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Dolores y al séptimo día descansó

 

A las 6:29 horas de este domingo, tan santo y padrero, el correo electrónico me avisaba de que había entrado un nuevo mensaje. Fui a mirar de forma intuitiva, sin esperar nada especial, ni tan siquiera una felicitación cuando sé que mi hijo e hijas no madrugan tanto un día festivo. Pero me llamó la atención ver un mensaje de Montse, la responsable de prensa del Cabildo, donde destacaba el titular Una falsa polémica con el turismo británico” y que después vi que firmaba María Dolores Corujo Berriel, presidenta del Cabildo de Lanzarote y acompañaba con un foto preciosa suya. Me parecía demasiado temprano para un domingo, pero un poco tarde para la polémica que quería atender.

Me gusta el primer párrafo de su artículo: “No se puede aclarar algo que no se ha dicho. Es rotundamente falso que en la isla Lanzarote no queramos al turismo británico o que se quiera reducir su número. Así que lo diré una sola vez y con total rotundidad: el turismo británico siempre ha sido, es y será bienvenido en Lanzarote”.

En el mismo hay un error garrafal, hasta el primer punto. No es cierto que “No se puede aclarar algo que no se ha dicho” pero es una verdad incuestionable que “Es rotundamente falso que en la isla Lanzarote no queramos al turismo británico o que se quiera reducir su número. Así que lo diré una sola vez y con total rotundidad: el turismo británico siempre ha sido, es y será bienvenido en Lanzarote”. Y por ambos motivos, la presidenta tuvo que salir desde que vio que sus palabras eran mal interpretadas y que estaban creando un daño cierto en el Reino Unido, lugar de residencia del mayor número de turistas que nos visitan y de procedencia de esa comunidad que vive en la isla y que ahora alaba doña María Dolores.

María Dolores nunca dijo lo que dicen que dijo en Reino. Eso es cierto. Lo que ella dijo fue que “Lanzarote estaba saturada turísticamente”. Y de ahí partieron todas las conclusiones que pueden o no tener cierta lógica. Pero lo que sí está claro es que fue la mecha que hizo explotar la pólvora. Aunque no fuera pólvora, sí es el origen del conflicto. Eso es evidente. Como también lo es que agentes perversos quisieron usar las mismas para arrimar al inglés a su destino turístico en detrimento de Lanzarote. Pero eso es así, en este mundo tan especulativo como el turismo. Y la presidenta tendría que haberlo sabido. Y, sobre todo, tendría que haber reaccionado a “un efecto no deseado” de unas declaraciones que tenían más que ver con su campaña política electoral que con su pretensión de mejorar la situación del sector.

Aunque diga explícitamente que no en su artículo, esta es una aclaración necesaria. Como también lo sería reforzar estos días la campaña de marketing turístico en Reino Unido, poniendo en valor nuestro agradecimiento al turista inglés, al de todo el Reino Unido, por haber colaborado, de forma decisiva, a nuestro actual nivel de vida. No le dé vergüenza acertar.

Sabemos que usted no dijo lo que dicen que dijo. Pero esas declaraciones que sí hizo dieron pie a esta tormenta horrenda que podemos parar y volver a la calma con todos tranquilos y felices disfrutando de nuestra exquisita oferta turística.

Y, por favor,  no vale de nada decir que el medio de comunicación que lideró este tema en Lanzarote es propiedad de un empresario que tiene un hotel sentenciado, en gran medida por el afán y fobia que tienen ustedes contra él. No importa quién lo diga si tiene razón. Sería tan injusto como cuestionar su mensaje de criminalización del abogado Calatayud porque lo canalice a través del medio de comunicación propiedad de la familia del abogado que cobró primero un millón de euros del Cabildo por llevar los temas urbanísticos y similares.

La cuestión es sencilla: había que aclarar el asunto y lo ha hecho. Le costó más de la cuenta, posiblemente porque sus asesores confunden sus intenciones con sus obligaciones. Pero ahora ha hecho lo que harían todos los presidentes del mundo que vieran en riesgo  la economía de sus gentes. Todos, salvo a los que asesoren irresponsables que se crean, además, que están por encima de los sentimientos de todos y de la propia presidenta.

Lo ha hecho bien ahora. Descanse. Hasta Dios necesitó echarse un día a la bartola después de tanta inspiración divina y creación espectacular.

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