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Una vida a la sombra de El Parral

Julián Luzardo traspasa el bar al que le ha dedicado 45 años de su vida

 

El Bar “El Parral” se convirtió en los años 80 en un lugar de referencia y tertulia para luchadores.  Los mejores puntales de las islas se dieron cita aquí para disfrutar de sus tapas tradicionales y de la conversación amena con los luchadores y aficionados locales

 

Tenía un ambiente peculiar. Está enclavado en el mismo centro de Arrecife, en la calle Hermanos Zerolo, a unos metros de la calle Real. El Bar “El Parral” se convirtió en los años ochenta en una cita obligada para los luchadores y aficionados a la lucha canaria. Allí se reunían para, en amena tertulia, discutir de lo que fuera, pero fundamentalmente de lucha canaria, mientras se disfrutaba de sus conocidas tapas y se echaban un botellín. Algo tendría que ver que Julián Luzardo, el hombre para todo en su propio bar, hiciera sus pinitos como luchador cuando era juvenil en el Unión Norte, ya que el procede de Máguez, aunque vive en Arrecife desde muy temprana edad. Y también su relación de amistad con un líder natural en la lucha canaria como fue el siempre sonriente José Martín Zerpa, el conocido por todos como Camurria, tan gran luchador como consumado juerguista. De Camurria no se sabía bien si le gustaba más un terrero o un bar o una fiesta, pero tanto en un lado como en el otro arrastraba seguidores. Así que puede que, muy posiblemente, tuviera su peso para que en El Parral parara mucha gente de la lucha canaria y fuera el bar de referencia en Arrecife.

El tío que vino de Africa

Julián nos sitúa la apertura del bar a finales de los años setenta y la relaciona con la vuelta de su tío del Sahara, de Cabo Blanco, cuando Marruecos “invitó” a España a irse de la zona. “Allá por el año 1977, mi tío don Benito Luzardo Betancor, que se encontraba trabajando por  Cabo Blanco (Sahara, donde regentaba varios negocios de barcos, bares, sala de fiestas, tuvo que volverse.  Fueron los españoles echados de allí,  llegó a Lanzarote y tenía una vivienda en la calle Hermanos Zerolo, que transformó en lo que hoy es el Bar “El Parral”, en memoria del antiguo  de Anastasio en la boca del muelle. Él lo trabajó durante 1978, pero  ya en  1979 cayó enfermo y fue trasladado a Gran Canaria y yo me hice cargo hasta su regreso. Pero, cuando él volvió, no quería seguir trabajando el bar y me ofreció que yo siguiera”. Y siguió Julián apenas 45 años más, toda su vida laboral, hasta hace unos días que lo traspasó porque ya es hora, con más de 62 años de edad, de disfrutar de sus hobbys e inquietudes fuera del bar.

Luchadores y puntales

“En octubre de  1980  me fui a la mili y se quedó al frente mi primo  Zenón Luzardo, hasta que yo volviera. Cuando yo regresé, seguimos trabajando juntos. Y fue cuando empezamos a vincularnos con la lucha canaria con unos clientes como José Martin Zerpa (E.P.D.) Ramón López (Monzo 1º) Vitorino Concepción, Guelo Brito, Isaac Leandro  (“El Feo”, D.E.P.) y un montón más. Por El Parral pasaron los mejores luchadores de Canarias. Recuerdo  al Parri, a Melquiades, Tonono, Callejón, Vicente Alonso, Antonio y Pedro Cano, Juani Franquis, Santiago Rodríguez, (El Majorero), Juan Soto. Y de Lanzarote, yo creo que todos. Nombro solo a algunos como  Antonio Bermúdez, Lito  Figueroa, Arcadio Tejera, Mateo Hernández, Ángel García, Arcadio Cejudo, Ismael Brito, Juan Jesús, Santiago Navarro (D.E.P.), Sixto Rodríguez (D.E.P) Sindo Alvarez (D.E.P.), Ricardo Lemes.  También el gran Toni Martín (Pollito del Puerto, D.E.P.) que venía con su padre desde niño, que le tenían que ayudar a subir a la silla”, rememora emocionado Luzardo. Las paredes del bar, llenas de fotos de los equipos de lucha canaria de la época, de luchadores y entregas de trofeos convertían el espacio en un santuario del deporte vernáculo. Hasta hace unos meses se podía ver en sus paredes los luchadores de los años ochenta mirarnos desde la pared posando para la fotografía de rigor.

Pero en esa época, el Bar “El Parral” quiso involucrarse más en la lucha canaria. No quiso quedarse como mero recaudador de las ansias de conversación, botellines y tapas de los luchadores. “Allá por el año 1985, organizamos el 1º torneo de lucha canaria, donde nació de la mano de  Rafael Medina y Luis Iglesias los videos de lucha.  Luego siguieron grabando  y nosotros les vendíamos los videos en el bar. Y cuando había, en alguna lucha, algún problema  con alguna agarrada  o una caída que la afición no lo tenía claro,  iban tempranito al bar para que le pusiéramos el video en nuestro televisor. Después, un poco más tarde, empezaron a grabar los Balbino Pérez, padre e hijo. Que hoy día tiene en  imágenes  el mejor archivo de lucha canaria en Lanzarote”.

Los sábados por la mañana, día de descanso para muchos luchadores de sus respectivos trabajos, El Parral se llenaba de luchadores y aficionados. Y, entre trago y trago, surgían las rivalidades de equipos y las preferencias por uno u otro luchador.  Era frecuente oír cosas como “Esta noche de sacón te tira como un saco”, “Ten cuidado con la pardelera y garabato de Pérez V (Q.E.P.D)”, “Arcadio ya verás que se vuelve a tirar a todo el Norte”, Sixto está fuerte como un caballo”, “que pena Antonio Bermúdez que a ti no te dejaran luchar por demasiado bueno”. Tampoco faltaban los abrazos cuando aparecía algún puntal de otra isla por el bar. Otro de los días clave eran los martes. “Los martes, cuando iban los directivos a la reunión de la Federación, antes se pasaban por allí. Tito Martín (Norte) Ramón (San Bartolomé) Paco González (Arrecife) Enrique  Elvira (Altavista) Félix (del Tinajo)”, puntualiza Julián.

Llegan los cambios y el adiós

El tiempo seguía pasando entre agarradas, torneos, tapas, vídeos y botellines.  Y llegan cambios. “En el año1990, le hicimos una pequeña reforma, pero seguimos con la misma línea de  trabajo. Y el 4 de junio de1992, mi tío nos propone que  quiere vender el negocio  y compramos  a don Benito Luzardo  y  doña Julia Rojas.   En el año 1999, mi primo y socio  Zenón me comunica, después de 17 años juntos en sociedad,  que se va trabajar de capataz agrícola, que es lo que había estudiado, y se marchó, comprando mi señora y yo su parte”, recuerda.   

“Mi señora y yo seguimos al frente del negocio. Más tarde cambiamos un poco el sistema por los tiempos y empezamos a hacer comidas para eventos como bodas, bautizos, cumpleaños o fiesta de Navidad  Y también a participar en las ferias de la tapas en  Arrecife. También nos fuimos un año al Saborea de Teguise. A pesar de haber pasado varias crisis, seguíamos con la ilusión”, cuenta ensimismado Julián Luzardo.

 Pero todo tiene su principio y su fin. “Y ahora nos ha llegado el momento de irnos a descansar y disfrutar un poco de la familia”, dice Julián con el sabor agridulce del que deja algo que ha sido toda su vida pero que, a su vez, es consciente de que es una nueva oportunidad para llevar a cabo esas cositas que no pudo hacer cuando tenía el negocio abierto desde las seis de la mañana hasta las tantas de la noche. Son muchos recuerdos, muchas anécdotas, muchos clientes que fueron como amigos, muchos sacrificios y otras tantas satisfacciones. Aunque piensa en los ratos que pasará haciendo bricolaje, que le encanta, o pescando o paseando con su señora o compartiendo con ella un crucero, tampoco olvida a aquellos hombres fuertes, musculados, llenos de sapiencia técnica de lucha canaria que se arrimaron a su barra a agradecerle su apoyo a la lucha canaria o a pedirle una tapa de sancocho o una cerveza. El Bar “El Parral” seguirá abierto, con nuevos dueños, y Julián seguirá su vida. ¡Que le vaya bien, puntal!

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