La penitencia de Dimas Martín
El próximo domingo, día 8 de abril, el que fuera en sus buenos tiempos, y a la vez, senador, diputado regional, alcalde de Teguise, consejero del Cabildo y otras muchas cosas más y ahora es un condenado requetecondenado celebra su cumpleaños. Sí, en plena Semana Santa, en domingo de Resurrección, Dimas Martín Martín cumple sus 64 años, los que distan de aquel año de 1948, fecha en la que nació en Yaiza, aunque fuera en Teguise, en 1983, cuando empezó su periplo político y diez años después, 1993, el de sus condenas por decisiones tomadas en el ámbito público.
Dimas Martín es fuerte psicológicamente. Pero debe ser un palo tremendo recibir nueva condena firme cuando, desde la cárcel, estás esperando que se te dé el tercer grado para disfrutar de un periodo de semilibertad, previo a la libertad total. Pero no es la primera vez que encadena sentencias, más bien, es una costumbre, mala, que le ha hecho mucho daño a lo largo de estos últimos veinte años donde ha pagado sus equivocaciones y las de su entorno. Que esa es otra, a la que me gustaría dedicarle un día unas líneas. Porque la hipocresía en esta isla es muy frecuente y se da cuando los amigos del condenado, los que hicieron fortuna y perrerías a su lado, se jactan de las derrotas judiciales de Dimas como si de enemigos de toda la vida se tratase. Y, no, no, no. Eso no es así. Y aquí habría que preguntarle a muchos dónde estabas tú cuando Dimas era el señor de Lanzarote, gran hacedor, el redentor y ver si se ponen rojos porque por definición no tienen vergüenza. Porque Dimas Martín iba de Dios en sus momentos gloriosos y en algo gana al Dios milenario: en vida ha tenido muchos más traidores y ha dado pan y peces a casi todos. También multiplicó los apartamentos en Los Cocoteros, pero eso es otra historia.
Les decía, que a Dimas Martín le pasa con la acumulación de sentencias como a
Después de esa primera etapa, que mantuvo a Dimas sin cargo público durante casi toda la década de los noventa, por inhabilitación, aunque tenía un poder tremendo por su apoyo popular y el control del PIL, ya en el siglo XXI, volvió a gozar del éxito electoral en primera persona. En el año 2003, en mayo, volvió a ganar las elecciones y fue elegido presidente del Cabildo, pero sin mayoría absoluta, y diputado regional. Pactó con CC y el PP, aliado siempre de Dimas por si había que tirar de algún indulto del Consejo de Ministros de Aznar, y gobernó. Pero poco tiempo. El juzgado volvió a tocar en su puerta y la sentencia que estaba pendiente cayó como una loza sobre su cabeza. Apenas 6 meses después, el 10 de enero de 2004, ya estaba en la cárcel de Tahíche con una pena de tres años de prisión por comprar un concejal del PP para que Cándido Armas fuera alcalde de Arrecife. Lo más gracioso (¿sería mejor decir patético?) es que siguió siendo presidente del Cabildo hasta el 26 de junio de mismo año, o sea, casi tanto tiempo como el que llevaba desde el Cabildo, e iba a despachar con él a la prisión Mario Pérez, el hoy Viceconsejero de Político Territorial del Gobierno de Canarias que cuando eso era el vicepresidente de Dimas Martín.
Y allí estuvo Dimas, en la cárcel, dejando pasar el tiempo para recuperar la libertad. Y cuando ya estaba libre, le cayó la más gorda de todas (por el momento). En diciembre de 2006, apenas unos meses después de salir por la anterior, se encuentra con la sentencia firme por el caso conocido como el del complejo agroindustrial y otra vez para dentro y allí sigue. Aunque ha disfrutado de beneficios y permisos que muchos interpretaron como prebendas de Centros Penitenciarios y ZP por gobernar en Lanzarote con los socialistas. Ocho años por tres delitos. Malversación de caudales públicos, fraude a
Para intentar hacer una biografía política de Dimas hay que entrar y salir muchas veces en la cárcel. El trazo, a poco que te descuides, te hace dudar si hablas de un político o un delincuente. Pero tampoco se necesita mucha capacidad intelectual para entender que estos desaguisados no los hizo un hombre solo y que aquí se ha escrito la historia y las sentencias evitando las aristas y dejando caer todo el peso en el personaje. Quizás eso explique por qué todo ha funcionado tan mal a pesar de que Dimas ha estado gran parte del tiempo de la última década entre rejas.
Ya habrá tiempo para profundizar. Ahora toca felicitar a Dimas Martín por su cumpleaños. Son 64 años vividos de forma intensa y extensa. Felicidades, Dimas, en nombre de todos esos que decían que darían su vida por ti mientras cargaban sus coches de prebendas tuyas y que después te traicionaron con igual ligereza para seguir haciendo lo que tú hacías. A otro también le pasó lo mismo, y llevan más de dos mil años celebrándole una Semana Santa en su recuerdo. Aunque hay diferencias… Lo dicho, felicidades.