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Andalucía y Asturias, tan lejos, tan cerca

 Entre Andalucía y Asturias no hay un mundo pero sí casi una España. En extremos geográficos y de tamaño opuestos, han mantenido entre sus coincidencias el haber estado gobernadas durante estos treinta años de Autonomía por el PSOE. Con matizaciones, pero con “el puño y la rosa” como principal referencia política y muñidor de sus instituciones.  Es verdad que en Asturias, la derecha ha gobernado, aunque poco en el Principado más por sus diferencias que por ese enamoramiento del pueblo con el socialismo. Ahora está de presidente un ex PP, Francisco Alvarez Cascos, y fue precisamente la creación de su nuevo partido, Foro Asturias, lo que impidió una mayoría holgada del PP.

La división de la derecha ha ayudado también a que el PSOE, apuntalado por la izquierda, se mantuviera durante tantos años en el poder autonómico y en la de la mayoría de las poblaciones, lo que ha significado que fuera conocida como una comunidad fiel al PSOE. Como Andalucía, donde el PSOE  no ha perdido el poder en 30 años. Ahora, con matices también, las dos se balancean en la marea azul de la derecha y amenaza naufragio. Más claro en Andalucía, pero también Asturias tiene muy pocas posibilidades de una mayoría suficiente socialista.

 

Hay diferencias: la corrupción de la pequeña y uniprovincial comunidad asturiana, con poco más de un millón de habitantes, nada tiene que ver con la que se ve y se lee en la comunidad autónoma española más poblada, más de ocho millones de habitantes, segunda en superficie y primera también, por lo que se ve, en alterar EREs y componendas. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Eso es así, Y como los partidos no son capaces de autocontrolarse, la única reserva es la alternancia. Aunque ideológicamente no sea su partido, el votante al final da el salto por higiene política. Por salvar sus ideas y su partido. Fuera del poder, el partido se regenera y vuelve a ocupar, con el tiempo, su espacio y le da relevo al que persiste en sus propios errores.

 

Las dos comunidades, Asturias y Andalucía, tan distintas y distantes ellas, viven hoy su día de reflexión. Hermanadas por sus sentimientos socialistas históricos verán como el azul del mar que les pone límite a una por el norte y a la otra por el sur, les dejará sin poder. En la comunidad que reflejó el impulso de la reconquista y en la otra que dio cobijo al musulmán durante siglos, los socialistas van a tener que llorar como niños lo que no han sabido defender como progresistas. Se cierra el ciclo electoral español, el lunes cuando se sepa quiénes ocupan los 45 escaños del Parlamento asturiano y los 109 del andaluz, empezaremos a conocer cómo se las gasta Rajoy sin consultas electorales y refrendos a la vista.

 

El lunes, la resaca electoral de dos comunidades, a la que pertenecen casi uno de cada cuatro españoles, nos devolverá a la realidad de un inmenso gobierno central de derechas, con apoyos mayoritarios en muchas de las comunidades autonómicas y dispuestos, ahora sí, a aprobar unos presupuestos para este año 2012 que nos apretará el cinturón hasta lo indecible. La cosa va estar más para zapatear que para cantar el Asturias, patria querida.

 

 

 

       

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