Soy yo el culpable, señor?

Una electora ejerce su derecho al voto en unas elecciones pasadas en Tías.

La política se retuerce de tal manera que acaba poniendo al propio ciudadano, al elector, delante de su espejo preguntándose sobre su culpabilidad. Porque alguien será responsable de que se celebre una consulta electoral para constituir las Cámaras y conformar gobierno y se acabe convocando otra, cinco meses después, por seguir sin gobierno. Y, claro, si se convocan a los electores, a la masa donde descansa la soberanía nacional, para intentar resolver el problema será porque se entiende que tendrán que dar una distinta composición para que los políticos puedan jugar a gusto a eso de “cada oveja con su pareja”  y se pongan de acuerdo para gobernar, ese país que llaman España, de forma estable. Entonces, los políticos, esos que se jactan de representar el sentir popular, deciden, ante su incapacidad para gestionar adecuadamente la voluntad popular, que sean los electores los que hagan el esfuercito de pensar de distinta manera y votar otra cosa.

Sinceramente, no entiendo nada. Aunque sí sé cuáles son las pretensiones y que se intenta que el ciudadano vea estas elecciones como una segunda vuelta, alternativa inexistente en el  modelo electoral de España. En Francia, por ejemplo, los ciudadanos votan lo que quieren en una primera vuelta y, en una segunda, elige entre los candidatos más votados al presidente de la República. O sea, que es más comprensible que, descartado su partido preferido por no alcanzar los porcentajes necesarios, el elector opte por uno de los otros que sí pasan a la segunda vuelta. Está claro que el votante, si es de izquierdas, votará a ese partido, que no es el suyo, que más cerca esté a esos planteamientos, mientras que el votante de derechas, se aproxime, a su vez, al del lado opuesto. O que elija al que le parezca mejor persona, mejor candidato, o lo que quiera, como sustituto de su candidato preferido que ha quedado desbancando en el primer choque electoral. Comprensible y práctico.

Pero otra cosa es lo que nos plantean en el Estado español, donde nos piden que seis meses después de votar libremente al partido que quisimos, cambiemos el voto para favorecer un acuerdo entre sus señorías. Pero es que nos ponen los mismos candidatos, los mismos partidos ante el mismo electorado. O sea, cada uno y todos los partidos, con la repetición de sus listas y sus candidatos seis meses después dejan la autocrítica solo en las manos de los electores. Ellos no tienen nada que cambiar. Repiten candidato, repiten programa, repiten. .. Y de tanto repetir, repiten ya. Y, ante esa situación, usted y yo tenemos que replantearnos nuestro voto. Pero ya no en clave de si coinciden nuestros ideales con ellos, si pensamos que es lo mejor para nuestro futuro o por militancia convencida. No, muchacho, no. Ahora toca votar al margen de “esas boberías de uno o de una”. Ahora hay que votar pensando en que ellos sumen con comodidad y puedan quedar en el gobierno con sus amigos más cercanos. Esto, compañero, no parecen unas elecciones libres. Todo lo contrario, estos son una selecciones condicionadas por seis meses de chantaje partidario de los que gobiernan de forma accidental y de los que no quieren que gobierne y de los otros que quieren volver a gobernar. No hay más. No  hay mensaje, no ha y compromiso, solo consiste en facilitar un acuerdo entre los incapaces de llegar por sus propios medios, después de ser investidos por el voto popular.

Las elecciones son una consulta colectiva, busca la respuesta  de la sociedad para construir un liderazgo del estado, como motor principal de una o muchas naciones unidas. Pero es, sobre todo, un ejercicio de reflexión individual. Un hombre (o mujer), un voto. Y ahí está ese hombre (esa mujer) pensando si él (ella) es el culpable, si es él ( ella) el que tiene que cambiar su voto para que la balanza se incline para uno u otro lado. ¿Soy yo el culpable, señor? ¿Debo ser yo el que cambie el voto para que este país vaya bien?    

Las valoraciones demoscópicas apuntan a que habrá un corrimiento del voto hacia el PSOE y el PP, en detrimento fundamentalmente de Ciudadanos y también de Podemos, que se verá también afectado por la intención de Errejón de romper el voto de la izquierda, para beneficio principal de PSOE. Y tampoco entiendo del todo que un elector refuerce a quien ha tenido la oportunidad de conformar un gobierno y no ha sido capaz.Quién, a su vez, se presentó a las elecciones pasadas avalado por una moción de censura y un gobierno pegado a la izquierda y a los nacionalismos y después niega la opción de un gobierno de coalición con ella. El votar a un candidato que es muy de izquierdas para ser creíble por el centro derecha pero muy de centro para favorecer la entrada de podemitas en el gobierno. Tampoco se entiende que se castigue a Ciudadanos, precisamente, por cumplir en estos meses su máxima en las pasadas elecciones: que no pactaría con Sánchez. ¿Puede un elector, que votó hace seis meses a Ciudadanos conociendo esa opción, no votarle ahora precisamente por no llegar a un acuerdo con Pedro Sánchez? ¿Se tiene que votar al que no ha sido capaz de conformar gobierno? ¿Puede votar al PP, un votante que no lo hizo las pasadas elecciones, por no dar un paso a ningún lado?

 ¿Dónde quedó aquello de que si se quiere tener resultados distintos hay que hacer cosas distintas? Sinceramente, ¿se equivocaron los electores al votar lo que libremente quisieron? ¿Se le puede pedir a una persona honesta, digna, que seis meses después de votar en un sentido determinado, libremente, cambie su opinión, a pesar de que le presentan el mismo escenario, con los mismos actores y los mismos relatos? Yo estoy convencido de que no y actuaré en consecuencia.

Comentarios

#2 lanzaroteño 29-09-2019 21:21
Juan estas loco, como vas a dejar sin sueldo a tanto vividor del cuento.
#1 Juan 23-09-2019 10:00
Me párese injusto seria mas justo que ya que no an sido capas de llegar a un acuerdo deberían devolver los sueldos que an estado cobrando ya que no hisieron su trabajo que hubiera sido forma gobierno pues que devuelvan el buen dinero de todos los españoles pues no an echo su trabajo

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