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Cantigas de Valentín Fernández

 

Soy más de prosa que de versos; prefiero leer a escuchar. Aunque hay tiempo para todo y nada se descarta en esta vida nuestra. Menos todavía cuando tenemos una curiosidad infinita. La misma que me llevó a enterrarme unas horitas en las páginas del libro “CANTIGAS de Lanzarote: 200 Cantares de Transmisión Oral” del folclorista y fundador y componente de Los Amigos de Portonao, Valentín Fernández Arrocha.

Aclaro, antes de entrar en materia, que el libro me le dio en mano su propio autor y capté la emoción que le unía a su obra. Y me animé definitivamente a sumergirme en sus páginas cuando leí en la contraportada que Valentín había nacido en La Tiñosa, pueblo vecino de mi Tías natal, porque, para mí, los talentos que salen de los pueblos chicos y humildes tienen un doble significado y ya merecen, sin abrir la obra, reconocimiento y aplauso por su decidido andar hacia adelante.

A lo largo de las más de 100 páginas del libro y sus 200 cantares, uno acaba sumergido en el Lanzarote que ha vivido. El autor no solo recupera esas piezas de creación popular sino que las contextualiza en el espacio físico, humano y emocional en el que se producen. Así te lleva por muchos de los pueblos de la isla presentándote folcloristas, instrumentos, costumbres y productos que te envuelven en la añoranza de aquellos tiempos, si no acabas sucumbiendo directamente en la melancolía de malagueñas en las que se confunde el desamor con la pérdida de la madre, en este caso, unas raíces demasiado entroncadas ya con todo lo venido de fuera atado al bienestar que proporcionan las hordas de turistas europeos.

Las Cantigas de Valentín nos van envolviendo entre rimas y palabras reconocibles pero ya abandonadas. Transpira mucho respeto por esa forma de tradición oral, por su gente,  y por todo lo relacionado con el folclore. Y hay también años de estudio de esa cosa nuestra y humildad en la exposición. No es una simple recopilación de rimas populares. Valentín Fernández Arrocha selecciona, condensa y proyecta una mirada esencial de una faceta cultural nuestra que transita entre generaciones por voluntad de sus protagonistas, que se emocionan ellos y emocionan a los demás cantando lo que sienten allí donde están. Y que lo sigan haciendo. Y que Valentín no pierda las mañas de enseñárnoslo a aquellos que preferimos la prosa. Que nos gusta más leer que escuchar. Quizás por eso me haya acercado también a esta tradición oral leyendo “CANTIGAS  de Lanzarote: 200 Cantares de Trasmisión Oral”.

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