Políticos (IV)
Los alcaldes vitalicios (que no lo fueron)
A finales de la década de los ochenta, en Lanzarote, cualquier persona era capaz de decir la alineación completa de los alcaldes de la isla como si de un equipo de fútbol se tratase. Por Arrecife, desde 1983, José María Espino (PSOE); desde el mismo año, por Haría, Juan Ramírez (PSOE), por Teguise, Dimas Martín (I), por Tías, Florencio Suárez (PSOE) y por San Bartolomé, Antonio Cabrera (PDP). Por Yaiza y Tinajo, desde los tiempos del inolvidable pequeño gran dictador, desde los años 70, se mantienen, ahora con la alineación de AIL-AIC, Honorio García Bravo y Luis Perdomo, respectivamente.
Ese plantel parecía inamovible. En cambio, ninguno está en activo en política en la actualidad y todos fueron puestos en su casa por sus vecinos, por sus compañeros de partido o por la justicia por sentencia firme. Uno de ellos, Antonio Cabrera, ya ha fallecido, pero fue desalojado de
En la actualidad, dos de ellos, Dimas Martín y Juan Ramírez se encuentran en la cárcel, el primero en Tenerife, y el segundo en Tahiche. Y no se sabe con exactitud cuándo volverán a disfrutar de la libertad plena porque acumulan distintas causas. Florencio Suárez vive jubilado atendiendo sus fincas y su familia alejado del taxi, que fue su profesión, y del ruido de la política. Se ha recuperado satisfactoriamente de una dura enfermedad que necesitó intervención quirúrgica. Abandonó “voluntariamente”
Los insularistas Honorio García Bravo y Luis Perdomo, a cual más listo y menos formado académicamente, viven mirando de reojo sus negocios en los que han puesto al frente a sus hijos pero sin perderlos de vista. A pesar de que dedicaron gran parte de su vida a la política, sus empresas, lejos de notar sus ausencias, crecieron al ritmo frenético del Lanzarote de los años 80. Son ricos los dos y listos como el hambre. Quizás más listo y enrevesado Honorio pero Luis es más simpático, campechano, que conserva sus toques del indiano que volvió de Venezuela con unos duros que convirtió, con sacrificio, en unos millones de euros con el tiempo. Honorio perdió
A todos los vitalicios les sentó fatal el virus de la década de los noventa. Allá acabaron todos. El primero en caer fue Antonio Cabrera, al que se le indigestó la creación del PIL y el abandono de su derecha tradicional española. En ese afán de acercarse a Dimas - que tampoco fue candidato a
En el año 1995, cayó José María Espino. Aunque abandonó el PSOE y se volvió a presentar a las elecciones a
Así acabaron los alcaldes vitalicios (que no lo fueron) de los años 80. Ahora, la década de los noventa, dan para más de un capítulo y también los delfines de aquellos alcaldes. Pero eso ya será otro día.