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La cultura combina memoria histórica y progreso

“Un país que ignora su ayer no puede tener un mañana”. Sólo conociendo la Memoria Histórica se puede vivir sabiamente el presente y afrontar el futuro con responsabilidad. No cabe duda que la Memoria Histórica es la base fundamental de nuestro conocimiento, de nuestros valores, de nuestras acciones, que se irradian en el espacio y en el tiempo,  “Un país que ignora su ayer no puede tener un mañana”. Sólo como el tronco, las ramas, las hojas, las flores y los frutos de un gran árbol. Pero si este árbol perdiera sus raíces, estaría condenado a perecer, desecándose hasta morir.

El progreso, por su parte, no representa el fundamento de la civilización sobre las ruinas de lo existente, sino que es el resultado de la selección y refinamiento de las nociones transmitidas por generaciones pasadas. Por tanto, no puede haber oposición entre tradición y progreso, ya que no hay progreso sin tradición, ni tradición sin progreso.

El historiador Le Goff aseveró que “tomar posesión de la memoria y el olvido es una de las mayores preocupaciones de las clases y grupos e individuos que han dominado y dominan las sociedades históricas”, resumiendo así en unas pocas líneas la existencia de un mecanismo perverso que es definido.

La evolución y el progreso tecnológico actuales han terminado por esbozar una visión histórica tergiversada de nuestra memoria por lo que el valor de la conservación cede cada vez más terreno a la angustia de la comunicación y se ve envilecido por torpes intentos de "redefinir" y muchas veces incluso de "subvertir ".  También la desinformación con sus titulares e informaciónes simplistas, que abundan en las redes sociales y determinados medios, tergiversan la realidad histórica y la cultura en general

 

Bases, las recién mencionadas, de una consideración más amplia que merece una reflexión atenta y analítica sobre la percepción que se tiene del ejercicio del poder por parte de los demás y sus efectos reales sobre cada uno de nosotros, pero que en este contexto constituye el punto de partida para destacar que "en su conjunto, el destino de toda cultura está confiado ante todo a la capacidad de resistencia en el tiempo de los procesos de conservación y de las instituciones jurídicas y físicas encargadas de la conservación en todas partes".

 Desafortunadamente, de manera cada vez más preocupante, el control que se ejerce sobre la memoria ya no es solo una forma de gobierno político, sino una dinámica con fines de lucro, o peor aún, la suma de ambas.

Proliferan incontrolablemente anómalas y agresivas "comunidades de memoria" vinculadas al progreso como forma de alfabetización necesaria.

Un elemento de no poca importancia si consideramos que la coerción que ejerce el control político de la memoria es el mal menor ante el riesgo de su mercantilización para uso comunicativo. El mal de una imposición es reemplazado por una visión mucho más peligrosa de la memoria, "consumista" o "utilitaria", que destruye la memoria (por ejemplo, negándola) y que perfila un control mucho más sutil sobre los pensamientos y las palabras, colocándolas constantemente frente al juicio. Un nuevo frenesí “tecnocrático” elimina sin saberlo la reflexión y la incidencia; en otras palabras, el pensamiento se desvanece, por así decirlo, y todo se convierte en Información.

Abordar el problema de la memoria atañe también al fenómeno del olvido, es decir, un proceso que puede ser impuesto y querido desde el punto de vista recién expuesto.

El lugar más responsable de la gestión de la memoria es, más que ningún otro, ciertamente el museo, capaz de comunicar el pasado más incómodo a través de un lenguaje que sabe reconciliar y explicar, leer el pasado como una mezcla de diferentes perspectivas, valorando la historia como dimensión de encuentro y no de separación. La tarea primordial del museo es facilitar la comprensión del pasado, creando formas de lectura y disfrute de nuestro patrimonio, sin desconocer -y este es un punto sustancial- su propia naturaleza como lugar de pensamiento. Es por tanto el museo, con sus competencias y de acuerdo con su propia misión institucional, el que debe crear las condiciones de acceso a la experiencia cultural. El debate va más allá del círculo de los iniciados y toca aspectos profundos de la reflexión global sobre el modelo de sociedad que nos gustaría seguir para nuestro futuro. La atención que se presta a los museos representa en realidad una necesidad generalizada de clarificar la relación entre sociedad y cultura, entre progreso y sostenibilidad.

Es necesario, pues, detenerse en la naturaleza y construcción de la memoria colectiva, destacando sobre todo la cualidad dinámica de la memoria de una comunidad. Este proceso se activa principalmente a través del delicado ejercicio de la interpretación, es decir, ese proceso de atribución de sentido que se encomienda ante todo a las instituciones culturales, en una sociedad justa y moderna,

El museo, que revela y conserva el pasado, bordea el mundo y deja entrar al mundo, porque sus tesoros vienen del mundo. El reconocimiento de identidades y valores transforma el pasado en el laboratorio más adecuado para planificar el futuro.

En línea con los objetivos perseguidos por el Consejo de Europa y la Comisión Europea, dirigidos a concienciar a los ciudadanos europeos sobre la importancia de pertenecer a las mismas raíces culturales en común, acercándoles a su riqueza cultural y permitiéndoles una comprensión mutua más profunda y un mayor entendimiento mutuo, a pesar de la diversidad cultural y lingüística, el Comité de la Sociedad Dante Alighieri de Canarias pretende hacer su aportación bajo el lema: "la cultura es patrimonio de todos, vivámosla juntos" organizando un acto abierto a la público, denominada “SEMANA DE LA CULTURA ITALIANA” que se celebrará los días 19, 20 y 21 de octubre de 2023 bajo el patrocinio de la Embajada de Italia en España. La iniciativa tiene como objetivo celebrar el patrimonio inclusivo y diversificado, a través del tema común del patrimonio de todos, por todos y para todos. Sobre todo, queremos potenciar la pluralidad de culturas presentes en la zona y contribuir al desarrollo del diálogo intercultural porque “la cultura une y favorece la integración entre los pueblos”.

La cultura reclama un papel de primera importancia en la era de la globalización, porque es en el territorio donde los conflictos se remontan a las palabras y las diferencias se convierten en enriquecimiento mutuo más que en contraste.

La cultura es herencia del pasado, vivacidad del presente, amplia participación, es la clave para abrir el diálogo y la integración entre los pueblos: los jóvenes deben ser los actores principales de este proceso en el que se encuentran diferentes patrimonios y valores culturales.

Con la SEMANA DE LA CULTURA ITALIANA, sin pretender ser exhaustivos, queremos resaltar algunos aspectos del patrimonio cultural italiano (histórico, artístico y gastronómico) para difundir el conocimiento hacia el pueblo canario, con el que existen lazos ancestrales. La iniciativa ofrecerá así un sugerente viaje por el camino de la memoria, a través de las obras de arte que se expondrán, mesas redondas, degustaciones de productos gastronómicos típicos, proyecciones de películas, actuaciones musicales y momentos de carácter intercultural. Se parte del redescubrimiento del Archipiélago Canario por el navegante italiano Lanzarotto Malocello en 1312, para pasar luego a las consecuencias de carácter histórico y social local y a las transformaciones culturales, sociales y políticas. El evento tiene como objetivo estimular la difusión cultural en la zona, creando así espacios de encuentro y relación intercultural.

Un evento, por tanto, que se convierte en una importante cita para los amantes de la cultura y otros que quieran conocer los usos, costumbres y tradiciones de otros, con el fin de asegurar la continuidad en el futuro y volver real o mentalmente a los lugares fundacionales de su propia historia. Esto es lo que queremos entregar al futuro: la memoria de nuestro pasado, de todo aquello en lo que tiene sus raíces nuestro presente y que ha contribuido y contribuye a la creación de la identidad cultural y al progreso de nuestra civilización.

Por el contrario, dispersar potencialidades culturales, fruto de la experiencia de los pueblos, significa romper ese vínculo concreto con el pasado que nunca es "anacrónico" ni "superado" sino que es "patrimonio histórico".

Se necesita una mayor conciencia de la importancia de la investigación y la difusión cultural por la importancia del valor educativo y por la transmisión de contenidos significativos a las generaciones más jóvenes.

En efecto, creemos que el estudio y el crecimiento cultural tienen validez moral y educativa cuando se ponen al servicio de los demás, por los principios sociales, éticos y civiles, por los derechos universales e ineludibles de la persona, para que la cultura no sea un costo sino un recurso: es un elemento central para el enriquecimiento de la persona y una fuente de crecimiento y desarrollo de la comunidad.

Alfonso Licata, presidente de la Sociedad Dante Alighieri - Comitè de Canarias

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