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1º de Mayo de la pandemia

Las consecuencias económicas y sociales de la pandemia han alterado el contenido de las reivindicaciones del 1º de Mayo y la celebración misma del Día de los Trabajadores. Pero la ausencia física de manifestaciones y concentraciones, y el propio carácter virtual de la convocatoria sindical, no nos hace perder de vista lo fundamental: el trabajo sigue siendo un pilar esencial e insustituible en nuestra civilización, y todavía debe conquistar espacios de dignidad, universalidad, adecuada remuneración y estabilidad.

 Durante la cuarentena, unos trabajos han sobresalido más que otros. Nuestros aplausos no hacen justicia a la gratitud que sentimos hacia las mujeres y hombres que han mantenido en pie el país durante largas semanas, y a quienes todavía les quedan muchas jornadas de entrega y esfuerzo. Pero, a la vez, todos los trabajos son importantes, como iremos viendo en las próximas fases a medida que el país vaya recuperando su actividad económica y su ritmo vital.

 Sin embargo, una idea central sobrevuela este extraño y atípico 1º de Mayo de la pandemia. Se trata de un gran pacto de estado por la reconstrucción de la economía y el empleo, un proceso que va ser lento para no poner en riesgo vidas y la salud pública y que reclama un amplio acuerdo entre los partidos y el mundo empresarial y social. Confío en que se selle ese gran pacto, a pesar del calculado oportunismo que se aprecia en el principal partido de la oposición.

 Sin salirme de Lanzarote y La Graciosa, las islas que me honro en representar, alrededor de 20.000 personas trabajadoras se encontraban afectadas por Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) hasta mediados de este mes de abril. Hablamos de más del 30% de los ocupados, mayormente en micro empresas de la hostelería y el comercio de entre uno y cinco trabajadores. Esta radiografía es bastante común en el resto de Canarias y en muchos lugares del país donde predomina el sector de los servicios y el turismo, precisamente, los que más tardaremos en recuperarnos de las consecuencias económicas causadas por la pandemia.

 Por eso, porque nos aguardan tiempos difíciles, la amplia cobertura de protección que ofrece el estado del bienestar desempeñará en los próximos meses un papel protagonista para que, de una u otra forma, nadie se quede sin ingresos y para ayudar a que las empresas y los autónomos recuperen su actividad y generen empleo. Pero, en el horizonte cercano ya se vislumbra que otro mundo es posible y que podemos alcanzarlo, basado en un modelo productivo que no esquilme los recursos naturales, libre de la dependencia del petróleo, respetuoso con los derechos humanos y orientado al logro del bienestar de las personas mediante la adecuada prestación de los servicios públicos esenciales.

 No obstante, hay algunas reivindicaciones laborales que no han perdido su vigencia, como la lucha contra la precariedad en el empleo, contra los bajos salarios, contra la brecha salarial, por la negociación colectiva y por la dignificación de las condiciones de trabajo. Asimismo, resurge con renovada fuerza la necesidad de proteger las nuevas formas de empleo atípico en la era digital, para que la ampliación de los derechos laborales y de protección social alcance a más personas y a los empleos emergentes. O una estrategia integral de activación para el empleo, formación y recualificación de las personas trabajadoras que incluya la adquisición de las habilidades digitales básicas. O reforzar a las organizaciones y actividades de economía social, como modelo de empresa sostenible, integradora y generadora de empleo de calidad.

 Comencemos a salir de nuestro confinamiento respetando las normas para evitar contagios y salvar vidas, seamos solidarios y hagamos lo posible para que nadie se quede atrás, y contribuyamos entre todas y todos a forjar el pacto de reconstrucción de la economía y del empleo que este tiempo nos reclama.

 

Francisco Manuel Fajardo Palarea, senador del PSOE por Lanzarote y La Graciosa.

 

elperiodicodelanzarote.com