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La carta

 

Estimada democracia:

Hace tiempo que hablamos de la indisimulada pretensión de la derecha (y su extremo) de fijar su poco criterio democrático dentro de las instituciones.

No importa cuál sea la verdad, los hechos o el debate, lo fundamental para los partidos anticonstitucionalistas es que huela a gasolina quemada durante las sesiones plenarias, emulando el vicio de cantar por Miguel Ríos, que evoca a la política misma con ese "Ladré más de lo que pude, sin decir nada".

Y en este contexto queda muy claro que la calidad de una democracia se mide también por la dignidad y la lealtad con que se porten sus actores institucionales. Creo que no puede haber ambigüedad frente a quienes cuestionan o, directamente, dañan la convivencia democrática a la que nos tienen acostumbrados, porque tener una discusión política de altura, dejar el cortoplacismo y pensar en el interés general, no es tan difícil.

La mayor desventaja es que nuestra derecha prefiere el pleito al diálogo, motivo por el cual hace tiempo que se produjo un divorcio de mutuo acuerdo con "la verdad". Para quien valore la política, se tiende al lenguaje del respeto, combatiendo todo tipo de insultos desde una tribuna, donde a veces mezclar el tocino con la velocidad, es el cóctel perfecto de algunos para generar un discurso de odio que nada tiene que ver con la vocación del servicio público. Porque esta violencia, es de la que genera más.

Frente a las ideas simples y los mensajes malintencionados del populismo, está el valor de la palabra y la mejor medicina que recetó Galeno: Educación.

Resulta difícil pensar en una nueva religión contemporáneo-política con conceptos como "recortes de derechos sociales e igualitarios" como principales mandamientos y que lo expongan libremente en mítines bajo el comodín equívoco de la crispación política y la privatización de lo público. No por nada, sino porque el voto por miedo me parece el más cobarde y el más contraproducente.

Solo los malos pensadores y los malos políticos aspiran a hablar únicamente de sí mismos. Solo los que piensen que crear un "impuesto al sol" es algo novedoso, que derogar la ley del matrimonio igualitario es avanzar en derechos o que regalar una cerveza es sinónimo de "libertad", son con total seguridad los únicos que deberían haberse subido en el famoso Delorean para regresar al pasado junto con todas esas ideas arcáicas que generan retroceso social.

El riesgo principal de la política no está tanto en el contenido del mensaje, sino en que no admitan la réplica. Así que, tengo malas noticias para la derecha: Todo va mejor.

Las pensiones han subido de forma justa contrariamente a lo que sucedía con el 0,25 %, se sube el SMI, se transfieren 434 millones para atención primaria y funciona el escudo social. Además de un largo, positivo etc.

 

"Señor presidente, deje de molestar a la gente de bien", le ha dicho Feijóo en el Senado al presidente Pedro Sánchez, que se presentó con el anuncio de la aprobación del mayor presupuesto en becas de la historia: 2.520 millones, un 70% más que el último gobierno del PP. Con esa afirmación, ¿considera entonces el señor Feijóo quelos estudiantes que se forman gracias a las becas no son gente de bien? ¿Que los pensionistas no son gente de bien? ¿Que quien cobra el SMI no es gente de bien? ¿O que quién percibe el IMV no es gente de bien?

¿Quién es para Feijóo la gente de bien? Las grandes empresas que declaran beneficios extraordinarios como consecuencia de la guerra y, por eso, se opone al impuesto temporal para gravar esos beneficios. Esa es su gente de bien.

El foco no debería estar en la cuestión de si tener derechos depende de tu cuenta corriente, de tu código postal o del color de tu piel. Porque entonces no estamos hablando de derechos, sino de privilegios. Especialmente para los y las jóvenes, este gobierno apuesta por ustedes. Así que parafraseando la expresión latina "Eo ipso" (por eso mismo), existen diferentes maneras de ver la política, desde la óptica de la transformación con políticas sociales o desde el cuestionamiento negativo a todo lo propuesto.

P.D: Con el gran desafío de hacer compatibles los derechos sociales y las diversidades de todo tipo, la única respuesta es más y mejor democracia. Larga vida a las buenas praxis.

 

Jenifer Galán Duarte

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