PUBLICIDAD

Ángel García, la fuerza y el sacón

Las tomateras estaban cargadas de tomates. Era el mes de abril, día cuatro, y los campesinos de Tías estaban ajetreados en la recolecta de la baya roja. Ajeno a aquel bullicio, Ángel García nacía en la propia casa de sus padres, Manuel y Esperanza, en la zona de Los Lirios. Era el año 1960.

El muchacho, apenas un niño, ya dejaba claras muestras de su fortaleza física. En el pueblo de la saga de Ulpiano, esa bondad física tenía que encauzarse hacía la lucha. Al principio, Ángel no estaba por la labor. Pero en el año 77, participaría en la que sería su primera luchada pública. Se trataba de un enfrentamiento entre dos bandos del pueblo para celebrar el cumpleaños de Francisca Bermúdez. Demostró su fuerza, derribó a dos y ganó la luchada. Ese fue su inicio, con 17 años. Su siguiente paso fue federarse con el Arrecife y destacó desde su primer año por su fuerza y atrevimiento.

Lo mismo ejecutaba un espectacular sacón que se quitaba las pardeleras y garabatos con las manos. Su estatura, más de un metro noventa, le convierten en un luchador difícil de tirar. Luchaba a toque pito y sus espectaculares sacones encandilaban al público. No fue capaz de desarrollar una técnica depurada pero sí sabía aprovecharse de sus condiciones físicas. La mayoría de los puntales lanzaroteños de los ochenta cayeron ante él. Pérez V, Mamelo, Lito, Arcadio Tejera, Domingo Barrios. Sixto Rodríguez, Quico Pérez, Manuel de León, Collado, Mateo, León, Toribio, Torres fueron vencidos por Ángel. También él fue derrotado por ellos, pero eso demuestra que era un puntal. En 1980, deja el Arrecife con Saavedra I al ser subidos a puntales y con el Trota fundan ese año el Güime, que hizo una excelente campaña. Se tiene que incorporar al servicio militar, desaparece el Güime y cuando vuelve ficha por el Tías.

En 1982, con veintidós años y con el tobillo lesionado tira a la plana mayor del Puerto del Rosario en las fiestas de la capital majorera. Da en tierra con siete contrarios, entre ellos con Gordillo y Calero.

Su personalidad siempre marcada por el exceso de bondad; su trayectoria deportiva, perjudicada por lesiones que le han ocasionado años de inactividad entre períodos de gran rendimiento. Fue la pieza clave del Arrecife para conquistar en los años 84 y 85 dos competiciones. Volvió al Tías en el 89, de allí se fue al San Bartolomé, después al Tao y, ahora, milita en el San Bartolomé.

Extraído del libro “Lanzarote, en el terrero”, editado en 1995, del que es autor Manuel García Déniz.

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar