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Vacunarse contra la sinrazón

Los científicos no se cansan de repetir que la humanidad acabará conviviendo con el SARS-CoV-2, como ya lo hacemos con los resfriados o la gripe estacional. Este parece ser nuestro destino inmediato hasta que se produzcan nuevos avances en la investigación científica, y hasta que los humanos aprendamos a respetar los límites establecidos por la naturaleza. Así que, de momento, la mejor receta es vacunarnos cuanto antes con cualquiera de las vacunas aprobadas, porque son seguras y eficaces.

Hay que repetirlo hasta la saciedad: la razón principal de la vacunación es prevenir la enfermedad y disminuir su gravedad y mortalidad. Si no se alcanzan estos objetivos, será imposible recuperar la normalidad en nuestras vidas y, con ella, la actividad de las empresas y el empleo. Pero, hasta que una parte importante de la población esté vacunada, es vital que todos, tanto vacunados como no vacunados, sigamos manteniendo las medidas de prevención, como es seguir llevando mascarilla.

La farmacéutica se encuentra entre las principales industrias del mundo por su volumen anual de negocio. Estas empresas no son ONG, a pesar de que se dediquen a la fabricación, preparación y comercialización de productos químicos medicinales para el tratamiento o la prevención de las enfermedades. Ganan mucho dinero con ello, muchísimo, y, para ellas, la salud pública es la que llena su cartera, por lo que la razón de ser de su existencia no debe llevarnos a engaño.

La pandemia también ha puesto de manifiesto la necesidad de contar con la Unión Europea (UE) como plataforma a la hora de negociar y comprar en un mundo donde sólo desde la unidad adquieres fuerza. Por eso, la UE ha podido garantizar hasta la fecha unas 2.600 millones de dosis de vacunas, y se están negociando dosis adicionales.  Es indiscutible que la centralización de la compra permite un mayor poder de negociación y de éxito que si se hiciera de forma aislada por parte de los estados miembros.

Con el paso de las semanas, las entregas de vacunas a los países de la UE aumentan constantemente y la vacunación se está acelerando, a la vez que se ha empezado a trabajar para hacer frente a las nuevas variantes, con el objetivo de desarrollar y producir rápidamente vacunas eficaces contra ellas a gran escala. Pero eso no significa que posterguemos y marginemos a otros países, ya que la UE se ha comprometido a garantizar que las vacunas seguras lleguen a todos los rincones del mundo.

Otra lección de la pandemia de la COVID-19 es la imperiosa necesidad de reindustrializarse que tienen España y la vieja Europa, por lo que habrá que afrontar reformas estructurales y transformaciones encaminadas a tal fin. Mientras esperamos por ese proceso, las vacunas y la vacunación son gratuitas para toda la ciudadanía, así que lo deseable sería que también pudiera vacunarse contra la sinrazón. Pero esa inoculación aún no está disponible, lamentablemente.

 

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