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Carta a los Reyes (Magos)

 

Estimados Reyes Magos:

Espero que tengan a bien leer estas palabritas que les envío a no sé dónde. Espero también que se encuentren animados entre tanto jaleo de regalos y camellos. Si ven que hay coincidencia de esta con otras cartas, con mi mismo nombre y el mismo contenido, debo pedirles disculpas, pero es que en esta isla de Lanzarote a la primera no dan nada. Tampoco a la segunda. Así que seguimos intentándolo “per omnia saecula saeculorum”. Que sí, señores Reyes Magos, que puede ser para siempre y más todavía.  Ya sé que ustedes no son de aquí, pero no importa, de todos los que llegan, no sólo se quedan muchos sino que cogen rápido las malas mañas. Las de la lucha canaria, ya ven ustedes, las cogen menos.

Les escribo yo, pero creo, sinceramente, que muchas cosas que les pido las demandan también la mayoría de esta isla nuestra. O sea, que no pido para mí, sino para toda la comunidad, aunque yo, como el resto de la población, saldré enormemente favorecido. Que no les escribo para fastidiarme yo, ni para fastidiar a nadie, sino para todo lo contrario. Incluso, ustedes, que no tendrán que estar pensando en lo que quieren más de 152.000 personas que conviven en este pedazo de tierra anclado en el Atlántico y vecino de África, lleno de europeos, donde cada vez se olvidan más las tradiciones y los valores. Ya ven que ya empiezo a pedir, desde la misma exposición de motivos.

No nos vendría nada mal un poco de cordura para defender mejor lo nuestro, nuestra cultura popular, nuestro patrimonio histórico, nuestro territorio y nuestro paisaje insular. Y también a nuestra gente, caramba. Que todos somos iguales, pero también nosotros lo somos y necesitamos un “rempujito”. Y creo, Reyes Magos, que la mejor manera de conseguir esas cosas es olvidarnos un poco de la cosa de cada uno y mejorar la cosa de todos, la cosa pública, adonde cada vez mandamos más recursos y encontramos menos consuelo inversor, peor trato educativo y sanitario, y nulo apoyo social.

Estimados Reyes Magos, podría hacerles una lista de cosas que necesitamos, de infraestructuras y servicios detallados por municipios, zonas, departamentos y estamentos involucrados. Pero soy más de pedir la caña y un tutorial de Youtube y aprender a pescar. Que eso dura para toda la vida, mientras que los regalos, con el uso, se quedan rotos en cualquier esquina, como nos ha pasado con tantas obras y algunos servicios inacabados. Pero solo quiero pedirles una cosa, que no es ni cosa, pero a la vez está llena de otras cosas más pequeñas, que no son tan pequeñas, ni son cosas tampoco. ¡Ay, que me lío, Señores Majestades de Oriente!

Lo que yo quiero pedirles, Baltasar, Gaspar y Melchor, aunque ustedes sean Reyes de los tiempos del blanco y negro, es una política del siglo XXI. Unos políticos honestos, Majestades; unos políticos que entiendan lo que es la cosa pública, Majestades; unos políticos que sepan que ellos no son los dueños de nada por el mero hecho de haber sido elegidos para representar al pueblo, Majestades; unos políticos que no se enfaden cuando los coges en un renuncio, sino que sepan aprovechar la oportunidad para mejorar y manifestarse con sinceridad. Unos políticos que no se lleven para su casa y para las de su amigos, familiares y allegados lo que tenemos para repartir, con equidad, entre todos. Unos políticos que no se olviden que la señora que va a pedir algo, podría ser su madre hace unos años, que el joven que quiere una mejor ayuda para estudiar, podría haber sido él cuando estudió, o la que él necesitó y nunca le dieron políticos como él. Majestades, ya sé que todo el mundo piensa que las cosas son así. Algunos, por interés te quiero Andrés, miran para otro lado, mientras ellos vayan calentitos; otros, Majestades, simplemente confían en que los políticos sean buena gente como son ellos. Que piensen con respeto en los otros, que no se queden con lo ajeno. Que tengan sensibilidad, que aprovechen su posición para darle a su pueblo, que será también de ellos y de sus descendientes, una calidad de vida que le puedan agradecer. Majestades, no quiero más presupuesto municipal, ni más presupuesto insular, ni más partidas del gobierno de Canarias.

 Que no, que no pido nada de eso, que eso vendrá solo si ustedes, Reyes de la estrella fugaz y el Belén milagroso, me ponen políticos decentes, con visión y entereza, al frente de mi cosa pública local e insular. ¡Que sí, que solo quiero eso! Que no pido un euro, ni uno, ni para mí, ni para esta isla. Que si tapamos los agujeros por los que se van inexplicablemente del erario público, si ponemos políticos que sepan gestionar, que conozcan las necesidades y que estén dispuestos a trabajar por un sueldo justo y por el reconocimiento social de toda esta gente nuestra, nos sobra dinero. Y fuerzas para pedir más si es necesario, o para contribuir más. Porque lo que nos duele cada vez más es pagar impuestos nórdicos para tener servicios africanos. Nos desmoraliza ver cómo se lo llevan mientras empeoran los servicios más elementales.

Ya lo sé, ya lo sé, Majestades en blanco y negro, reyes todos, iguales siempre. Que sí lo sé, que las elecciones fueron en mayo, y que incluso nos dieron una segunda oportunidad para arreglar cosas en noviembre, en lo que llamaron la segunda vuelta de las generales. Y es verdad, aquí todo es dar vueltas. Que lo sé,  que sé que no estamos en uno de aquellos vergonzantes reinados absolutistas, donde eran ustedes, los Reyes, los que quitaban gobiernos y ponían títeres. Lo sé. Pero, estimados Reyes, esto es una farsa más grande que la de los Reyes Magos, con todos mis respetos, Majestades. Aquí se presentan como socialistas vividores de tres al cuarto, como nacionalistas gente que no sabe ni hablar canario y, además se avergüenza de no hablar mejor el castellano ibérico, aquí se presenta gente que lo único que quiere es comprarse un mejor coche, una mejor casa, o cambiar de querido o querida, por esas boberías de la erótica, sin más proyecto político. Gente que cree que mintiendo una y otra vez no importa que el presupuesto público se licúe en su bolsillo en lugar de darle más solidez a las infraestructuras y servicios públicos. Estos, todos, o casi todos (hay algunos que apuntan maneras, pero están bajo el yugo de los mayoritarios perversos), creen que han asaltado la casa de los Reyes de los Magos, con perdón, en lugar de haber sido elegido para representar al pueblo y defender sus intereses. Los de todos, le hayan votado o no. Ni eso saben, señores Reyes Magos, creen que las corporaciones son de ellos y para ellos y sus palmeros. Aquí se presentan unos como de derechas y otros como de izquierdas y acaban gobernando juntos. Y si no les llega, compran a un médico saltarín, a un consignatario charlatán y a quién sea aquí y allá. ¡Qué buenos sátrapas para aquellos otros tiempos!

Quisiera creer que todavía se puede hacer algo.  Que ustedes, los Reyes Magos, con varita o con porra, pueden cambiar estas cosas. Yo solo pido una generación de políticos honestos, sacada de ese montón de gente honesta que hay en esta isla. Yo solo pido que nos gobiernen personas nuestras, que piensen en nosotros, en lugar de solo en ellos y los suyos. Ya van cuarenta años, ya toca.

P.D.: Y ya puestos, si pueden, me traen una colección con todas las canciones del que espero que sea hijo predilecto de Lanzarote más pronto que tarde, el tiñosero Ico Arrocha. Ya que tengo que esperar sentado, que sea a gusto.

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