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Cultura y zafiedad política

 

Cada día que pasa, estoy más convencido de que los políticos, en general, salvo raras excepciones, creen que los ciudadanos pagan los sus impuestos exclusivamente para que ellos puedan vivir a todo tren. Lo digo tan convencido porque es lo único que no les he visto cuestionarse y, además, aumentan sus gastos, los que cargan a la administración, sin el más mínimo reparo. Todo lo demás es susceptible de rentabilizarse. Así se dan paradojas como ver a un gerente y consejero de los CACT elegido a dedo, sin más requisito que ser amigo personal del jefe de gabinete del Cabildo y defender a ciegas las políticas de la parte contratante, cobrando un envidiable sueldo, ridiculizar que Lanzarote tenga un Museo Arqueológico, recién llegadito de Madrid Fusión, donde, seguro, cargó los gastos del viaje, representación, comidas y hospedaje al ente público sin esos exquisitos miramientos de rentabilidad pública. ¿Acaso hubo una rentabilidad directa o indirecta medible de esos gastos disfrutados por el insigne consejero delegado? ¡Vaya hombre, les sorprende la pregunta!

No voy a remitir a nadie a entrevistas y declaraciones de un montón de gente muy cualificada donde se defiende la inversión en cultura como de las más rentables socialmente. No solo porque las infraestructuras y programaciones culturales son un atractivo objetivo de cualquier lugar del mundo sino, fundamentalmente, por la importante trascendencia que tiene en las personas de ese mismo lugar y en su búsqueda de su bienestar emocional y felicidad. El querer separar la recaudación de tributos de la búsqueda del bienestar de los ciudadanos es querer retrotraernos a la época de las monarquías absolutistas donde poco interesaba la calidad de vida de la plebe. Y desligar del bienestar social el bienestar emocional y afectivo del individuo es simplemente ignorar la calidad y calidez humana. Por eso, no se entiende que se criminalice la existencia de servicios, de máximo interés social, porque no se autofinancien directamente, a través de la venta de entradas. Cosa distinta es que se denuncie la deficitaria gestión que puede llevar a una gestión deficitaria por encima de lo que las buenas prácticas permiten.

Sinceramente, se hace abominable que quienes gastan sin el más mínimo recato en sí y en los suyos, de la caja común, quieran mostrar apego a la decente gestión para impedir el  acceso de la población a servicios que se merecen y que se echan en falta desde hace tiempo. Y que además lo hagan en medio de una cruzada de banderías y partidismo en busca de una perpetuación en el gobierno insular. Como si fuera legítimo usar el erario público para ganar voluntades y posiciones ventajosas para futuras contiendas políticas.

Que vengan a cerrar un museo arqueológico por no sufragarse por la venta de entradas los mismos que miran para otro lado a la hora de reclamar cerca de 600.000 euros a la empresa de la mujer del ex consejero delegado, una afiliada socialista, que adeuda a los CACT que dirigen. Que los mismos que miran para otro lado cuando se les pregunta qué van a hacer para reclamar los 1, 6 millones de euros que se destinaron a pagar un trabajador del Cabildo que estuvo durante 26 años prestando sus servicios en una fundación en lugar de acudir a su puesto de trabajo, sin que mediera autorización documental alguna. Que cierren por falta de rentabilidad un museo un gobierno insular que contrata asesores para no hacer absolutamente nada, que se sube el sueldo nada más entrar a gobernar y suma y sigue.

Yo no sé si los ciudadanos de Lanzarote saben y aceptan que mientras nos venden esta película de cerrar cosas porque no hay dinero o porque no son rentables, mes tras mes los políticos engordan sus nóminas con dietas de viajes de dudosa moralidad política y sus cuerpos con comilonas en restaurantes que no pisan cuando tienen que pagar de su propia cartera, antes de acabar en hoteles a los que tampoco van cuando pagan ellos porque son muy caros. ¿Qué empresa, multinacional o no, paga a sus empleados, incluido staff, más de 200 euros por noche en hotel, comidas en caros restaurantes y, encima, le paga dietas por desplazamiento? Está bien que se desplacen a las ferias, ¿pero qué sentido tiene pagarles dietas cuando se les pagan todos los gastos? ¿Alguien supervisa, la oposición, por ejemplo, los gastos que hacen en esos desplazamientos y chequea los despilfarros, o simplemente invitan también a la oposición a alguna feria con las mismas condiciones?

Esta semana se celebra Fitur. Invito a las oposiciones de los distintos ayuntamientos y Cabildo a que soliciten y publiquen los gastos pormenorizados y le cuenten a la gente dónde han dormido, comido y bebido a costa de la administración nuestros queridísimos personajes públicos. Es cierto, se arriesgan a quedarse en tierra. Pero quizás así se empiece a poner orden en nóminas incontroladas y despilfarros sin límites. Y se empezaría a ver, de otra manera, tener un Museo Arqueológico.

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