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Cintora, para que lo sepas

 

No suelo aceptar las invitaciones para hacer presentaciones. Ni de libros, ni de nada. Salvo que tenga que ver con algo o alguien de la lucha canaria, deporte y patrimonio cultural de los canarios en el que se encuentra el olimpo de la mayoría de mis héroes. Pero no fui capaz de decirle que no a la periodista Miriam Ybot, que llegó a Lanzarote a trabajar por expreso deseo mío hace ya casi, o sin casi, treinta años, aunque por encargo de Agustín Acosta, que era el que asumía la nómina y la responsabilidad. Así que ayer me presenté en la Casa de la Cultura Benito Pérez Armas de Yaiza, donde se celebraba la “Fiera del libro de Lanzarote”, y afronté el reto de presentar a un periodista de raza que se trata la larga travesía del desierto que lleva, apaciguando el mono de primera línea informativa, dándose baños de masas, aquí y allí, con su verbo fácil, su chorro de espontaneidad, denunciando lo que otros callan, repitiendo una y otra vez lo que no quieren que sepas.

“No quieren que lo sepas”. Así de revelador es el título del cuarto libro del periodista Jesús Cintora (1977), aunque yo le conocía de su programa “Las cosas claras”, de TVE, que solía ver en mi despacho mientras hacía otras cosas. Tuve, además, la oportunidad de ver sus últimos programas, cuando ya le habían anunciado su despido y agotaba sus horas de pantalla pasando el duelo en vida. En el último, muchos de sus colaboradores, como si de un velatorio se tratara, le daban el “pésame” o resumían en oda sus intervenciones. De eso ya hace casi dos años y, aunque a veces suena el teléfono dando cuerda a la esperanza, con el tiempo se desvanece, pero él no pierde la ilusión, como corresponde a un numantino que salió de una casa humilde, pero llena de cariño y entusiasmo, con su madre, ama de casa, y su padre, ganadero, para meterse literalmente en aquella televisión que el vio primero en blanco y negro, después en color y por, ultimo, desde dentro.

No hay cosas imposibles para los que salimos del ambiente rural, y a base de trabajo, madrugones y honestidad, convertimos en realidad nuestros sueños. Pero los sueños, sueños son. Y desde que pasan a formar parte de lo cotidiano, de la rutina diaria, se visten también de pesadillas. Y el periodismo vocacional y riguroso y comprometido sabe mucho de eso. También Cintora, que subió como un cohete hasta el éxito de “Las mañanas de la Cuatro” y “Las cosas Claras” de TVE y allí se encontró con el reverso de la misma moneda. El sabor a hiel es asquerosamente más insoportable cuando uno está en su momento más dulce. Y por hacerlo bien, por empeñarse en decir la verdad, por quererlo contar todo, por querer valer más por lo que cuenta que por lo que calla.

Ayer, en “una breve e intensa” presentación, que Cintora evaluó como la mejor que ha tenido él hasta el momento,  dije a los cientos de personas que llenaron el salón para oírle, que el periodismo es una profesión distinta, que actuar correctamente, que tomarte el trabajo con honestidad y rigor, puede hacer sentir mal a los poderosos que te demostrarán su poder y el de sus aliados, quitándote, incluso, los tuyos, que se desvanecen ante la presión de los gigantes. Les explicaba que cuando un médico o una médica se esforzaba, trabajaba duro, dedicaba horas y horas al paciente y este se curaba, todos estaban contentos. Estaba contento el paciente, estaban contentos sus familiares, estaba contento el hospital y estaba contento/a el/la médico/a. Todos estaban contentos y felices y lo celebraban juntos. En cambio, cuando un periodista hace su trabajo bien, le dedica horas y horas a investigar y denuncia un desfalco, una prevaricación o cualquier otro delito cometido por un poderoso, no es exactamente así. El afectado no tiene en cuenta, en absoluto, tu profesionalidad, que todo lo que denuncias es cierto ni que tienes todo el derecho a denunciarlo. ¡Qué va! Todo lo contrario. Y su enfado no se limitará al enfado lógico al ser descubierto. ¡Qué va! Se revolverá y revolverá Roma con Santiago y, si te descuidas, acabas tú en la calle y él de víctima. La llamada al director del periódico te pondrá en el desfiladero. Y la llamada a otros del gremio de los ricos le servirá para demostrarle a tu entorno que no habrá futuro para quienes den cobijo a quiénes se metan con ellos. Y empezaras a sentirte solo, hasta que realmente te quedas solo. Pero la adversidad es lo que mejor retroalimenta al periodista de raza. Y volverá a atacar. En manada o solo, pero nadie le podrá quitar su aullido, por muy herido que esté.

De eso va “No quieren que lo sepas”. De eso creo que va Cintora. Y por eso fui a acompañarle, a tener una “breve pero intensa” intervención porque al que querían oír los que llenaban la sala era al verdadero “fiera” de la feria del libro de Lanzarote, que estará abierta hasta el mediodía de mañana domingo en Yaiza.

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