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Cracks sin armarios

“Con 30 años y 1,94 de estatura que tengo llegué llorando a casa”, es parte del relato del waterpolista Víctor Gutiérrez sobre un episodio doloroso de rechazo vivido en primera persona hace escasos dos meses, que aunque se haya saldado con un castigo que pudiera considerarse mínimo,  cuatro partidos sin jugar y 200 euros de multa para el rival que profirió el insulto, ha sentado un precedente en el deporte profesional español por convertirse en la primera sanción federativa por homofobia.

 Sí, fue sancionado un deportista, pero más que un deportista, la Federación Española de Natación asestó un golpe a la homofobia, aunque fuese amparada en el visionado de imágenes de vídeo porque el acta arbitral no recogió el insulto de “maricón”, y por dos veces, durante el partido y fuera de la piscina, a pesar de la denuncia del afectado que al final no pudo contener su indignación y lo hizo público en redes sociales.

Gutiérrez, seleccionado varias veces por España para europeos y mundiales de waterpolo y ahora ya clasificado para la Champions con su club, el Terrassa, no se calló por él y sobre todo por jóvenes del deporte base de cualquier disciplina  que pudieran estar sufriendo acoso por su condición sexual, así lo contó esta semana en Canarias, en Lanzarote, en la mesa de debate ‘Visibilidad LGBTI+ en el deporte’ organizada por el festival cultural de la igualdad y la inclusión Yaiza Simply Love, mesa de debate también participada por Mari Sánchez, jugadora de balonmano, y André Barbuzano, competidor en levantamiento de pesas y crossfit, todos con aportaciones muy interesantes sobre el tema en cuestión.

Víctor Gutiérrez decidió salirse del armario en una entrevista en 2016, decisión que no es fácil para nadie, “en un momento de la vida llevaba con vergüenza mi identidad sexual”. No es fácil para un deportista profesional de élite y practicante de un deporte de equipo, aunque en su caso deja claro que el trato  de sus compañeros es de absoluto respeto, pero  es que tampoco es fácil para un deportista profesional salirse del armario cuando están de por medio contratos con clubes y empresas patrocinadoras. A cualquiera puede costarle su carrera; y pasión y sueños al carajo.

¿Cuántos deportistas de fútbol o baloncesto de ligas potentes han salido del armario?. “¿Compensa salirte del armario y que veinte, treinta o cuarenta mil personas te llamen maricón durante todo un partido?”, pregunta el waterpolista. El episodio reciente del insulto de un rival, confiesa, “me sacó mentalmente del partido”.

Como sociedad quizá tenemos interiorizado y vemos más “normal” que un artista se declare gay o trans que un deportista. También hemos hecho una especie de clasificación de deportes para mujeres y deportes para hombres, así que el debate tiene varias ramificaciones. En opinión de Mari Sánchez “en el deporte femenino ser gay no es tan machacante y no te juzgan tanto. Tenemos que cambiar la mentalidad sobre todo de las personas adultas que crean prejuicios”.

André Barbuzano dio incluso un paso más complicado. Aunque a los 18 años le contó a su familia que no se sentía mujer, a los 26 decidió operarse: “esa transición es fácil o difícil dependiendo del apoyo de tu familia. Una medalla no te da la felicidad que te da sentirte feliz contigo mismo”.

Sin darnos cuenta hasta en nuestro vocabulario del día a día incorporamos palabras homófobas. El deporte no es ajeno a los “maricón pasa la pelota” o “maricón entra fuerte” u otras expresiones que pueden herir a personas de nuestro entorno.

Es incomprensible que valores del deporte como la unidad, el trabajo en equipo, la cohesión  o el respeto sean manchados por ataques homófobos o racistas. Los deportistas invitados al debate plantean con muy buen ojo que si no hace falta ser negro para rechazar de plano el racismo, tampoco hace falta ser gay o trans para rechazar la homofobia o transfobia.

El deporte también lucha por alzarse con la medalla de la inclusión creando espacios “seguros” en la sociedad. Ya tenemos recorridas más de dos décadas del nuevo siglo y quedan muchos partidos por disputar y ganar. Lección de cracks valientes y competitivos, cracks sin armarios.

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