Logo

De Femés a Papagayo, de la montaña monumental a las playas paradisiacas

Llegamos al caserío de Femés temprano. Aparcamos el coche al lado de la coqueta plaza de la iglesia de San Marcial y disfrutamos de las vistas de uno de los pocos pueblos de Lanzarote que está en lo alto, a más de 300 metros de altura sobre el nivel del mar y entre montañas. Aunque hasta 1952 fue el octavo municipio de la isla, y se extendía desde aquí al Cortijo y a Pechiguera, encerrando en su suelo, el más antiguo de la isla, la franja de litoral que acoge las espectaculares playas de Papagayo y Playa Blanca, hoy es un pequeño y bonito pueblo de la jurisdicción de Yaiza.

Femés es el lugar ideal para iniciar una caminata por el Monumento Natural Los Ajaches, un macizo espectacular con picos de más de quinientos metros de altura, grandes barrancos y lomas erosionadas, como corresponde a un territorio expuesto a lo largo de millones de años. Por la mañana, Femés es un remanso de paz apenas alterado por los coches que usan este atajo para llegar a Playa Blanca. 

 

Nosotros también iremos a Playa Blanca pero lo haremos a pie, cruzando el macizo de norte a sur, subiendo primero hasta los cerca de quinientos metros para descender finalmente hasta el nivel del mar en las inigualables playas de Papagayo. Nos separan un poco más de 14,5 kilómetros del destino, así que aprovechamos para iniciar la caminata y no darle muchas opciones al calor de cogernos atravesando los barrancos a mediodía. En esas circunstancias, metidos en esos hoyos naturales, sin los efectos de los alisios, sería como caminar en un horno, con un calor sofocante. Me acompañan los amigos Fran J. Luis y Hugo Ramos.

Empezamos a subir hasta las cercanías del pico de la Aceituna, al lado de la ganadería de Pepe Reyes, donde empieza nuestro sendero. Desde arriba, la imagen de Femés es espectacular, encajonado entre la montaña de la Atalaya, la segunda más alta de la isla y Los Ajaches. Pero más lo es la del barranco de La Higuera, que discurre desde allí mismo hasta el mar, hasta la playa del Pozo. Nosotros cruzaremos la cabeza del barranco de este a oeste, a media altura sobre el pico de la Aceituna, por un sendero de montaña bien conservado que, en apenas un kilómetro de paseo, nos lleva afuera del barranco y nos muestra la visión espectacular del litoral oeste de Lanzarote. Vemos Playa Blanca, al sur, y avanzando la vista hacia el oeste se ve Montaña Roja, el hotel abandonado, el Hotel Atlante, y las Salinas del Janubio, todo ello a los lejos, en el frente de litoral, separados de nuestro macizo por una vasta llanura desértica y rojiza que bordea al norte los pequeños pueblos de Las Breñas y Maciot.

Extasiados por la belleza paisajística a estas alturas del Monumento Natural que pisamos y por las vistas que disfrutamos a lo lejos, continuamos por el sendero, siguiendo la tubería de agua que han colocado en el mismo para llevar el líquido elemento a un centro quesero, con unas 200 cabras, que hay en el lugar. Seguimos la tubería, sin salirnos del sendero, hasta su destino final. En la degollada del Portugués, se acaba el sendero y la tubería. A partir de ahora, el recorrido es por caminos rurales, transitables para vehículos, no necesariamente todoterrenos, que hacen bastante fácil el paseo. Además los próximos 6 kilómetros son de cómoda bajada hasta llegar a Los Dises.

Avanzamos con la pendiente a favor

La caminata es bastante suave y la conversación amena. Lo mismo hablamos de las características de los barrancos, lo lisas que son las lomas, la influencia en la zona de Pico Redondo o la impactante altura o inaccesibilidad del pico Hacha Grande o nos metemos a destripar las connotaciones de la lucha canaria en las islas y su forma de vivir en la actualidad. Es muy agradable la temperatura y sobresaliente la compañía. Con Fran ya había hecho otras caminatas cortas, pero ha ido ganando fondo y se atreve cada vez más con recorridos largos. De Hugo, no sabía nada. Le conocí hoy, es uno de los mejores amigos de Fran, otro ingeniero. Pero camina a buen ritmo, no se queja y está abierto a disfrutar de su primer recorrido en el Monumento Natural.

Toca caminar paralelo al mar entre barrancos

La llegada a Los Dises, nos deja a poco más de la mitad del recorrido. Nos presenta dos caminos y somos nosotros los que tenemos que acertar. Nada difícil de superar, al no ser esta nuestra primera visita, ni mucho menos. Cogemos el de la derecha y ya sabemos que ahora tenemos unos cuatro kilómetros de subidas y bajadas pronunciadas por cabezas de pequeños barrancos pero siempre dentro del camino, paralelo al mar. Vamos destino a Papagayo, aunque a veces, metidos en aquellos hoyos naturales, no vemos más allá de las pareces de los barrancos que nos tocan cruzar. Aprieta el calor pero es soportable. Bebemos un par de veces agua, pero no bajamos el ritmo de caminata. Tampoco se ve afectado el estado anímico ni el nivel de la conversación.

Ya se huele Papagayo

La llegada a la zona de La Torreta, apenas a 59 metros de altitud y a 3 kilómetros de distancia de la Punta de Papagayo, que es nuestro destino final, significa otro cambio importante. Dejaremos de caminar paralelos al mar para enfilar la última parte de la caminata por un camino llano, polvoriento, que el único inconveniente que presentaba era el polvo que levantaban las decenas de coches de turistas que se acercaban sobre las 12 de la mañana para disfrutar de estas paradisiacas playas. Desde lejos, el bello contraste del azul del mar con la tierra inhóspita y polvorienta del lugar y las arenas rubias del lecho de sus playas ya te da la sensación de frescor que quieres disfrutar al zambullirte en ellas. Es impresionante esa sensación de cansancio y sudor, producto de la caminata atravesando el macizo del Monumento, y la ilusión de estar, en apenas unos minutos, nadando en aquellas aguas, que parecen sacadas de un texto divino para alentar y premiar al peregrino.

 

Casi quince kilómetros, desde el pueblo más alto y entre montañas, al nivel del mar, a las playas más salvajes y paradisiacas de Lanzarote. Tres horas y 20 minutos de marcha y poco más de un cuarto de hora de interrupciones para hacer fotos, beber agua o fijar la vista en algo que nos ha llamado la atención. A una velocidad media de casi 5 kilómetros por hora y salvando un desnivel negativo de 531 metros y otro positivo de 196 metros.

 La experiencia ha sido muy completa y agradable. Fran y Hugo ya amenazan con volver. Cojo el guante.

elperiodicodelanzarote.com