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Gerardo Díaz, el hombre del agua

Habla despacio pero es rotundo. Es corpulento pero resulta amable. Sabe de gestión pero también parece sensible con lo que administra y para quienes lo administra. Aterrizó en la isla por primera vez con un encargo debajo del brazo: darle una bofetada a la corrupción de Inalsa, aprovechando para Canal Isabel II lo que los políticos lanzaroteños no supieron hacer para esta isla. En definitiva, modernizar con una fuerte inversión, superior a los 55 millones de euros, los recursos que un día fueron de la hoy sin actividad empresa pública insular, dando agua a los demandantes lanzaroteños y produciendo beneficios para Canal Gestión Lanzarote, empresa adjudicatoria de la producción, distribución y comercialización del ciclo integral del agua de Lanzarote y La Graciosa, que acabarán en la caja de la madrileña pública Canal Isabel II. Como debe ser: una empresa pública gestiona bien y los beneficios van a parar al sector público. Parece una obviedad: pero, en Inalsa, los beneficios se iban por fugas ( a veces reales, a veces inventadas) de la red, en campañas electorales, en contrataciones innecesarias, en sueldos de ensueño y trapicheos políticos.

No conozco de nada a Gerardo Díaz, gerente de Canal Gestión Lanzarote, empresa creada, ad hoc, para hacer bien lo que Inalsa hacía mal. Apenas compartí con él  ayer tertulia en Café de Periodistas, en Lancelot TV. Pero me parece una persona seria, que sabe lo que hay que hacer. Es la primera vez que la presentación de un plan de viabilidad para el agua en Lanzarote me parece seria.

 Todavía me recuerdo a mí mismo, de madrugada, leyéndome el plan de viabilidad presentado por Carlos Espino y Plácida Guerra, elaborado en la sombra, y tan en la sombra, por Dimas Martín. En  más de una ocasión, los vecinos tuvieron que mandarme a callar ante las carcajadas de rabia e indignación que me producían semejantes exabruptos defendidos al unísono por socialistas e insularistas. ¡Qué pena de empresa! ¡Qué pérdida más tonta de un monopolio de un servicio universal!

 Ya no nos queda sino confiar en Gerardo, que treinta años no son nada. Esperemos que cumplan y nos quiten el agua del cuello y nos la pongan en casa con mayor regularidad, con menos pérdidas y menores costes. Y desear que lo de bajar el precio, pueda ser una posibilidad, aunque sea a largo plazo.

Suerte, don Gerardo.

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