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Presuponer el pasado, presupuestar el futuro

En estos momentos (en los que escribo yo y no sé si en el que usted lee), los consejeros del Cabildo de Lanzarote, bajo la batuta de su presidente, están en pleno debate de los presupuestos de la corporación para este año. Aunque parezca contradictorio lo de presupuestos y para este año a finales de marzo es así y hasta tendríamos que alegrarnos. Ya se sabe que consuelo de muchos es consuelo de tontos pero es que hay corporaciones que presuponen lo que van a gastar al año, en diciembre de ese mismo año u otros que lo aprueban al siguiente. O sea que una norma, como es, en definitiva, el presupuesto de las administraciones públicas, que busca que se tengan previstos ingresos y gastos y que los mismos sean obligatoriamente respaldados por la mayoría absoluta de los miembros elegidos en una institución se aprueba a posterioridad.

Se convierte en un mero trámite de reconocimiento de lo que se gastó siguiendo como línea argumental lo presupuestado el año anterior. O sea, el presupuesto del Cabildo de este año se aprueba de forma provisional hoy, 28 de marzo, después del correspondiente mes de exposición pública, si no hay impugnaciones, quedará definitivamente aprobado en mayo. O sea, otra vez, que casi medio año nos lo hemos comido sin presupuestarlo en el conjunto del año. No es sino un ejemplo de cómo funciona la administración y de por qué las cosas derivan en las situaciones de despilfarro y descontrol en las que se encuentra el sector público.

 Crisis, en los ingresos

En el presupuesto del Cabildo de este año se refleja la crisis sin paliativos en el apartado de ingresos. En el del gasto, se refleja lo que tienen para gastar pero para saber realmente si se está actuando con rigor y de acuerdo con las circunstancias actuales habría que analizarlos más profundamente. No me valen las cifras absolutas de recortes, porque las mismas pueden llevar aparejada la desaparición de servicios necesarios y el mantenimiento de otros no tan necesarios. Porque cuesta lo mismo celebrar un pleno, donde se le paga a los no liberados, que la subvención a un deportista o unas cuantas becas para el transporte. Y notamos como unos se celebran, a veces sin ton ni son, y las otras, las subvenciones, se dan tarde y a veces parecen que a regañadientes. De la gestión responsable hay mucho que hablar y de la hipocresía pero no toca ahora.

 Les decía, antes de irme por los vericuetos del gasto y del engaño, que los ingresos son realmente flojitos. Si nos atenemos al presupuesto ordinario, no al consolidado que incluye las cuentas del Instituto de Atención Social, Consejo Insular de Aguas y EPEL,  asciende a cerca de de 85 millones de euros, uno más que en el del año pasado. Es un presupuesto que nos retrotrae a principios de siglo, a los años 2002 y 2003  y que nos aleja a años luz de presupuestos boyantes como los del 2007, donde el montante para gastar o invertir superaba los 131 millones de euros. En cinco años, en un lustro, se ha reducido el presupuesto del Cabildo en 46 millones de euros. O sea, cantidad similar a más de la mitad del montante del presupuesto de este año del Cabildo se lo ha devorado la crisis en estos años de estrecheces. No cabe duda que es una situación delicada, que necesita de seriedad y valentía para afrontarse. Un cambio de esas magnitudes no se arregla con cambios superficiales, con parches políticos para atemperar enfrentamientos y acomodar convivencias.

 Además, la estructura del Cabildo muy poco tiene que ver con su capacidad de ingreso, ya que la financiación del mismo, más de un 70%, les viene directamente vía transferencia bancaria del Gobierno de Canarias (REF, especialmente el porcentaje del IGIC) y del Estado.

 Los Cabildos (casi) sólo gastan

Aclaremos, la gestión de los políticos que en estos momentos están en el salón de plenos del Cabildo - los portavoces haciendo piruetas verbales y guerrilla de colegio, cinco de ellos, y los restantes, dieciocho, chupando caramelos, haciendo garabatos en sus papeles, o "swaapeando" -, no tiene nada que ver con la capacidad de ingresos. El Cabildo apenas recauda y los ingresos propios, por servicios o impuestos, no superan el 20%. Por esta situación, deberían dar todavía más y mejor ejemplo en el gasto público. A ellos les toca darle la estructura necesaria para prestar los servicios sin ahogar a la entidad. Ya que otros tienen que apretarnos las tuercas a base de impuestos como el IGIC, el Gobierno de Canarias, o el IRPF, como el Estado, lo menos que podemos hacer es poner al frente del Cabildo, una entidad hecha para gastar, para prestar servicios, alguien que lo haga bien, de acuerdo a sus posibilidades y a las necesidades de los ciudadanos. Y  se ha hecho realmente mal en estas últimas dos décadas, muy mal. Peor que en los años 80, incluso donde había menos fondos y parece que más seriedad.

 El presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, que conoce el lenguaje económico, intentó ayer explicarnos, en rueda de prensa, por una parte las dificultades y estrecheces que vienen dadas por los capítulos de ingresos, nada que objetar, y lo justo del reparto que se ha hecho en las partidas del gasto, de eso ya hablaremos. También se alegró de haber cerrado estos presupuestos en menos de un mes con sus actuales socios a los que felicitó. La cosa sonó como a crítica a los que han dejado pasar seis meses, desde septiembre del año anterior se debería estar en el asunto, pero me imagino que serán cosas mías porque el presidente de todos los ayer hasta hace tres años era el mismo que hoy, o sea él. Y como Pedro no es muy dado a criticarse a sí mismo ni a equivocarse seré yo el confundido.

 Reducciones y privilegios

Valoró muy positivamente las palabras de San Ginés en cuanto a la reducción del gasto de personal para 2012, apenas un 2%  con una plantilla de 17 personas menos que el año pasado, porque el dato viene complementado con una reducción de 4,5 millones de euros y 107 personas en los últimos ejercicios. No sé si es necesario y si se puede seguir actuando en ese sentido con criterios de equidad y de seriedad. Pero estoy convencido de que la amplia plantilla del Cabildo no está dimensionada, ni adecuadamente organizada, ni presenta, en su gran mayoría, el perfil de la administración del siglo XXI, donde la puerta de la misma la encuentra el vecino en su casa a través de Internet. Por supuesto, no es culpa ni de todos ni de uno de los trabajadores. Cada cuatro años elegimos a representantes públicos para que gestionen el dinero que las administraciones superiores le ingresan en cuenta corriente. Son ellos lo que han contratado a tanto personal, en muchas ocasiones por su propio interés político, personal o partidario y no el de la administración. Y en esas situaciones, si se necesita un abogado no es raro que se contraten cinco auxiliares administrativos. O a la inversa, que también se da, que cada día los políticos se relacionan mejor y tienen amigos mejor formados. Eso es así.

 Tampoco me parece que dejar de lado las devoluciones de funciones y servicios del Gobierno de Canarias sea una medida responsable. El Hospital Insular, la parte sanitaria, y la Escuela de Turismo, cuestan un pastón y son funciones que debe dar el Gobierno de Canarias. Es verdad que la cosa tampoco está bien para la Comunidad Autónoma pero precisamente por eso, cada uno debe atender sus competencias. Aunque en este caso, al igual que las “del abogado y los cinco auxiliares” son los responsables técnicos de esos servicios, staff del Hospital Insular y profesores de Turismo, como amigos de los políticos, los que consiguen que se prioricen sus voluntades a las de toda la isla. Por eso digo, lo del gasto es un mundo, y necesita desmenuzarse. Y ya lo haremos. Por hoy ya está bien que seguro que los consejeros ya van por el segundo caramelito.

 

                 

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