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Las dos cabezas que sobresalen de la ciénaga

 

La mayor decepción que se puede sufrir en un proceso electoral no es que no ganen los tuyos. Es todavía mucho peor que ganen los tuyos y que se comporten exactamente igual que tus rivales, que hagan caso omiso a los planteamientos que compartes con ellos y que abracen como propia la teoría del enemigo ideológico. Que pongan por delante de sus compromisos públicos y sociales el hedonismo y la frivolidad. Y que se jacten de ello, desde las más altas instancias del poder democrático establecido en la isla. Que brinden, un día sí y otro también, más en  La Marea que contra viento y marea, con carcajadas insultantes y vodka de nuevos ricos, mientras los colegios siguen sin completar sus plantillas, hay niños sin libros de texto, y padres que trabajan de sol a sol para ganar los que ellos y ellas gastan en ranchos de coroneles en casas de majoreros. Son, claramente, un insulto que alcanza sus máximas cotas cuando exhiben su  discrecionalidad incauta e indiscreta en nombramientos baldíos, dolosos y provocativos.

Pareciera que en esta isla de grandes cabezas y miles de estudiantes universitarios solo encontraran colocación los muñidores del descrédito y los cómplices  de la ignominia, convertidos en ejército de la gran evasión de la honestidad en beneficio propio. Y comienza el desfile, al más puro estilo legionario del  general José Millán-Astray donde no se queda atrás ni la cabra ni el parche. Así se pone de jefe de gabinete a un imputadísimo por presuntos casos de corrupción, alejado de su propio partido por el código ético pero recogido en su seno por el propio  establishment  en una clara simbología de que el tuerto es el rey en un mundo de ciegos que no quieren ver. Si fuera poca la desvergüenza, se coloca al frente de los CACT, con más de 60.000 euros de sueldo anual, en un puesto de máxima responsabilidad y exigencia profesional, a quien ha dedicado la mayor parte de su vida a medrar de la política, con el agravante, además, de haber ayudado a su pareja  para que su empresa intentara evitar el pago de una deuda a esos CACT que supera ya los 600.000 euros. Y que pusiera de asesor de la Presidencia, entre el batallón de los inútiles, al responsable de servirles las copas y las tapas en el bodegón Los Conejeros. Nos lo cuentan así, y no se lo creemos ni Amenábar; quizás sí a Vargas Llosa en la recreación de su Chivo dominicano.

Pero no nos engañemos ni caigamos en el desánimo total. Hay vida también en la ciénaga. Hay, sobre todo, dos cabezas, muy bien amuebladas, que desde los extremos ideológicos que sustentan el estanque, emergen en contadas ocasiones y dan un alivio, entre respiro y respiro. Fue una pena que Ángel Víctor Torres no animara a Dolores Corujo a ocupar una consejería en su gobierno canario, donde pudiera meter a todos sus santos inocentes y beneficiarios de sus favores por ayudarle a convertirla en lo que es ( ¿Y qué es?). ¡Cuánto distinto sería un gobierno insular con dos jóvenes ilusionados en solventar los problemas, en ser políticos de verdad!

Les escribo, y lo hago a pecho descubierto (¡tampoco hay gran cosa que enseñar ni ver!), del socialista Marcos Bergaz y del popular Jacobo Medina. Dos hombres que son vicepresidentes del Cabildo pero que están oscurecidos por el apoyo incondicional de la presidenta en quien considera su mentor e hizo jefe de gabinete, a pesar de que está todavía imputado por una ristra de presuntos delitos vinculados a la corrupción y relacionados con esa misma institución y no se le conoce especialización alguna para el cargo.

Bergaz (41 años), un trabajador incansable, que con una milicia  de circunstancias tiene al alcalde de Teguise y a todo su ejército experimentado y bien pertrechado acorralado y llenos de dudas, en el Cabildo apenas funciona como paloma mensajera de Carlos Espino, por mucho daño que le haga el anillo, intencionadamente apretado para que cojee allí donde los otros quieren destacar. Un hombre de altas capacidades, abogado, músico y profesor, se sumerge en la ciénaga para sobrevivir en su partido, atado bien atado para que dure cuarenta años (o hasta la jubilación de Espino).

Los vicepresidentes I y II del Cabildo, Jacobo Medina (PP) y Marcos Bergaz (PSOE) visitando unas obras.

Medina, en cambio, con apenas 32 años, cumple encargo de su generala en tierras extrañas para cubrirle la retaguardia fuera de los muros de Roma (perdón, del Ayuntamiento de Arrecife). Sabe que Astrid no ha  hecho sino proponerle imposibles que él ha ido haciendo realidad. En primer lugar, le pone de candidato a la Presidencia, porque ella quería ser alcaldesa. En segundo lugar, le impone que se “arrejunte” con Espino, que sea vicepresidente de Dolores y que vote la elección del impresentable de Juan Félix como CEO de los CACT, porque ella quería ser alcaldesa. Ahora le pide que no haga mucho ruido ni moleste mucho a Dolores, para que los chicos de Dolores (no socialistas, de Dolores, porque con Tomás Fajardo de concejal y Basilio Tejera de asesor, el batiburrillo no soporta puños, ni rosas, por mucho Espino y Fajardo que haya por medio) le bailen el agua a ella en Arrecife.  Jacobo, que antes que abogado fue botones de hotel para pagarse la carrera, sabe que a veces es necesario ayudarle a transportar los montones de sábanas a las camareras de piso para caerle simpático al director del hotel. Y se va haciendo su hueco. Y con su cara bonita, y sus modales de persona buena y educada pone a Espino en su sitio en las distancias cortas, aunque tenga que cargar con el coste públicamente de lo que hace con su presidenta aliada. Como hombre inteligente que es, busca la fórmula para que aflore su condición de político popular, del PP, vamos,  en una parafernalia más populista que socialista, donde sus rivales ideológicos controlan todos los resortes propagandísticos, mientras él, Kiko y Nerea se empeñan en encontrar huecos mediáticos donde posicionarse con sus quehaceres diarios.

Y todo para que Astrid haga lo mismo en Arrecife. Pero con el desconsuelo de que él sabe que va en un trasatlántico de lujo, en segunda, mientras su presidenta se priva por ir de capitana en una chalana destartalada que le ha prometido convertir en un yate  de lujo su amiga/hada madrina/bruja a cambio de que le dejara hacer y deshacer a su antojo y con los suyos en el puente de mando de la isla.

El único futuro que vislumbro con cierta dignidad en este escenario de populares y socialistas revueltos en las dos principales instituciones de la isla tiene nombre y apellidos. Y lo digo sin tapujos y a sabiendas de que no les hará ningún bien en la ciénaga. Pero es que yo no busco el bien de ellos. Y ellos tampoco deberían buscar sólo el bien de ellos. Si son políticos tan vocaciones como sospecho, si no están ahí por el bolsillo sino para crear una isla mejor, como creo, deben entender que se espera de ellos mucho más que hacer de convidados de piedra en la coctelería de turno y de “firmantes tontos y responsables” de las tropelías de otros. Tampoco tengo prisa. Por el momento me alegra saber que hay gente como ellos en la política. Que sean jóvenes, que haya futuro, que tengan ganas y que el propio Bergaz naciera el 6 de enero, que fuera un regalo de Reyes para sus padres, y que pueda ser un regalo socialista para aquellos que piensan que nunca es tarde si llega, por lo menos, la socialdemocracia de verdad.

No se apuren, muchachos excelentísimos, pero no envejezcan temiendo perder lo que creen que tienen en lugar de luchando por conseguir lo que realmente quieren. Si es que quieren a esta isla como yo pienso. Si no es así, aprovechen que la ciénaga está de escándalo. ¡Chin-chin!   

elperiodicodelanzarote.com