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El día en el que Óscar empezó a creerse que era Honorio

Nos esperan batallas electorales reñidas (IV)

  

Hace un año, nadie dudaba que Óscar Noda, el niño mimado de Gladys Acuña, junto con Jonatan Lemes, conquistaría, en estas próximas elecciones del 28 mayo, la primera mayoría absoluta de este siglo en el Ayuntamiento de Yaiza. Era el cierre de ciclo del proyecto iniciado con Acuña Machín, en 2011, que heredó Unidos por Yaiza (UPY) con ella como lideresa hasta que tuvo que abandonar el ayuntamiento, por una sentencia que la condenaba por darle licencia de apertura a una bodega, que ahora dice el Tribunal Supremo que era completamente legal. Esta fue la oportunidad de Óscar para salir del ostracismo que le daba su Concejalía de Hacienda, que llevaba como un funcionario, de 8 a 15, horas en que lo traían y llevaban de su residencia en San Bartolomé al Ayuntamiento de Yaiza.  Se encontró un equipo hecho, un jefe de prensa experimentado al lado de Gladys, y con un montón de obras a las que solamente tenía que esperar que se acabaran para ponerles el lazito y cortarles la cinta de inauguración. No era cuestión sino de tener paciencia, seguir escondiendo tan bien como hasta ese momento sus ataques de soberbia, seguir financiando bien a los medios de comunicación y seguir dando la cara de chico bueno que ponía hasta ese momento. Pero le sobró un año. Lo que había hecho tan bien en los primero tres años, se le vino abajo de un día para otro.

Los cercanos a él apuntan que todo cambió cuando de la mano de Daniel Medina, un convencido pilista que ahora es más de Óscar que el propio Óscar, y tiene toda la razón y un buen sueldo para serlo, consiguió infiltrarse en el grupo municipal Joel Delgado, un militante del PP que llegó a ser senador, al más puro estilo del podemita “Moncho”, cuando una ola popular lo puso por encima de todos los demás candidatos insulares. Desde ese momento, Óscar Noda, empezó a ver por los ojos de quién tiró su carrera política en el PP por la borda por sus desmedidas ambiciones, incluida la de querer desplazar a Astrid Pérez en la Alcaldía de Arrecife, antes de acabar también con la carrera política de una de las concejalas más populares de Tías, al meterla en una batalla contra la mismísima Astrid, que no tenía ninguna posibilidad de ganar.

Un retraído Noda encontró en Joel la persona adecuada para darle rienda suelta a sus sueños megalómanos. Y empezó a reescribir la historia de Yaiza, cambiando el “nosotros” de UPY por el “yoísmo” de Óscar. No le importó negar a quien fue su mentora ni seguir la estrategia suicida marcada por el “pequeño Joel”, donde caben acusaciones de corrupción, perfiles en redes y demás comportamientos más propios de la mafia que de aquel chico tímido que llegaba todos los días de San Bartolomé y se encerraba en su despacho, sin apenas hablar con nadie, hasta que los venían a recoger, porque él no conduce. Óscar, embelesado por los cantos de sirenas tan bien ensayados por Joel en su anteriores campañas, no se ha dado cuenta que va hacia el nuevo récord de Joel, conseguir, después de facturar un montón, que un alcalde que estaba llamado a ser el más votado, pierda por el camino ¾ partes de su partido, el respeto de quienes lo pusieron y dividiera a la población hasta el extremo que ahora ya no sabe, si quiera, si podrá renovar la alcaldía con pactos como en la actualidad. Joel se está entregando a fondo, con la complicidad del alcalde y su entorno, en conseguir su objetivo que no es otro que el peor resultado hasta ahora. Y mira que es difícil. Pero todo apunta a que lo conseguirá.

Óscar Noda no es el que era”, me dicen amigos comunes del sur. Está como si el tiempo del sur, ese tiempo majorero que trae lluvias, le hubiese hecho llegar las esencias de aquel alcalde histórico de Yaiza, el insularista Honorio García Bravo, que vive por debajo del Ayuntamiento en una mansión que podría ser, incluso, mayor que el propio Ayuntamiento, que fue alcalde del municipio durante casi veinte años, con un poder personal y absoluto mientras quiso. Bueno, mientras quiso la justicia. No se nos escapa que el padre de Óscar fue empleado del conocido en aquella época como “Virrey del Sur” y, por eso, él lo miraba con cierta ascendencia. Hasta el punto ha llegado su mirada en el espejo de Honorio, que ahora quiere ser alcalde y consejero del Cabildo, como fue aquel también en el mandato 1987-1991, cuando el presidente era Nicolás de Paiz, aunque la estrella en ese mandato fue otro alcalde y consejero, Dimas Martín, que bajaba precisamente de Teguise, como Oswaldo Betancort lo hace ahora.

El problema de Óscar es que quiere conseguir coincidencias futuras con el factótum insularista del pasado del municipio sin chequear antes los pasos previos de aquel. A Honorio, no le dejó nadie la Alcaldía conquistada, ni nadie le hizo un partido para él, ni nadie le fue a buscar a su casa para que fuera acurrucado en una lista encabeza por Gladys para ser concejal en Yaiza sin que lo supieran ni tan siquiera los vecinos más cercanos, de su casa en San Bartolomé. Honorio se hizo a sí mismo. Desde jovencito, cuando era tan pobre como el resto de nosotros e iba en la guagua de la mañana a Arrecife y volvía a Yaiza a mediodía en la misma guagua, después de hacer sus pinitos de emprendedor. Luego se compró aquella furgonetita azul con la que mercadeaba productos agrícolas hasta desembocar en el boom turístico que aprovechó como nadie a la vez que ejercía de alcalde todopoderoso. No se puede soñar con tener lo que tienen los demás sin saber qué les ha costado.

Está claro que es más fácil sumergirse en el cuento de Hamelin y su flautista. Pero los vecinos de Yaiza, desgraciadamente, no son ni ratas ni tontos. Y me da que este flautista con su música lo que hace es encantar a sus asesorados hasta abandonarlos en el fondo del río, o del mar. Hasta ahora ha sido así. Y, por lo que se ve, no parece que cambie mucho. Por el momento, ha conseguido que su candidato, que lo tenía todo a su favor, ya no tenga tanto. Y la lucha amenaza con ser dura, reñida y cuerpo a cuerpo.

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