Un pleno sobre ruedas

Unas dos horas de pleno extraordinario sobre el rally de tierra suspendido no han servido de mucho. Las comparecencias de la presidenta, el consejero de Actividades Clasificadas y la consejera de Medio Ambiente se han quedado en lo que han querido decir ellas y él más que en responder a una oposición muy poco concreta, más ladradora que mordedura.

En el caso de la portavoz de CC , Migdalia Machín, sus buenas intenciones parecieron más un guiño a la presidenta, que ella agradeció sin disimulo ni recato, que una construcción inteligente de una estrategia de control del grupo de gobierno en un tema especialmente sensible y muy popular que hizo daño a la presidenta y su equipo. Jacobo Medina estuvo más ladrador, aunque falto de concreción y absolutamente abandonado a la crítica sin interpelar a los comparecientes con preguntas que el solo hecho de no contestar ya los dejara como culpables. Este, en cambio, recibió un ataque de la presidenta, calificando de “sandeces” y otras lindezas su intervención. No le quito yo razón o no a la presidenta en el fondo de su argumentación contra Medina, pero estoy completamente convencido de que si esos exabruptos hubiesen ido en sentido contrario, hubiese tildado al portavoz del PP de machista.   

 La presidenta, en cambio, estuvo bastante bien al principio de su intervención. En un discurso leído, no quería dejar nada a la suerte, ni olvidarse de ningún apunte de su equipo, lamentó lo ocurrido con el rally y prometió que una cosa como esa no volvería a ocurrir. Una forma elegante (y poco concreta) de aceptar las equivocaciones, proyectando hacia el futuro las soluciones, que la oposición no supo o no quiso destripar para seguir su cantinela el popular y su arrorró a la presidenta la consejera nacionalista. Ni el gobierno estaba por decir la verdad ni la oposición por sacársela. La cosa iba de llegar de la mejor manera a esos miles de aficionados del rally y pescar apoyos en esas aguas revueltas.

La verdad es sencilla: el rally no se celebró porque la legalidad no lo permitía. Y por ello, Podemos pudo imponer su voluntad al PSOE, que estuvo jugando hasta el último momento a meter presión en la caldera administrativa y buscar vericuetos tradicionales para que la norma no fuera un problema. Así llegaron los pilotos a Lanzarote y así se desautorizó la prueba cuando ya no quedó más remedio. Previa solicitud de información por parte del SEPRONA  y la voluntad de la consejera Solis de que se cumpliera la norma. Y ella, aunque más nerviosa que otras veces y leyendo peor que un parvulario, eso lo dejó clarito: no se pueden hacer normas para proteger el territorio y después saltárselas a la torera. El mensaje más claro y contundente fue el de ella, y posiblemente la más crítica con la actuación del propio Cabildo y su injustificada espera para denegar la autorización.

El rally no se desautorizó por los huevos y pollitos de aves protegidas que anidan en la zona. Sino por los ovarios de Solis. Si ella no hubiese estado, con todos esos huevos y las normas que protegen los parques naturales se hubiesen hecho todos ellos unas riquísimas tortillas con el exquisito gusto de otra prevaricación no denunciada. Pero se suspendió porque la visita del SEPRONA y la insistencia de Elena Solis podían añadir unas dosis de hiel, en forma de denuncia, al post rally. Esa es la verdad, y por eso la consejera no electa no atinaba a leer como la abogada que es ni a controlar el ordenador que usa todos los días. Solis ya ha entendido que la quieren como florero, no para que demuestre sus amplias habilidades y conocimientos medioambientales y jurídicos. Pero también el resto del gobierno ha descubierto que tendrá que buscar otra tapadera para quedar como los más verdes y manriqueños del mundo y, a la vez, saltarse la norma con absoluta impunidad. Esa es la verdad y el chiste es que el consejero de Deportes se apunta a copiloto en el rally de Haría. Como si lo que faltaran en Lanzarote fueran copilotos, que hay muchos y muy buenos, y no políticos honrados y honestos.