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Óscar Noda y la “niña de la curva”

 

 

La mala conciencia suele jugar malas pasadas.

Las personas que actúan en contra de los intereses de quienes han estado con ellos, quienes han hecho de ellos lo que son, viven temiendo que estos les hagan pagar su egoísmo. Entienden, en su fuero interno, que eso es lo normal y están convencidos que, más pronto que tarde, vendrán a pedirles cuentas.

El actual alcalde de Yaiza, Óscar Noda, y su grupo de concejales fieles dan la sensación de que se encuentran entre esos temerosos que viven pendientes de que les vengan a pedir cuentas. Ellos, todos, pero muy especialmente Noda, alcanzaron la notoriedad pública que tienen ahora en el municipio por estar pegados a Gladys Acuña. A Óscar, sin ir más lejos ni más abajo, solo le faltaba persignarse cuando se encontraba de frente con la líder y cofundadora del partido Unidos por Yaiza, por la devoción y entrega que tenía a la misma. En agradecimiento a la confianza que esta depositaba en él.

Óscar era un hombre tímido, de poca presencia pública y nula aportación de ideas políticas. En cambio, era una persona muy trabajadora, acostumbrada a cerrarse en su despacho y sacar la parte administrativa para adelante. Tenía más perfil de ratón de biblioteca que de político. A cualquiera que le conociera y se le preguntara las posibilidades que tendría Noda de llegar a ser alcalde contestaría, sin duda, que ninguna. Pero, a la vez, todos esos mismos dirían, igual de convencidos, que es un segundo perfecto. Y ahí lo puso Gladys en su lista al Ayuntamiento, además de Tesorero en UPY. Y hacía su trabajo a la perfección. Y era el primero y el más fuerte que aplaudía las decisiones de Gladys y el que más fuerte le daba los abrazos de felicitación y el que le echaba los piropos más floridos a su gestión política. Era, repito, el segundo perfecto.

Pero, por una sentencia judicial, UPY queda descabezado y Gladys se retira completamente de la vida política y Noda asciende a alcalde. El “perfecto segundo” se convierte en primero, asciende a alcalde,  el puesto para el que nadie le veía, para ganar una sobre exposición que mostraba sus defectos políticos. Él mismo reconoce que, en sus años de alcalde, en los que ejerce como un jefe férreo, la líder no se ha rozado por el Ayuntamiento. Reconoce que ella se fue, para no volver, cuando le dejó de alcalde y que no le ha dicho absolutamente nada de qué ni cómo tendría que hacer las cosas. Que eso era, además, lo que él quería. "Prefiero equivocarme yo a que nadie me diga lo que tengo qué hacer", repite a modo de explicación en radio tras radio como si los vecinos de Yaiza estuvieran más interesados en que su alcalde hiciera lo que le dé la gana que en que les resuelva, con tino, sus problemas y les dote de mejores servicios.

La última de Óscar ha sido querer quedarse con el partido al más puro estilo del Oeste, atacando con su banda los estatutos y fundamentos del partido que crearon cientos de compañeros bajo la batuta de la única alcaldesa que ha tenido el municipio de Yaiza. Y se le hace imposible entender que un concejal de su gobierno, uno de sus mejores compañeros en el gobierno y en el partido, se le opusiera bravamente ante ese atropello. Jónatan, un hombre joven y muy activo, pieza fundamental en el gobierno municipal y otro de los elegidos de Gladys, al igual que Noda, se levantó contra las prácticas del alcalde y los suyos poniendo en riesgo su futuro político, pero siendo fiel a los principios que llevaron a la creación de UPY como un partido del pueblo y para el pueblo, casi asambleario, donde cualquier vecino podía afiliarse y participar. Entonces, desde ese momento, empezó el alcalde a sufrir esas apariciones que él y los suyos no dejan de ver.

A partir de ese momento, su mala conciencia, les ha llevado a ver a su ex líder en todos los lugares, urdiendo conspiraciones para hacerles pagar su traición a los ideales del partido y su soberbia por convertir el proyecto de todos en su juguete personal. Como si se tratara la niña de la curva, la mítica aparición que se les presentaba a los conductores pidiéndoles cuentas, Óscar y los suyos, que fueron todos fans y defensores hasta la mayor de las adulaciones de la ex líder, ven a Gladys ahora en todos sitios. Ellos son conscientes de que han actuado mal y que se merecen un correctivo. Y, entonces, en estos últimos días, todo son curvas y apariciones. Aunque ellos mismos digan que la ex líder se marchó, que no se entromete en su acción política y no volvió para nada más. Llegan al punto de entender como imposible que un compañero, que podría sumarse al banquete y disfrutar del botín, decida defender lo que siempre habían defendido: que UPY sea de todos, como un instrumento más del pueblo y no un juguete roto en manos del “segundo perfecto” que tiene miedo de que alguien le recuerde cuál es su puesto ideal y le deje sin Alcaldía.

Y entonces todo son curvas, apariciones, niña y Gladys. Y no es miedo, es mala conciencia. Y las curvas, lejos de desaparecer por seguir para adelante con el atropello, se multiplicarán. Hasta que, confiado, se convenza de una vez que la niña es una alucinación y le aparezca su ex líder de verdad.

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