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MALESTAR POR LAS COLAS EN LOS BANCOS

Esta misma mañana, en plena calle Real, decenas de personas se ponían a la cola en la puerta de una sucursal bancaria para hacer sus gestiones. Muchos de ellos manifestaban su contrariedad cuando estaban en la cola y pasaba el tiempo sin mejorar su posición en la misma. Pero el malestar se transformaba en cabreo cuando, al llegar al interior del banco, veían cómo una sola cajera atendía a todo ese mogollón de clientes.

La pobre empleada hacía lo que podía pero está claro que si este fuera el comportamiento en una gran superficie de la alimentación el almuerzo se empataría con la cena. Lo que no se entiende es que los clientes cuenten tan poco para un banco. Porque pareciera que no tienen dinero para pagar los empleados suficientes para prestar un servicio acorde con la demanda de los usuarios. Si hay que esperar se espera, pero esperar porque se quiera que todo el dinero acabe en dividendos y que a los clientes y trabajadores los parta un rayo, o un golpe de calor,  no parece lo correcto. Ni lo ético para un banco que luego reparte  millones en dividendos entre sus socios.

elperiodicodelanzarote.com