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EDITORIAL Un ministro de Turismo para Canarias

Los nombramientos de ministros por parte del  nuevo presidente de España, Mariano Rajoy, han estado en la línea de los previsibles. Rajoy, que es un hombre con una enorme experiencia de gobierno, no es muy dado a los fuegos de artificios ni a actuaciones sorprendes. Es mucho más reposado y de los que gusta ir por la derecha pero también por la senda más segura. Los nombres de sus grandes ministros, De Guindos, Montoro, Gallardón, Pastor, Cañete, Soraya Santamaría, entre otros, entraban en todas las quinielas y salieron. También se nombró con insistencia la posible presencia en ese gobierno del presidente del PP en Canarias. Y también recibió el encargó de Rajoy: José Manuel Soria es ministro de Industria, Energía y Turismo. Un Ministerio de un enorme peso para Canarias.

El ministro Soria puede hace mucho para y por Canarias desde esa posición privilegiada en momentos de enorme dificultad y cambios económicos. Las deficiencias energéticas de Canarias  y el estancamiento y envejecimiento del modelo turístico piden a gritos una intervención decidida desde donde hay recursos y conocimientos para afrontar ese reto. E futuro de Canarias se decide en esa cancha, y no es poco que Rajoy haya puesto de árbitro a un canario con la experiencia política y el conocimiento suficiente para esforzarse en dar el espaldarazo necesario. Puede ser el momento de Canarias y también una oportunidad para demostrar el PP que se puede apostar por Canarias sin llevar pegadas las siglas de CC.

 El principal problema que tiene José Manuel Soria para conseguir ese objetivo es él mismo. Que se deje llevar por las cuitas locales y el cainismo político canario y no sepa ver su verdadera función. Está claro que Soria tendrá que mirar para toda España y que no será fácil en tiempos de crisis verlo todo y encima actuar con la cabeza y el corazón en una parte: en Canarias. También aquí se la juega el Gobierno de Canarias. En esta ocasión, la mayoría absoluta con la que cuenta el PP resta cualquier posibilidad a las maniobras parlamentaria sustentadas en aquello de “y mis votos son necesarios”. Esa experiencia no sirve en este momento. Esperemos que tantos unos como otros antepongan una oportunidad que puede ser histórica a sus propias filias y fobias. En este envite nos va mucho más que un par de copas.     

 

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