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EDITORIAL Canarias, al límite

La coincidencia en el mismo día, ayer, del conocimiento de los datos del paro registrado del mes de marzo y de cómo afectará a Canarias los recortes anunciados por el Gobierno de Rajoy agravó la preocupación que se tiene de la situación del Archipiélago y sus expectativas de futuro. Se pinta un panorama desolador que alcanza niveles inimaginables cuando se ve qué papel quiere jugar el Gobierno de Canarias. Las declaraciones de ayer eran más propias de plañideras que de altos directivos públicos que son lo que son y por lo que cobran. La angustia ante la dificultad se agrava al ver la poca consistencia del planteamiento regional. Ese es un dato.

Por otra parte, es realmente increíble la frialdad con la que el Gobierno español que preside Rajoy, que cuenta con un apoyo mayoritario más que necesario en el Congreso de los Diputados y el Senado, fruto de un inmenso respaldo popular hace apenas tres meses, se escarrancha en el poder y toma decisiones una tras otra en contra de la voluntad de los canarios y de sus intereses. Empezaron cargándose la subvención a las tasas aéreas, siguieron reduciendo las inversiones en energías renovables, disminuyendo las transferencias para la desalación de aguas y ahora recortan cantidades brutales que ponen en riesgo la sostenibilidad de los servicios públicos básicos. El Estado se ha olvidado de nuestras singularidades hasta el punto que reduce las subvenciones al transporte aéreo en el mismo momento en el que estamos sufriendo un incremento de la carestía de los billetes por la desaparición de Spanair.

 Si hay que decirle a España seis siglos después dónde estamos, cómo somos y los problemas añadidos que nos produce, es que ya no estamos hablando de una crisis económica, por muy mundial que sea. Esos planteamientos tienen más que ver con la falta de sentido común, la tradicional arrogancia del tradicionalismo español y los repartos viciados que se reproducen año tras año en el territorio estatal. España debe ser exigente con Canarias, con sus gobernantes, tantas veces manirrotos e irresponsables, más dados a la comilona fácil que al trabajo duro, al enchufe que a la transparencia, pero no debe ponerla en el desfiladero para compensar a compañeros del PP que gobiernan en territorio peninsular con enormes problemas también pero sin las exigencias que identifican Canarias.

 Los recortes y las cifras del paro se han dado a conocer el mismo. Y la verdad es que unos y otras se retroalimentan. Más recortes, con cantidades abismales,  no sólo significarán más paro sino también peor calidad de vida para los menos favorecidos en las islas, que se han empobrecido a pasos agigantados en los últimos años. Más paro significa también una mayor presión en unos servicios sociales ya deficientes que se verán drásticamente atormentados por las nuevas imposiciones. Canarias está ante una situación de las que no se afrontan con los brazos cruzados. Tampoco sólo llorando las desdichas. Toca luchar y luchar. También contra los elementos.

 

  

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