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El Día de la Independencia

En muchas ocasiones, encuentra uno momentos de verdadera plenitud cuando comparte opiniones y sobremesa con amigos de toda la vida. Con personas a las que no vemos habitualmente, pero con las que mantenemos una empatía especial. Que sabes que están ahí y que en cualquier momento puedes acudir a ellas y encontrar a la persona de siempre, al amigo. No sé por qué se dan esas circunstancias ni tampoco las contrarias. Que también las hay. Esas otras personas que desde que eras pequeño te despiertan desconfianza y te daban repelús y que treinta o cuarenta años después, a pesar de que apenas las ves o que sabes que durante estos años tampoco han pasado cosas para despertarlos o confirmarlos, esos sentimientos se mantienen inalterados.

Hace unos días, disfruté de almuerzo y larga sobremesa con uno de esos amigos. Apenas tendré diez amigos, o menos, con las características descritas que se mantienen en la recámara de mis afectos como una reserva sentimental desde los tiempos de la escuela o el instituto, o desde los tiempos en los que practicaba la lucha canaria, el fútbol o la caza. O, simplemente, coincidíamos en la guagua en aquellos diarios bajar y subir de Tías a Arrecife. Hablamos de muchas cosas, siempre lo hacemos, con absoluta normalidad y sinceridad, a pesar de que había pasado más de un año del anterior encuentro. Y me quedó un regusto especial cuando acabó. Y no fue porque, en esta ocasión, los gastos corrieran a su cargo. Entre los temas, como los dos conocemos Tenerife, la isla y un poco también su sociedad y su política, surgió el de los derroteros independentistas del ultraconservador y ultrainsularista periódico El Día. Nos reímos un poco de las viejos editoriales que recordábamos y analizamos los nuevos. Y él, que es listo y agudo, me repitió una pregunta que le había hecho un amigo suyo en Tenerife la última vez que estuvo allí y que seguro que le provocó la misma curiosidad que a mí. De otra forma, no se explica que la retuviese en su mente y la soltara allí de forma tan intencionada.

 Superado el momento de los anecdóticos editoriales, de la pregunta sobre la edad real del editor de aquel periódico y del arraigo social que tiene El Día entre los chirrarreros, donde conviven 31 municipios, más de un millón de habitantes y un sentimiento insularista ruralizado fortísimo, me repitió la pregunta que le hizo su intelectualizado amigo tinerfeño. El Día es lo que es, me dijo. Y tiene la fuerza mediática que tiene, recalcó. Y, es verdad, la mayoría de sus planteamientos para llamar a la independencia son falacias, necedades o medias verdades, ¿pero cuál va a ser la incidencia real de esa posición defendida diariamente desde el mayor y más leído periódico, con diferencia, de Tenerife sobre la mitad de la población de Canarias?, remató. ¿Cuál va a ser su contribución al levantamiento de pasiones independentistas serias en un futuro cercano? El tema es francamente prometedor.

 Ahora, viendo como está actuando el gobierno español con las prospecciones petrolíferas, las razones son más evidentes y compartibles. El maltrato con el que reacciona el Estado español, sin atenerse a negociaciones y entendimientos hace que las prospecciones se vean más como un latrocinio de estado contra Canarias que como una medida racional para enderezar las cuentas estatales de hidrocarburos. No hay un canario, al margen de los representantes de las patronales empresariales de Tenerife y Gran Canaria y los líderes del PP, que pueda entender que se vayan a sacar 100.000 barriles diarios de petróleo de nuestras arcas costeras y ese recurso no deje en Canarias ni migajas. No se explica que Canarias tenga esa riqueza y que se pretenda sacar sin querer convertirlo en una garantía cierta para potenciar un modelo económico regional sólido que de viabilidad a la sostenibilidad de estas tierras y su gente. No se puede entender que El Estado nos vacíe nuestra bolsa de petróleo gratis total para equilibrar sus cuentas estatales. Que nos trate como si no fuéramos nada. Como si no tuviéramos el más mínimo derecho sobre nuestro territorio ni la más mínima necesidad. Actuaciones así, harán que los canarios estén más cerca de los peligros que puede provocar unas prospecciones petrolíferas y quieran estar más lejos de los peligros que representa en estado español. Más cerca de El Día de la Independencia.

 Mira que ya decía Antonio Cubillo, hace un par de décadas, que en Canarias había petróleo y, al final, va a tener razón hasta en que tendremos que hablar en Guanche porque está claro que en castellano no nos entiende el gobierno español.   

 

 

 

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