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ÁNGEL LAGO, DE MANDADOR DE LUCHA CANARIA A "CHICO DE LOS RECADOS" DE ÓSCAR

El que fuera mandador del equipo de lucha canaria Unión Sur Yaiza, jardinero de profesión, Ángel Lago se está especializando en dejar “perlas” de enorme valor identitario en sus intervenciones mediáticas. Si el concejal de Deportes y ahora también de Urbanismo, tras la salida del Ayuntamiento de Jonathan Lemes, quiere demostrar en poco tiempo y a la carrerilla la ignorancia y atrevimiento pueril que acumula, hay que reconocerle que lo está consiguiendo.

El hombre no se corta un pelo para inventarse reuniones, voluntades e intenciones ajenas en cada una de sus intervenciones y dar como verdadero aquello que él sabe mejor que nadie que es mentira. Se le podría calificar de mentiroso patológico pero lo vamos a dejar en simple ignorante político, que confunde el favor de su elección con la patente para decir lo que le viene en gana. Se equivocó al decir que Yaiza Siempre (YAS) y CC unirán sus listas para ir el Ayuntamiento, y le hace el correctivo el presidente de YAS. Se equivocó al tratar con menosprecio al presidente del Comité Local de CC al que llama “Mateíto” con clara intención de burla y se equivocó al confundir sus desavenencias personales con Emilio Machín, que arrastra desde que era miembro del equipo que creó el padre del candidato de CC, con la relación que debe haber entre concejales y entre concejal y presidente del único club de lucha canaria de Lanzarote que tiene un equipo femenino, al que no dan apoyo ninguno para atender los gastos de esa aportación a nuestro deporte vernáculo.

Pero se equivoca más todavía si cree que llegó a la política gracias a sus méritos y por expreso deseo de Óscar Noda. No hace falta ser muy listo para saber quién tenía una buena relación con alguien muy, ¡pero que muy tan grande!, cercano a él y medió para que Javier y Jonathan se acercaran a su casa unos días antes de cerrar la lista para invitarle a estar en ella. Está claro que no fue una buena decisión, pero esa no se le puede criticar a Noda. En fin, que a veces se aprende más calladito y escuchando a los demás que contando mentiras. ¡Tralará!          

 

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