PUBLICIDAD

Modernización, sí

Estamos en tiempos de cambio. De cambios profundos, estructurales, de concepción, ideológicos, económicos, tecnológicos. Muchos cambios que se superponen y que nos hacen temer que la lucha ya no es por ser mejores sino para sobrevivir. Sí, para sobrevivir. Parece que no queda espacio para el éxito comedido, para el sostenimiento de lo común, de lo mayoritario, de lo que nos une e identifica. La crisis amenaza a la clase media, la adhesión a los avances tecnológicos se hace imprescindible para no verse apeados hasta de la rutina y las ideologías se desvanecen ante un marxismo muerto prematuramente por sobreexplotación y un capitalismo empeñado en volver al siglo XIX.

Seguramente, estemos viviendo una de las épocas más oscuras de la historia, donde la lucha no es para conquistar nuevas posiciones mejores sino ver como nos resistimos para no perder lo que tenemos. Es una batalla cruel, sin alicientes, sin botín, sin esperanza. Es una lucha que nos invita a la confrontación para no perder, a sabiendas, que no hay nada que ganar. Es una lucha impuesta, obligatoria, donde los instrumentos (las administraciones ya sean europeas, españolas o locales) se vuelven contra sus patrocinadores (el pueblo) para convertir sus objetivos en sacrificios.

 

Con iPhone, iPad, televisiones de última generación, Internet, y millones de adelantos y comodidades, pero estamos ante una encrucijada dificilísima. De esfuerzos no recompensados, de exigencias no explicadas, de costes no esperados, de sueños rotos en medio de una decepción colectiva. Y no queda otra, ante tanta adversidad, que saber utilizar las fortalezas de esta época para reinventarse. No queda otra. Y esas pasan por las tecnológicas, como instrumentos no como objetivo ni ideología. No se puede convertir en un simple objetivo, quedarnos anonadados ante esa explosión de posibilidades.

 

No podemos usar semejantes avances para únicamente echar solitarios, chatear y poner “me gusta” aquí o allí. No, eso no vale. Eso es usar las armas del enemigo para dispararnos a nosotros mismos. Utilizar la tecnología como anestésico ante el dolor que nos produce la situación que nos ha tocado vivir. Y, de eso, nada. Hay que modernizarse, sí, modernizarse. No basta con tener los medios, hay que usarlos. Para crear alternativas, para convenir ideologías, para marcar nuevos objetivos, para mostrar la fuerza de los ciudadanos, para no perder la condición humana y hundirnos en la soledad del incomprendido.

 

En ese terreno podemos trabajar todos. Grandes y chicos, privados y públicos. El sacrificio no puede significar renuncia, ni la pérdida de derechos el agotamiento de nuestras ilusiones. Debemos exigir que la administración local se modernice, que se imponga medios para mejorar su eficiencia, pero que también los abra para que los utilice la población. Debemos tener acceso a lo público, a su información, a toda, para que el desnudo sea el poder no el pueblo. Se pueden hacer cosas. Todo menos quedarse a ver si llueve. Los nubarrones que vienen no son de lluvia ni se combaten con un paraguas y unas botas. Aquí necesitamos modernizarnos, usar las nuevas tecnologías para reinventarnos frente al poder y no para adormecernos de cháchara insustancial o matando marcianitos mientras el enemigo se queda con nuestra casa, nuestro trabajo, nuestros derechos y nuestras ilusiones. Ármase de valor y tecnología y busque a sus iguales porque en esta batalla no caben los indiferentes.

 

    

Comments are now closed for this entry