“No pienses qué (…). Piensa qué puedes hacer tú por tu isla”
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
El histórico presidente de los Estados Unidos de América John F. Kennedy dijo en su discurso de investidura: “No pienses qué puede hacer tu país por ti. Piensa qué puedes hacer tú por tú país”. Y creo que sesenta años más tarde, ya es hora de que alguien se lo diga a la clase dirigente de Lanzarote. A aquellos que se han enriquecido retorciendo la norma, su posición de privilegio y sus cargos públicos. A veces, todos juntos.
En esta isla, “lo mío” ha estado por delante de “lo de todos” durante casi tanto tiempo como ha pasado desde que pronunciara esas palabras el líder americano. La transformación económica experimentada y sufrida por la isla con el cambio de un modelo precapitalista, de una economía casi de subsistencia con la pesca y la agricultura de secano como motores, a otro basado en la construcción y el turismo enriqueció a muchos. Aunque el empujón inversor vino inicialmente de fuera, poco a poco fue acomodándose en el sector el capital de empresarios locales y de otros que hicieron fortuna muy rápidamente a la sombra de la corrupción política y a las enormes posibilidades que presentaba un territorio virgen, listo para explotar en todos los sentidos.
En muchas ocasiones, con la llegada de la democracia y el contubernio político local, se decidió apostar por las empresas locales como una forma de crear una burguesía con sensibilidad por nuestras costumbres y nuestra gente. “Si son los nuestros, pues verán las cosas como nosotros”, era la premisa absurda para dar rienda suelta al favoritismo del amigo en la obra, en el servicio, en la concesión. Y también a la golosa comisión del política, que tampoco tenía que ser necesariamente de aquí, pero que muchas veces iba enrollada en la misma escritura del vecino beneficiado.
Así han pasado los años. Y miramos a nuestros grandes empresarios de ahora y recordamos qué eran hace veinte o treinta años y nos llevamos las manos a la cabeza. Con algunos políticos pasa lo mismo. Algún día haremos ese cuento con cuentas. Pero, ahora, lo que intento explicar es que ya es hora de que dejen de mirar para sus bolsillos, repletos a reventar, y empiecen a contribuir para construir una isla mejor. La que nos merecemos todos. Ya sé que ellos, a estas alturas, pueden mirar el mapamundi y encontrar otra de la que seguir sacando o, en esta misma, apostar por sentarse en el lado oscuro de la sociedad, allí donde se toman las decisiones en contra de la mayoría y en beneficio de unos pocos. Sé que lo pueden hacer, si acaso no lo están haciendo ya. Pero lo que intento evitar es que, un día, todos los demás tengamos que ir allí a buscarlos para arreglar cuentas socialmente con ellos. Han sido nuestras empresas y nos han pagado peor que las que vienen de fuera, nos han vendido más caro que las vienen de fuera, son menos solidarias y más corruptas que las que vienen de fuera. Y un tanto de lo mismo para nuestros políticos.
Sinceramente, ¿no creen que ya es hora de hacerle caso al escribano del presidente Kennedy y comenzar a pensar “qué pueden hacer ustedes por esta isla”, y no seguir exprimiendo la isla, sus recursos y su gente, en beneficio propio? Estamos en un momento histórico, lleno de retos, donde es más necesaria que nunca esa filosofía.
No soy muy optimista pero, desde mi ateísmo convencido, no pierdo la esperanza de que se produzcan milagros.