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Cayó Espino

Aunque todo estaba amañado para que Carlos Espino anunciara su dimisión el próximo martes, día 20 de diciembre, con la complicidad de todos para verlo como una decisión ajustada a los malos resultados electorales del partido, el ya ex secretario insular de los socialistas lanzaroteños precipitó su salida al mediodía de ayer. Espino aprovechó su adelantada rueda de prensa para anunciar que se iba porque “representantes del partido” habían abierto un debate a golpe de titulares de prensa, impidiendo así que fueran los afiliados los que, con tranquilidad, tomaran las decisiones. Espino dijo que él quería llegar hasta el congreso insular como secretario general y que allí, después de que él pilotara todo el proceso electoral interno, se produjera el normal relevo.

No dudo que Espino sea sincero. Realmente me creo que dimitió porque no le quedó otra y que a él le hubiese gustado llegar hasta el Congreso o hasta la Luna si se tercia. Maldita la prisa que él tiene de irse. ¿Y de irse adónde? Esa es otra pregunta que no toca responder hoy. También entiendo que arremetiese contra los socialistas que dijeron públicamente lo que pensaban y lo que estaba pasando. Lo entiendo porque esa es una de las causas que lo hace caer: el que se sepa su situación de debilidad extrema. La otra es que quiere hacer llegar un mensaje a  la Ejecutiva Regional, valedora de él y su gente, para que vea qué malos son algunos de los chicos que quieren la gestora.

Carlos es un estratega y persona cabal e inteligente. A pesar de que acabe su carrera política, por lo menos, por el momento, de esta manera: perdiendo casi todo el poder en la isla a los pocos meses de ser elegido secretario, imputado judicialmente por su labor en los Centros Turísticos, abofeteado por los electores en dos citas electorales hasta el punto de quedarse sin sillón parlamentario a pesar de que iba de número dos en la lista, y, finalmente, apeado de su cargo de secretario general seis o siete meses antes del congreso insular ordinario. Primero partió el partido en dos para ser secretario general  y, luego, con sus formas de ser y hacer se los echó a todos en contra. Con todos, con los 7 secretarios locales y el de juventudes en su contra, Espino sólo conserva el apoyo de Isabel Tenorio, Miriam Ibot y algunos pocos miembros más, de menos trascendencia.  Los apoyos fuertes de Espino, los que movilizan militantes, ya están en otro lado. También sus alter ego. Espino acabó como se esperaba y es que nadie escapa a su destino.

 Cuando hace dos semanas, Carlos Espino convocó la Ejecutiva no se esperaba una respuesta tan amplia y contundente contra él. Mucho menos que le pidieran que dimitiera como mal menor. Ante esa situación, pidió la carta del comodín, llamar a la Regional para ver cómo se podía escabullir. Pero no hubo tu tía ni con Julio Cruz de moderador. Aún así, lo que salga del partido socialista puede ser cualquier cosa, menos el regreso de Espino. Se ha quedado Espino con tan poca gente, que ya es de presumir que los mismos que lo hacían bailar a él sigan marcando el ritmo y el partido no se renueve, como parece que es lo que quieren las bases y, si no atenemos a los resultados, también los electores.

 Por el momento, toca conformar la gestora y ahí ya veremos quiénes están por responsabilidad, todos los secretarios locales, y por interés personal. Y también se verá por quién quiere apostar la Regional, que tutoriza la creación de cualquier gestora. Carlos ya cayó pero esa condición necesaria para que el PSOE cree un nuevo mensaje, no es suficiente. Habrá tiempo para ir viéndolo.

 

   

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